todos estamos igual

sábado, 5 de mayo de 2018

Una broma que encubre algo muy serio

Especial Roberto Bolaño en La otra.-radio - Domingo medianoche FM 89,3 - Radio Gráfica


Y les pregunté a los muchachos, les dije, muchachos, 
¿qué es lo que han sacado en limpio de este poema?, 
les dije, muchachos, yo llevo más de cuarenta años mirándolo 
y nunca he entendido una chingada. Ésa es la verdad. 
Para qué voy a mentirles. Y ellos dijeron: es una broma, Amadeo, 
el poema es una broma que encubre algo muy serio.
Roberto Bolaño, Los detectives salvajes

por Rodrigo Videtta

Roberto Bolaño fue, ante todo, un gran lector y para nuestra suerte como lectores, un sublime escritor. Contaba con una tenacidad tan querible como necesaria para ordenar su mundano caos en un cosmos jerárquico, personal a la vez que compartido. Gustaba de las listas, de los rankings, de cosmogoniar el mundo literario y esto surtía sus efectos: provocación, ofensa, admiración, entre una amplia gama de reacciones.

Era un tipo que daba la impresión de que podía ver la muerte cara a cara, sin pestañear, prestando atención hasta en los detalles escotomizados por la gran mayoría y luego, somatizándolos, los volcaba en páginas usando su sangre como tinta. Encontró en la ficción una forma más real -en tanto verídica- de hacer historia, y en los ensayos literarios y debates que libraba, su autobiografía.

Era un escritor en apariencia quieto, poeta de elección, artista activo de la vida, flujo difícil de contener. Una imagen: un personaje de Los detectives salvajes que se baña con un libro de poesía en una mano. Agua salada que sale por la ducha, el poeta con los ojos abiertos, irritados, observando, lee el mundo en un poema. Un océano pasa por una esponja sostenida por su mano. 

Al leerlo da la impresión de contar con la generosidad de los maestros, aquellos que no guardan sus secretos como sagrados misterios. Mostraba la carne, el fuego y las cenizas. El humo, quizás como un tempo literario, un recurso. Esto no lo hacía perder un centímetro de maestría, al contrario.

Concebía a la literatura como una forma de vida o a la vida como una forma de literatura. Vivía como un detective en un policial negro. Necesitado del trabajo para comer, metía los pies en el barro. Parecía estar obsesionado con algunos temas: literatura, vida, sexo, juventud, muerte y vida. Partía de un punto para hablar de muchos, poniendo la lupa en los importantes, iluminando con una oscura profundidad.

Trabajador polirrubro hasta encontrar en la escritura el llamado, eso que algunos denominan vocación, eso que él nombró como una suerte de destino del cual nunca más iba a despegarse.

Obsesión, pasión, enfermedad, patologicémoslo como queramos, pero primero leamos sus páginas y pensemos si no es un acto reactivo para contener el desborde de tanta vida.

De este grandísimo escritor, autor de obras mayores como gustaba designar a las obras de otros, que escribía en un cuartito de Blanes, ciudad pequeña al norte de Barcelona, sin estufa y con Reed y Bowie de fondo, hablaremos este domingo a medianoche en La otra.-radio.  FM 89,3. Radio Gráfica, online acá o acá.

1 comentario:

jfc dijo...

nos van a intoxicar con las quemas de basura q se habían anulado en los '70!!!

https://www.tiempoar.com.ar/articulo/view/76476/enrique-viale-con-el-10-del-valor-de-una-planta-se-pagan-diez-aa-os-de-reciclado

TODXS ASMÁTICXS con epoc