todos estamos igual

domingo, 31 de diciembre de 2017

Las películas del año (2017)


Twin Peaks -The return (David Lynch, EEUU)

Ok, no es una película o son muchas películas o es una sola película de 18 horas o de muchas más horas si le sumamos las dos primeras temporadas y Fire, walk with me. Pero Lynch deja en suspenso esta discusión bizantina con este alarde desaforado del cine que se emite de un modo tan anómalo como su propia sustancia. Con links directos a las vanguardias de todas las décadas, desde Melies hasta Buñuel, desde Buñuel hasta Hitchcock, desde Hitchcock hasta el mismo Lynch y desde Lynch hasta los cines posibles cuando la gente haya dejado de ver cine.


24 Frames (Abbas Kiarostami, Francia, Irán):

Segundo cuadro. En su obra póstuma, Kiarostami pone a dialogar su fotografía con su cine, con recursos digitales y un uso delicado del sonido. Elijo quedarme con la majestad del plano de los caballos en la nieve, con la música de “Un poema” de Canaro. En esos cuatro minutos el genio iraní se despide juntando toda la belleza del mundo en un gesto mínimo.



Sieranevada (Cristi Puiu, Rumania)

Cayó Ceaucescu, el comunismo, la cortina de hierro y el muro de Berlín, pero el cine rumano se levanta, justo ahí donde el tiempo parece toparse con una vía muerta. A pesar de eso las personas no solo se están muriendo, sino que aún viven e incluso nacen. ¿Cómo hacer una comedia en un departamento atestado de gente que tiene que atravesar toda una jornada sin contar con una noción del futuro? Solamente con una aguda concepción de la historia y del cine se puede ubicar una cámara con tanta precisión en tamaño despelote. Puiu la tiene.



La chica sin nombre (La fille inconnue, Luc y Jean-Pierre Dardenne, Bélgica)

Los hermanos Dardenne hicieron demasiadas obras maestras como para que nos sorprenda La fille inconnue. Eppur si muove. No estarán a la altura de Le Fils o de Rosetta, no hay novedad ya en la evidencia de que Europa es un lugar de mierda, como nos lo mostraron ellos hace 20 años. Pero con lo que hacen hoy les basta para ser mejores, más pertinentes y más necesarios que casi todo el resto.


La muerte de Luis XIV (La Mort de Louis XIV, Albert Serra, Francia)

"La muerte es más igualitaria que la revolución" podría ser la consigna de un materialismo cinematográfico. El tipo que encarna al Rey Sol es el que antes le puso cuerpo a Antoine Doinel, con lo cual Albert Serra termina haciendo un documental emocionante sobre la lozanía perdida de la nouvelle vague. La próxima vez lo haremos mejor.


Cuatreros (Albertina Carri, Argentina)

Albertina, la sobrina de Adolfito y la hija de Carri, se deshace de todo recato para adueñarse de legados varios, ajenos y propios, históricos y personales. Intempestiva entre la abulia del cine argentino actual, ella se encarga de las tareas que otros esquivan: pensar, pelear, salirse de la horma y ajustar cuentas con su propia reputación. Al puritanismo cinéfilo le arroja tantas palabras y tantos recorridos de la mirada que lo deja atontado.



Luz de luna (Moonlight, Barry Jenkins, EEUU)

Comienzo imperfecto y final perfecto. Las tres partes que componen Moonlight son irregulares, concepto con el que el autor juega desde el mismo afiche. La elegancia formal del tercer episodio, su tempo exacto, sus elipsis sugestivas dan a pensar cuántas películas caben en una película e invitan a revisar las nociones de identidad, unidad y continuidad con que se puede cerrar o abrir una política de la narración.



Sin nada que perder (Hell or high water, David Mackenzie, EEUU)

Noir sin complacencia vintage. A punto de recordarnos que el cine de género alguna vez no fue una serie de clisés para confirmar las certezas de un cliente que siempre tiene la razón, Mackenzie demuestra que con sintaxis clásica, emoción pudorosa y violencia justa (en todo sentido) se puede hacer un cine popular y político.



The Disaster Artist (James Franco, EEUU)

Atención kierkegaardianos: ¡la repetición! Tomy Wiseau es el Ed Wood del siglo xxi. Cuando filmó su desastrosa The room (2003) ya hacía 9 años que Tim Burton había hecho su oda al cineasta chapucero que trasciende la historia del cine por su absoluta incompetencia. De alguna manera, su biografía ya estaba filmada y él la repitió (mal). James Franco repite y quizás mejora no solo a Wiseau -lo que no resultaría una hazaña- sino también a Burton -lo que ya es decir algo. Aunque más no sea porque, a diferencia de Burton, que se apoyaba en la fotogenia de Johnny Depp, sostiene su potente autoría desde adentro de su película: su prodigiosa actuación haciendo del desastroso cineasta y actor Wiseau transfigura el ridículo involuntario por una profunda simpatía, ajena a toda distancia irónica. 



Alanis (Anahí Berneri, Argentina)

La sinopsis acumula catástrofes personales y sociales pero la película exhala luz. Eso se logra con lucidez política y astucia artesanal. Berneri conjuga términos que el sentido común suele oponer: madre y puta, cuerpo alienado y cuerpo amoroso, mercantilización y solidaridad. Y filma una vida hermosa en una ciudad horrible.

(NOTA: En todos los planos elegidos alguien mira, excepto en el de Lynch, en el que alguien sueña).

viernes, 29 de diciembre de 2017

Su éxito, ¿será también el de la Argentina?


"Los buitres y los grupos financieros más concentrados no ven solamente el potencial de riqueza del país por la explotación de Vaca Muerta y el resto de sus recursos naturales, sino también el colosal sendero de endeudamiento en el que hoy Argentina podría ingresar con más señales favorables para los mercados".

Mariano Kestelboim, "Deuda y buitres", agosto 2014

por Esther Díaz

Un país sin deuda no es rentable para los amos del dinero. Argentina se había desendeudado en la última década. ¿Qué beneficio le da eso al capital? Ninguno. En Inglaterra existen tarjetas de créditos que no les renuevan a los clientes que pagan puntuales. Sin deuda no hay paraíso. La consigna es gerenciar y endeudar. El costo lo pagan los que menos tienen. Se pierden derechos porque el Estado está al servicio de las corporaciones. En contra y a la defensiva del pueblo (por eso la represión entre otras agresiones estatales). Los gerentes impolíticos son eso, gerentes. Trabajan para el neocapitalismo, de ahí el desprecio por los símbolos patrios y los engaños de campaña. Espejitos de colores. Solo importa el mayor lucro para la mínima minoría que acumula la riqueza del mundo. A Marcos Peña -en Forbes- lo nombraron CEO del año. Que a un político de rango en ejercicio de su investidura se lo premie como gerente empresarial, lo dice todo.

miércoles, 27 de diciembre de 2017

Simulacro, simulación y grieta

Ilustración: Carmen Cuervo

por Hernán Sassi
fines de diciembre de 2017

I

Un amor no empieza con la primera salida o el primer beso, mojones pavotes que imponen efemérides de pareja que seguimos con la aceptación resignada con la que celebramos rituales vacíos, como la navidad sin ir más lejos. Tampoco termina cuando alguien dice “basta”. Los acontecimientos históricos también descreen de almanaques. Siglo largo el diecinueve, corto el veinte. Los cien días de gracia de la gestión presidencial pueden dilatarse hasta una elección de medio término tras la cual, vencedor, el presidente se envalentona y apura el trote, acelera aún más la transferencia de recursos de pobres a ricos mandando al congreso un paquete de ajuste a los que ayer nomás birló con reparación histórica, apretando gobernadores tibios con chequera en mano para garantizar noche sin sobresaltos. Hasta ahí llega la gracia, hasta que la noche deja de ser plácida y trae desconcierto y hasta alarma.

En este interregno celestial de globos amarillos y pompas de jabón (burbuja financiera que le llaman), hemos asistido a una república del diálogo y el consenso (con presos políticos incluidos) sostenida a base de sinceramiento (o tarifazo), ascetismo de la ciudadanía (o fin de fiesta), y sobre todo, sostenida a golpes de creencia (fuerte, inquebrantable, según parecía), en particular, en la promesa de una felicidad futura pero próxima, utópica se diría, tanto como las mentadas “pobreza cero” y “lluvia de inversiones”, una promesa en la que confía la mayoría (hoy no tan silenciosa) con la fe del carbonero. He aquí el punto ciego que no podemos explicar desde el campo popular. No hay engaño alguno. Todo está a la vista. Transparente como el agua. Aún así, se cree.

Si es así, es porque Cambiemos no solo ganó en las urnas, sino también ganó la batalla cultural que no es otra cosa que la batalla por la cultura. Si bien el Excel revela la misma receta económica archiconocida del neoliberalismo que supimos conseguir, hay sabiduría política y comunicacional a raudales en estos buenos muchachos. Tanta (y a tanta distancia estamos de ella) que da asco.

Nos encontramos en un limbo en el que “no existe ni la nueva ni la vieja política” (Paula Bertol) (1). Como “no cree[n] en la ideología porque la ideología es la neurosis de la historia” (Alejandro Rozitchner), no son un partido, menos un movimiento. Se trata más bien de un “espacio” o una App (2) que, como tal, requiere cada tanto un “upgrade” (Mauricio Macri). La App busca “superar la tensión y los prejuicios” (Francisco Javier Quintana) porque, tan sencillo es, “lo bueno para el otro es lo bueno para mí” (Claudio Avruj). Al tiempo que ve “la política como servicio” (Alejandro Rozitchner), dispone “buena onda” (Horacio Rodríguez Larreta) e invoca “alegre prepotencia del trabajo” (Enrique Avogadro). Frente a vagos y mal entretenidos, propone esfuerzo y éxito garantizado: meritocracia y emprendedurismo. Frente a líderes que remitían orgullosamente a un pasado un tanto lejano (el de la juventud maravillosa) y admonitoriamente a uno cercano (el menemato y el de la Alianza), la aplicación “da por cerrado el Siglo XX”: ahora “no nos une el pasado” (Marcos Peña), “estamos enamorados de futuro” (Marcos Peña) pues “lo mejor está por venir” (José Torello). Frente a dementes que cancelan deuda con organismos internacionales y despilfarraban dinero duplicando presupuesto educativo y sueldos de los investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y, por si fuera poco, lanzan satélites al espacio, hay una “alternativa acorde al tiempo que vivimos” que hace “lo que hay que hacer”, como reza el slogan de campaña, “en base a un gobierno serio” (Federico Pinedo); una alternativa, en definitiva, que brega por un “país normal” (Mauricio Macri).

Hasta aquí, el simulacro, la fachada tras la cual no hay nada sino el desierto de lo real. En fin, la “derecha democrática” que (no) describía (y menos así) un periodista de cuyo nombre no quiero acordarme.

En el limbo basta con el simulacro. Por eso el gobierno no tuvo que recurrir a simulación de ataque tanto para derogar la ley de medios cuanto para meter por la ventana a jueces de la Corte que, entre otras cosas, garanticen mejor vida a milicos en galera por crímenes de lesa humanidad. Es que este gobierno también contó (y cuenta) con su viento de cola, y hasta hubo (y hay) “lugar para equivocarse” (Laura Alonso). Es más, fue el gobierno quien hizo de ese lugar una estrategia, la del “si pasa, pasa”.

Tengo malas noticias. Hay que darlas no obstante sean estos tiempos navideños. Los reyes magos son los padres y aquellos globos amarillos, hoy que la aplicación tiene ya dos años de rodaje, dejaron de serlo; no son siquiera un simulacro de globos, son huevos nomás. Como sabemos, una tortilla se hace rompiéndolos. Es que el modelo no cierra (con la gente afuera) sin represión. Llegó la hora de romperlos. Ahora sucede lo imposible: hay grieta en el simulacro. El relato parece quebrarse, y el velo, caerse. La App necesita un upgrade: se activa Simulación 2.0.

II

Entre tantas definiciones hirientes que menoscababan sus virtudes de líder y hasta su inequívoca centralidad como figura en la política argentina de los últimos años, innumerables veces se dijo que Cristina Kirchner no era sino una actriz, “gran actriz”, se agregaba como elogio borgeano. Histriónica y altisonante como Evita, con dedo en alto propio de cura en sermón encendido y por qué no de General que echa imberbes de una plaza (aunque ella más que echarlos, sabía acogerlos con gusto), pastoral y hasta dicharachera como Néstor Kirchner; incluso, en sus últimas apariciones, cuando no ejercía ya la presidencia y se la paseaba por Comodoro Pi –como en tiempos de inquisición al reo– para regocijo de cuervos mediáticos y demás resentidos, se la caracterizó de arteramente mansa y calma ni más ni menos que como Heidi, ese lobo con piel de cordero. Dramaturga antes que actriz, Cristina, esa que hace años echó a rodar un nombre de pila como Mauricio –así lo quisieron ella y él–, escribió no pocas y buenas páginas de la historia reciente. Si fue actriz, va de suyo que sus actuaciones palidecieron al final de su gestión: el otrora pueblo, la más cercana “gente”, en definitiva, el actual consumidor/usuario vio la mascarada y clickeó el cambio. No se dio cuenta en ese entonces (ni ahora) de que el partido era más fácil: ¡era por abajo! Cosas que pasan. No será la primera ni la última vez que se tire un tiro a los pies.

En la política argentina actual la actriz no está sola en el escenario. Son varios los actores que la acompañan. Y han dado prueba de ser muy buenos por cierto. Eso sí.

En la escena hoy cunde la sobreactuación, y más aún, la simulación.

Antes que nada, el saqueador proyecta. Primero proyecta que son otros los que roban y no falta uno que le regala en bandeja la escena patética en un monasterio en el que buscaba esconder bolsos con dólares timados al Estado. Proyecta él, que puso en marcha un blanqueo de dinero mal habido para los buenos amigos (algunos de los cuales están en carteras ministeriales haciendo pingües negocios con el Estado) y dispuso la ingeniería financiera para que la fuga de divisas crezca exponencialmente, si a paraísos fiscales, mejor. Segundo, con la pequeña ayuda de un juez, el que vino por todo deja ver que ex-funcionarios, ayunos de gestión hace ya dos años, pueden entorpecer causas, y si no comanda la cacería de opositores, al menos –habida cuenta de su gusto por el laissez faire– deja hacer. No le basta. Ahora simula un abismo inminente, abismo que un service que la va de periodista en horario prime time, confirma: “Argentina emite deuda y administra la trampa” (3). El presidente mismo es quien, sin ambages, le dice a don Longobardi: “Si esto no cambia, explota”. Tampoco basta. Se simula hasta una guerra con traición a la patria incluida que merece un escarmiento desmedido porque “al enemigo ni justicia”. Nunca basta. Para el perverso no hay sosiego. Con sobreactuación de lujo, la fiscal de la República o loca de atar que ajusta la App a la politiquería vernácula –gritando y poniendo en ridículo a la propia tropa, cuando es necesario–, simula que ante la desaparición de un submarino es imperioso revisar las irregularidades en los procesos de reparación de la flota de mar y submarinos para encontrar a los responsables (¿de la desaparición?). Los correveidiles cuentan que ya marcha una denuncia por asociación ilícita a ex-funcionarios K. Sobran jueces que dicten preventivas. Temen no estar a tono “al tiempo que vivimos”. 

El perverso simula ataques a las instituciones. Las ve por todos lados. Está paranoico. “¿Estás nervioso?”, le diría el walking dead Néstor Kirchner patinando la “s” final con sonrisita pícara para asustarlo aún más; así de infernales son esos muertos que vos matáis cuando vuelven del más allá. Cuando sucede lo imprevisto en el Sur, esto es, cuando aparece un desaparecido en democracia, la sobreactuación se desata y el perverso no sabe qué decir. Es que, como dice Jorge Asis, “se ve que (el gobierno) no tiene problema hasta que aparece un problema. Ahí tienen una cierta dificultad para la toma de decisiones” (4). Se llega a inventar un grupo terrorista, la RAM, caterva temible sobre la que el mismo Jorge Asis, twitea: “Creo que no existe RAM”. Cuando sucede lo esperable, esto es, cuando gendarmes fusilan por la espalda a un joven en refriega confusa según los grandes medios o en avanzada impiadosa según el sentido común, que es, como se sabe, el menos común de los sentidos, los ecos de lo acontecido en esa nueva Patagonia rebelde impactan: con magnífica sobreactuación de la Vicepresidenta incluida, nos enteramos de que hay mapuches que portan “armas” y son una amenaza, y no latente; hay nuevo enemigo interno. El fusilado en esa avanzada no habla como habló el cuerpo de un tal Santiago Maldonado acorralado en operativo ilegal y obligado a un curso de natación intensivo a ritmo de metralla. El allanamiento posterior al asesinato con bala de plomo de Rafael Nahuel arroja que no había rastro alguno de armas mapuches, más allá de algunas ramitas puntiagudas que por esos lados abundan, ramitas que no dañan Robocops por más que las tiren con fuerza estos insumisos salidos del fondo de los tiempos. Lo único que se encontró en ese allanamiento tras el asesinato del joven mapuche fue un reguero de casquillos de proyectiles de gendarmería. Mientras tanto, en la Metrópoli la simulación se redobla: hay turbas de forajidos que buscan impedir sesionar a los legisladores fuera del recinto y no faltan legisladores que quieren impedirlo dentro. Se simula la toma del poder y mientras se encarcela a mansalva, incluso a periodistas, se amenaza con iniciar acciones penales contra los legisladores por intento destituyente. Cuesta simular paz y amor, y más aún poner cara de yo no fui, como cuando estaba intacto el simulacro y nadie pestañaba. El Jefe de Ministros lo intenta en rueda de prensa, pero está nervioso (y no es él solo que lo está; el propio presidente, cuentan, estalla de furia en Casa Rosada), apunta y dispara a diputados kirchneristas por "convertirse en piqueteros dentro del recinto".

Cuando llovían piedras en la plaza y había griterío en el recinto, aunque confusa, la escena era clara: los violentos son (siempre) ellos, estén afuera o adentro. Ahora bien, cuando en una noche larga, muy larga, se baten cacerolas, el de la lengua del ultraje no registra el mensaje, no comprende; no sabe, no contesta. El perverso vuelve a traspirar. Googlea buscando ayuda. La App se queda “pensando”. El perverso se espanta al escuchar: “¡Que se vayan todos, que no quede ni uno solo!”, rémora de un tiempo ido. “¿Qué es esto?” es la pregunta que cunde en palacio sin un Martínez Estrada con quien cruzar ceños fruncidos, sin ese señor porque lo saben –no son estúpidos, no tienen una pizca de estúpidos–, saben que precisamente él, así como les espetó a quienes bombardearon una plaza y fusilaron en un basural a fieles de aquel que prefería el tiempo a la sangre “Ustedes son peor que el tirano”, hoy les diría: “Ojo que ustedes son peores que la yegua”. La papa quema. El simulador se hace el desentendido. Ya lo dijo Asis, no sabe qué hacer cuando una papa quema. Lo que atina a hacer ahora es simular, simular que no hay papa, ergo que nada quema, y que ese humo en los alrededores del Congreso no es más que fuego de artificio.

El amo juega al esclavo. Lo viene haciendo en estos tiempos lisos y sin épica en que garpa hacerse el manso (quizá Trump, cocorito de cresta roja, sea la excepción de la regla). Así lo ha hecho el gobierno. Le sale fenómeno. Pero algo se ha quebrado. Ahora se afana para que no le pase lo que a la actriz caída en desgracia. Teme el “¡se nota mucho!” de Don Niembro. “Si se ve la mascarada, están fritos” les avisa un ecuatoriano de pelo teñido y cara de bonachón, el verdadero ingeniero o más bien el desarrollador de la App que vive en un castillo amurallado de libros, lejos del mundanal ruido, lejos del batir de cacerolas en barrios capitalinos donde el PRO arrasó en elecciones hace menos de dos meses.

Es sabido: la nafta no apaga el fuego, lo aviva. La templanza zen que imprime la App no puede acallar el avasallamiento de poderes, los carpetazos, la estigmatización (de los K, del sindicalismo in toto, de todo el/la que se les oponga), el silenciamiento de voces críticas con lapidación incluida, su propio “Nunca más” (“no vuelven más” corean cada dos por tres con regocijo y ojos encendidos) y la represión. A propósito de la última, de este sol que intenta tapar con las manos de la prensa afín: las herramientas represivas del Estado se desatan. Entre manifestaciones varias y protestas por cierre de fábricas y más fábricas, hay 200 detenidos en 10 días. No asombra: en sus dos años de gobierno Cambiemos cuenta con el mayor pico represivo desde 1983 (5). Y para colmo (¡bingo!, ¡cerrame la 5!), "el beneficio de la duda siempre lo tiene que tener la fuerza de seguridad" (6), según declaró la Vicepresidenta en actuación descollante ante el mismísimo hombre-rata.

Quien ha sembrado vientos, no puede esperar otra cosa que estas tempestades decembrinas. Son, a no sorprenderse, el retorno de lo reprimido.

III

En las grietas está Dios que acecha.
Jorge Luis Borges

Hay cenizas en el viento y es diciembre en Argentina. Pero a no apresurarse. Los tiempos rotos no saben de efemérides. No conocen almanaques.

No todos los diciembres son iguales. Si así fuera, lo que importa –lo sabemos con Marx, Nietzsche, Freud, Deleuze y Borges que gritan “attenti al lupo” en cada repetición–, lo que importa es la diferencia en esa repetición. Así como la App, si bien se le parece, no es el neoliberalismo de los 70 ni el de los 90, este diciembre no es el de 2001. Hubo unión con aires de “piquete y cacerola la lucha es una sola”. Pero no hubo multitud que diga “basta” ni 39 cuerpos camino a la morgue.

El de este mes fue un acto de resistencia. Sin la trascendencia de la primavera de Praga cuando ésta moría, pero fue mucho, pues veníamos de tierra arrasada en estos dos años y meta mirar pal costado. De ahí que uno tienda a esta comparación que no es sino una demasía. En realidad, fue resistencia al menos como lo fue la manifestación contra el 2x1. No es poca cosa. Y no son poca cosa dos golpes en un año. La App todavía está “pensando”.

Así como hay violencia(s) –la violencia de arriba que engendra la violencia de abajo, sobre todo–, hay grieta(s). Está la que cruza de unitarios y federales a macristas y K, pasando por peronistas y antiperonistas, en definitiva, la que aunque se presente como “un puente entre dos mundos” (7) (Carmen Polledo), viene a profundizar la App antes que a restañar, y está la que se ha abierto en este diciembre raro de tan parecido a otros, raro como un dejà vu, la que forzó a la sobreactuación, a la simulación.

A diferencia de no pocos exponentes de la App, que son expertos simuladores del talento, diría Ramos Mejía, el campo popular no sabe simular. Es bruto por naturaleza. Esto es, dice lo que piensa (verdades, algunas veces) sin pensar o, mejor dicho, pensando con las tripas. En este diciembre habló, gritó, caceroleó. Actuó en la batalla por la cultura, en concreto, por la cultura que forjamos o dejamos pulverizar, que a veces es lo mismo. Repito: no es poca cosa. Pero no es suficiente. Es mucho. ¿Basta para escribir la primera página de un nuevo capítulo de las multitudes argentinas que hemos iniciado en 2017?

La App está “pensando”.

El campo popular también. Ya descansó demasiado, fiesta incluida.

No es poca cosa.

Termina el año y hay partido abierto. Falta para definiciones, pero cuidado con la repetición. Veamos en ella la diferencia. Es por abajo, ¡eh!



NOTAS

(1) Peña, Marcos; Rozitchner, Alejandro (Comp.). Estamos. Una invitación abierta, Buenos Aires, Planeta, 2013. Todos los entrecomillados del párrafo responden a este libro-presentación de Cambiemos, en su mayoría, al índice.

(2) La hipótesis es de Gustavo Varela en http://www.so-compa.com/politica/cambiemos-una-manera/

(3) http://marcelolongobardi.radiomitre.com.ar/nota/29917/


(4) http://www.lanacion.com.ar/2088904-quien-es-el-angel-exterminador-de-la-politica-argentina-segun-jorge-asis

(5) http://www.correpi.org/2017/12/21/dos-anos-de-gobierno-de-cambiemos-el-mayor-pico-represivo-desde-1983/

(6) http://www.perfil.com/politica/michetti-el-beneficio-de-la-duda-siempre-lo-debe-tener-la-fuerza-de-seguridad.phtml

(7) Peña, Marcos; Rozitchner, Alejandro (Comp.). Estamos. Una invitación abierta, Buenos Aires, Planeta, 2013.

martes, 26 de diciembre de 2017

La muerte del nuevo cine argentino y los cines posibles - Cuatreros online

Nadie oyó gritar al cine argentino - Una conversación sobre el estado del cine y el cine de estado


El 15 de diciembre en la ENERC participé de las Jornadas "La imagen argentina III". En la tercera jornada, titulada genéricamente "Territorios", formé parte de la mesa "La novedad permanente", antecedido por Paula Croci y Eduardo Russo. En principio, mi intervención se titularía "Los cines posibles en el país imposible", en los que pensaba explayarme sobre cuatro películas de dos cineastas que para mí funcionan como señaladores de distintos momentos del Nuevo Cine Argentino. Según una hipótesis instrumental y no más que eso, podría señalizarse a Los rubios (Albertina Carri, 2003) como la última película del menemismo, a M (Nicolás Prividera, 2007) como la última película prekirchnerista, a Tierra de los Padres (Prividera, 2012) como la primera película postkirchnerista y, finalmente, -lo descubrí en los días previos a mi intervención en el ENERC- a Cuatreros (Albertina Carri, 2016) como la última película del Nuevo Cine Argentino. Estas marcas son, como cualquier otra que se haga, cortes provisorios. Desde una perspectiva diferente podrían elegirse otras películas y otros momentos. Lo que me interesaba en realidad era marcar correlaciones históricas.

El cine no se mueve simplemente por su historia interna, según la cual unas películas dialogan con otras, en festivales o en la cultura cinéfila que uno acopia en sus discos rígidos, mientras afuera el mundo sigue girando. Ahí afuera es el lugar donde se dan las condiciones materiales para que las películas sean posibles y ahí afuera están los espectadores potenciales de las películas. También ahí afuera están los cineastas, con su proveniencia social determinada, viviendo en el mundo imaginario que se construyen pero también en el mundo real que les da de comer y les cede imágenes para que ellos produzcan alguna mirada. 

De hecho, estas jornadas transcurrieron a pocos metros del lugar donde las multitudes repudiaban la ley de saqueo a las jubilaciones, pensiones y asignaciones que el macrismo negoció con los gobernadores peronistas. Tan traspasado está el cine por el mundo que durante estas jornadas, mientras las fuerzas del estado ejecutaba una feroz represión contra los manifestantes, más de uno entró al ENERC sofocado por los gases lacrimógenos que tiraba Gendarmería. No es exactamente una metáfora. Más que nada es la irrupción desagradable de la verdad. No hay cine posible sin país posible. Lo que no se reduce solamente a una política de subsidios, como muchas veces se simplifica en la propia comunidad cinematográfica.

Se me ocurrió poner a Cuatreros como la última película del nuevo cine argentino porque pocos días antes de las Jornadas las autoridades del INCAA anunciaron que no habrá subsidio a la producción cinematográfica hasta 2019, lo que en el lenguaje macrista significa que se acabó este juego que te hacía feliz. O, para decirlo en otras palabras: si les sacamos a los viejos sus remedios y a los pibes de la AUH su comida, ¿qué te hace pensar, cineasta, que vamos a darte guita para tus películas? 


Cuatreros, de Albertina Carri from El Cohete A La Luna on Vimeo.

Dicho así suena brutal y efectivamente lo es: no va a faltar quien me diga que un país debe fomentar su producción audiovisual. De acuerdo: también debe tratar de que los viejos y los chicos no mueran de hambre, por falta de remedios o cagados a tiros por la cana. Si esto no es posible, ¿por qué sería posible aquello? Los que se refugiaban en la ENERC de los gases de Gendarmería producían el más elocuente signo de cómo están vinculadas las cosas, la performance más contemporánea sobre el estado del cine y el cine de estado. Y si nos preguntamos por la imagen argentina, quizás los cineastas podían estar registrando esa lucha que se daba ahí a metros. Quizá lo estén. Ojalá.



Cc By-NC-nd 4.0-M.A.F.I.A.

Cuando me enteré del anuncio del no subsidio al cine, pensé que las condiciones históricas habían dado remate definitivo al Nuevo Cine Argentino. Entonces se me pasó por la cabeza el título de una película casi olvidada. Nadie oyó gritar a Cecilio Fuentes, dirigida en 1965 por Fernando Ciro, basada en el cuento "El mal necesario" de Dalmiro Sáenz. La vi en la tele hace un montón y la quise ubicar ahora y no aparece. La recuerdo como una interesante cruza de policial y cine moderno, no podría asegurar ya hasta qué punto lograda. Un tipo, Cecilio Fuentes, es asesinado por una patota. Después alguien emprende una investigación que no llega a ninguna parte porque nadie oyó gritar a Cecilio Fuentes. (Fernando Ciro era cuando la hizo un galán de telenovelas muy famoso; décadas después terminó siendo, junto a su mujer la actriz Elena Cruz, uno de los primeros negacionistas declarados de la anterior dictadura y apólogo de Videla, un precursor de Darío Lopérfido. También protagonizó otros escándalos mediáticos cuando Dalmiro Sáenz contó que participó de algunas orgías que organizaban Ciro y Cruz. Pero esta es otra historia que podría dar lugar a una película interesante).

¿Por qué se me cruzó esta película que yace en el fondo oscuro de mi memoria y vaya a saber dónde más? Porque si el Nuevo Cine Argentino acaba de recibir su puñalada final, nadie lo oyó gritar. Quiero decir: si un historiador del futuro tratara de buscar en las propias películas filmadas en los últimos quince años las huellas que anunciaran la tensión social que dio lugar al actual estado de cosas, si buscara en las propias películas cómo se gestó este régimen represor y hambreador que además remató al Nuevo Cine Argentino, le resultaría muy difícil encontrar esas huellas. Películas que registraran los sacudones sociales que atravesaron la sociedad y hoy nos llevan a esto. Nadie oyó gritar al cine argentino.

La mesa en la que participé se llamaba "La novedad permanente" y esta novedad me parecía lo suficientemente relevante como para ser puesta sobre el tapete: difícil hubiera en esos días una novedad más novedosa que lo que estaba pasando ahí a pocos metros.

Los cines posibles: si gran parte de los cineastas de la historia provienen de la burguesía y en los últimos años los desarrollos tecnológicos y las políticas de estado hicieron posible que los pequeño-burgueses también pudieran hacer su cine, ahora una de esas dos condiciones ya no se da. Este estado no es el mismo que hasta hace poco subsidiaba al cine. Es abstracto hablar de "el Estado", y prescindir de las mutaciones históricas. El actual Estado está en manos enemigas y que encima son brutales, odian la cultura y no les interesa ningún fomento cinematográfico. Por lo visto, solo les interesa el saqueo, la exclusión y la muerte de los "prescindibles", lo cual incluye al Nuevo Cine Argentino. Por una cuestión de clase, el Nuevo Cine Argentino no se vio venir su propia muerte.

Pero estamos en una tierra pródiga en imágenes. Si salís a la calle con un celular, podés hacer hoy muchas películas. Necesitás otro know how que el que valió hasta ahora para moverse en los pasillos del INCAA. Las cosas cambiaron. Lo que la Argentina pide a gritos es que otro cine produzca las miradas que la historia ofrece. Es un poco más peligroso que antes, pero quizás pueda ser más fértil para los historiadores del futuro.

Al día siguiente, en la última emisión radial del año de Patologías Culturales lo volví a conversar con Maxi Diomedi y se puede escuchar acá:



lunes, 25 de diciembre de 2017

Camarazo frente al Congreso: No disparen contra la prensa


Fotos: Sebastián Puenzo

Comunicado de aRGra (Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina:

Convocamos a todos los colegas a sumarse al camarazo que realizaremos el próximo miércoles 27 a las 11hs frente al Congreso Nacional bajo la consigna “No disparen contra la prensa”.

Durante la represión a las marchas realizadas el 14 y 18 de diciembre en rechazo de la reforma previsional en las inmediaciones del Congreso, las fuerzas de seguridad hirieron con postas de goma a mas de 20 reporteros gráficos, esta cantidad se multiplica si contamos a la totalidad de los trabajadores de prensa. La Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina entiende que los trabajadores de prensa que cubren la protesta social son asimilados a “objetivos a reprimir” por parte de las fuerzas de seguridad, por esto exigimos el cese inmediato de la represión a los trabajadores de prensa, y responsabilizamos en forma directa al gobierno, por la seguridad de los periodistas en el ejercicio de su labor.


Foto: Jaime Andrés

Los esperamos el miércoles 27 a las 11hs frente al Congreso Nacional “No disparen contra la prensa”.”Libertad para informar”.


domingo, 24 de diciembre de 2017

Cruje

El estado macrista mató en 2 años a una persona cada 23 horas


Los precios de diciembre y enero pintan complicados, revela Bonelli un diálogo secreto en su columna de Clarín del viernes. Muy secreto no sería el diálogo si lo publica un vocero oficial del régimen. Y qué secreto podría ser que los precios de diciembre y enero pinten complicados, si sabemos que la luz aumenta brutalmente desde una base ya brutal, que la factura de gas viene pimienta, que aumentó la nafta, que los remedios no paran de subir, que ellos mismos inducen a una suba del dolar que naturalmente empuja los precios para arriba y que en enero empieza una escalada implacable en las tarifas del transporte. Hasta un orate sabe que en diciembre, enero y febrero los precios vienen complicados. Toda la orientación de la política económica alza el costo de la vida, aunque el indec después pondere los precios de la canasta básica como si tuvieran baja incidencia en el número final, es decir: dibuja una inflación que disimula que, cuanto más pobre sos, más alta es. Rara idea del secreto maneja Bonelli. Le confiere carácter de diálogo secreto a lo que cualquiera sabe.

Pero macri va a esperar hasta febrero para ver si es verdad que la inflación le resulta complicada. No se acuerda ni de las cosas que leyó. Leyó que él mismo dijo que lo más fácil de todo era bajar la inflación, el mandamiento principal del evangelio neoliberal. No hay error: con las medidas que tomás, la inflación no puede no subir. Los únicos que pueden no saberlo son los integrantes del triunvigato, que también van a esperar hasta febrero, si llegan, para ver si la meta inflacionaria del 10% anual postulada en el presupuesto se cumple el próximo trimestre. ¿A que arrimamos a ese 10% de acá a marzo? Pero el triunvigato apuesta a ser convocado a seguir dialogando y deja en suspenso el plan de lucha anunciado el 22 de agosto, farfullado otra vez el lunes pasado, olvidado a las pocas horas, mientras considera la posibilidad de cerrar paritarias en torno al 10% con una cláusula gatillo que macri ya sabe que llegado el momento no gatillará.

Cuanto más inviable es el plan económico, que ni siquiera puede resolver "lo más fácil de todo", más violenta se pone la cana, a medida que las bases, los sindicatos combativos, las regionales y las organizaciones sociales empiezan a desbordar a la claudicante conducción cegetista y hasta una parte de los propios votantes del oficialismo sale a cacerolear porque se siente engañada.

Sigue Bonelli: "El núcleo del poder real ─Macri, Peña, Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal─ recibió esta semana la primera encuesta sobre el costo político que pagó la Casa Rosada. Según esos datos la imagen presidencial cayó todo lo que había subido después de las elecciones. Hubo una baja de 8 puntos hasta el viernes pasado . Esta semana bajó otro escalón: en total 12 puntos".

El núcleo del poder real, el mismo que creyó que bajar la inflación era lo más fácil y que Trump nos iba a comprar los limones, no previó que la baja sistemática de jubilaciones, pensiones y asignaciones iba a ser mal recibida por los que hace dos meses creyeron que ahora venía la buena. 

Abajo hay bronca, como se vio en los últimos días: el pueblo salió a la calle (perdón por la palabra pueblo). Como el equipo de profesionales de Big Data no supo comunicar las bondades del saqueo a jubilados, hubo que optar por una comunicación digamos más física. Balas de goma y gas pimienta contra transeúntes aterrados, indigentes, fotógrafos y señoras que salen a la puerta a ver qué pasa.

El pueblo en la calle provoca zozobra: ¿es que nuestro manejo profesional de las redes sociales y la operación permanente en los medios masivos no funcionan como Face Swap?

Obvio, como no baja la inflación ni puede reactivarse la economía con las tazas absurdas de Sturzenegger. Todo eso se sabía en septiembre de 2015 y en diciembre de 2001. Lo que sí funciona son las balas, no siempre de goma. En el informe anual de CORREPI se informa que en dos años el macrismo produce un muerto cada 23 horas en manos de las fuerzas represivas del estado, la cifra más alta desde 1983. Todo moderno y democrático. En diciembre del año pasado la contabilidad de muerte estatal daba un muerto cada 28 horas. Un año después, el macrismo puede exhibir al menos un índice de crecimiento sostenido, más de un muerto por día.

El plan es, si se quiere, simple: transferencia brutal de riqueza hacia los ricos y salir a matar. 


El pueblo argentino no se presta al ajuste fácil. Una derecha más moderna que la mierda tiene que incluir la muerte como variable para regular el conflicto. Es lo que anuncia el fiscal Moldes y refrenda el propio macri, la violencia política ha vuelto: a matar, entonces.

El magnate sojero Grobocopatel le explica a Bercovich con franqueza: “El Gobierno tiene que hacer muchas cosas, feas, que no gustan. Porque si no las hace, lo que viene es peor. Si no puede pagar, si se endeuda demasiado, todo es peor que estas reformas. Tenemos un problema macroeconómico más grave del que pensamos que tenemos. No hay conciencia en la sociedad de que tenemos por delante varios años duros. Pero hay muchos países que pasaron por años duros y después prosperaron, como China, Corea o Chile. Tenemos que entender que hay que hacer esfuerzos y sacrificios para salir adelante”.

El contexto de estas declaraciones de Grobocopatel es interesante: el núcleo empresarial más concentrado banca políticamente a macri y abomina del kirchnerismo, pero está preocupado por la resistencia de esos a los que el gobierno les tiene que hacer cosas feas, cosas que no gustan. Años duros, de Robocops asolando las calles insumisas.

Esta gente noble y poderosa está alarmada por las últimas movilizaciones, sobre todo las del turno noche del lunes, las inesperadas: "Todos comandados por el kirchnerismo. La gentuza que nos gobernó, como (Agustín) Rossi o (Axel) Kicillof, tiene que irse a laburar y no quiere. Necesitamos que haya una oposición, porque no puede no haber, pero tiene que ser una oposición razonable, no ellos" dice con voluntad de poder Gabriel Martino, el CEO del HSBC, denunciado hace no tanto por lavado de dinero. Lo dice aún con la ley aprobada, lo que muestra que ni el abuso a diputados les sabe a victoria política. Están inquietos.

De esa alarma surge el dictamen del fiscal Moldes (lindo apellido) refrendado por macri: la movilización es violencia y la violencia se reprime. Las cosas feas requieren más cosas feas.

Quienes no terminan de entender un cuadro tan diáfano son las cúpulas sindicales. La burocracia que le dio dos años preciosos al macrismo ahora cruje entre la presión de sus bases y la necesidad de preservar sus estructuras y ponerlas a salvo de los zurdos. La página Mundo Gremial cuenta los pormenores de la pelea que esta semana se desató en la CGT, que terminó con el retiro de la UOM. “Tenemos que tener un plan de lucha contra el gobierno", grita el Barba Gutiérrez. “Sí, boludo, trosko, que me venís a decir” le dicee con fineza el gordo Daer. Después de pelear más de media hora, Gutiérrez se levanta, les tira las llaves de su despacho y se raja de la CGT. Parece que se va con la Corriente Federal. Los apólogos empedernidos de la unidad sindical recalculan. ¿Qué se consiguió en dos años de unidad paralizante? 

sábado, 23 de diciembre de 2017

Poxyran Doppelgangër


Ya no soy yo
soy tu reflejo
dicen que hablo como vos
pero no lo entiendo
si lo poco que aprendí
fue cuando te perdí
en ese charco de sed
de ganas de no volver.

Ya no soy yo
soy tu recuerdo
ya no soy vos
soy un recuerdo.

viernes, 22 de diciembre de 2017

30 años después de Luca

Ultimo programa 2017 de La otra.-radio, para escuchar clickeando acá 



Hoy hace treinta años se moría Luca Prodan. Cuando llega esta época del año, para muchos de los que la navidad no significa nada, nos vuelve a la memoria Luca, su muerte, la tapa de la quinta edición de Crónica que lo puso en tamaño catástrofe. ¿Qué sería Luca para la Argentina para que su muerte fuera tapa de la quinta de Crónica

Yo estaba en el bar de Lima con mis compañeros de cine, a media cuadra del ENERC (que en esa época se llamaba CERC), cuando entró el diariero con la quinta. Y entonces eso se nos ligó a "Noche de paz" que había salido pocos meses antes en After Chabón y ya está el combo. Navidad, Luca, muerte. Y cada año que pasa volvemos a contar el paso del tiempo: "30 años después de Luca".

Evidentemente algo de su paso por acá nos marcó. Éramos del rock nacional y él vino a agregar otra onda, otro color, con la autoridad que en Buenos Aires se les confiere a los europeos que saben de qué va la cosa. Luca quiso llevar a cabo toda una operación de sustitución del paradigma inicial del rock argentino. En la versión más chambona, Charly y Spinetta no valían nada, no habían escuchado los discos correctos, no eran "de verdad" como él, que solo aprobaba a Pipo Cipolatti, porque era gracioso o a Jaime Torres porque era un negro re-grasa pero "de verdad".

En nosotros se produjo una tensión interesante: nunca, por más soberbia europeísta con que Luca les bajara el precio, dejamos a Charly y Spinetta, nunca le dimos bola a esa canchereada del tano aristócrata. Pero cuando vimos a Luca en acción (yo pude verlo bastante tempranamente, cuando Sumo era telonero de... ¡Los violadores!) nos imantó. Ahí no importaba la operación que pretendía hacer Luca: importaba su potencia corporal, su ternura escondida, el sonido caliente y espeso, la desfachatez, el caos controlado de Sumo.

[Esto lo dice Nora Fisch para Oscar Jalil en Luca Prodan. Libertad divino tesoro: "La gente que vive con tanta intensidad, aparentemente sin miedo ni apego a nada, tal vez tiene temores que son tan enormes y profundos que no emergen. Sin pretender hacer psicoanálisis barato, creo que adentro del Luca carismático y autosuficiente había un nenito muerto de miedo. Luca tenía una soledad esencial, como la de un chiquito abandonado. Fue alguien superinteligente y talentoso, como artista sintonizó de manera muy ajustada la cultura que lo rodeó, pudo leer con gran sensibilidad la sociedad argentina de los 80 con sus hipocresías y sus ternuras, y supo hablarle. Los verdaderos artistas se involucran  con lo social en un nivel perceptual muy profundo y pueden articularlo en palabras, en gestos, en músicao en imágenes".]

Antes habíamos estado tironeados entre los hinchas de Spinetta -que no transaba y ponía la ética del poeta por delante de show- y los de Charly -que era un cirquero que bailaba en el escenario, no era serio como Spinetta, su éxito era un malentendido que se iba a disipar pronto-. Cuando los propios Charly y Spinetta (porque se llaman así, Charly por el nombre y Spinetta por el apellido, los que dicen "García" y "Luis" quieren establecer la distancia del que no la vivió sino la leyó en los libros) se encargaron de juntarse y borrar esa dicotomía zonza, pudimos relajarnos y aceptar que no estábamos equivocados porque los entendíamos perfectamente a los dos. Entonces llegó Luca a decir que los argentinos estábamos equivocados e hizo lo que pudo para imponer un canon que tuviera en lo alto a Morrison, la Velvet, Ian Curtis y Bob Marley. Pero Luca nos mentía: él sabía que esa mutación del proto-punk neoyorquino y el post-punk londinense no había llegado a estas costas y tenía que hacerse un lugar a los empujones, forzar un poco las cosas, pero él sigilosamente deslizaba que Charly y Spinetta eran buenos aunque no se los bancara.

Entonces tuvimos que hacer espacio para Luca en nuestra sensibilidad. Lo que facilitó la tarea es que el rock argentino surgido en los 80 no fue capaz de superar a la generación de los fundadores: Litto, Manal, Moris, Tango, La Pesada, Pappo, pero sobre todo Charly y Spinetta.

Y tuvimos que hacer espacio para Luca por una única razón: sería un tano fanfarrón pero era un gran artista. (Charly lo reconoció, no tanto Spinetta, que dijo no sé qué boludez sobre "el reviente"). Y Sumo en vivo sonaba como nada había sonado acá. Entonces, nosotros, los que estamos escribiendo este texto, nunca tuvimos que optar entre "los que querían parecerse a Al Dimeola" y los chabones que son "de verdad". El que al final sintetizó todas estas tensiones en una mezcla más argentina que la birome fue Palo Pandolfo, historia al alcance de la mano.

Pero nosotros somos los que por una mera contingencia cronológica nos cruzamos a Luca en la calle y fuimos a ver a Sumo antes de que fuera leyenda. Lo vimos mutar leyenda delante nuestro. Y lo vimos morirse de a poco.

Por eso es que cuando llega esta parte del año tan fea, de pan dulce, turrón y sidra, la manera que tenemos de zafar de toda esta porquería es contar otro año después de Luca.

El programa del domingo pasado de La otra, el último en vivo de este año, se lo dedicamos a Luca. No sin antes hablar de la crisis política en la que rápidamente está sumergiéndose el macrismo, al forzar su proyecto de país inviable. Lo pueden escuchar todo clickeando acá.

jueves, 21 de diciembre de 2017

Ya lo sabíamos




Hambre, desprotección, falta de trabajo, persecución política, censura, terror de estado, falta de garantías, degradación de la palabra pública, aprietes, fuerzas de seguridad asesinas, más trabajadores despedidos, burócratas sindicales cobardes y claudicantes, presos políticos, jueces venales, una clase política que vuelve a no poder caminar por las calles, crueldad con los más débiles y sumisión a los prepotentes, indiferencia ante el dolor, abandono de los viejos, chicos que están naciendo condenados a la miseria y expulsados de la protección, cinismo, discursos oficiales psicópatas, endurecimiento de la vida, miseria, desigualdad, discriminación, traiciones, cobardía: el pueblo argentino no ha sabido cuidar lo que tenía. Hay una responsabilidad colectiva. Ya nos había pasado y muchos quisieron volver a esta "normalidad".

Nos costará mucha sangre y mucho dolor recuperarnos.



[Argentina] Brutal Represión policial frente a ajuste que intenta imponer por la fuerza el gobierno de Macri. Fotos y video: Majo Malavarezk

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Más que dos, más que 562


por Cristina Campagna

Hoy somos más pobres.

No todos por cierto, Los del campo popular somos más pobres…

Muchos se preguntan: ¿sirvió la movilización popular después del resultado de la votación?

¡Sí! ¿Por qué?

Porque nos vimos las caras en las marchas, en los cacerolazos de los barrios, en el clamor en la calle.

Porque esto sigue, perdimos la batalla pero no la guerra.

Porque aunque brinden hoy con champagne o se burlen de nosotros sin piedad, no nos han vencido.

Porque, aunque mientan, la máscara se está cayendo a pedazos.

Porque esta burla es insolente, perversa y ya se están abriendo muchos más ojos.

Porque somos dignos, aunque nos hayan pisoteado.

Porque tenemos derecho a tener derechos aunque nos despojen.

Porque somos el pueblo que dignificó Perón y Evita.

Porque tenemos memoria.

Porque no bajamos los brazos.

Porque no olvidamos a Maldonado, a Nahuel, a los 44, a nuestros presos políticos y sociales, a los 30.000.

Porque, somos como dice esa hermosa canción, somos mucho más que dos.


Ilustración: Carmen Cuervo

martes, 19 de diciembre de 2017

¿No se acuerdan del 19 de diciembre de 2001?

Intoxicados de poder: parece que ya no alcanzan Bonadío, Durán Barba, los trollcenters, Lanata ni el respaldo de la CIA y el Mossad






"Yo no paro esta locura - se jactaba hoy a la tarde Emilio Monzó-, yo tengo el control".

Aunque parezca raro aclararlo, la serie de fotografías que ilustran el post provienen, todas ellas, de las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001. ¿No es asombroso que exactamente 16 años después nos vuelvan a resultar actuales? ¿No parecían hace poco tiempo muestras de un clima de disolución social al que ya no sería posible volver?

Si hace 10 días alguien predijera que este clima social iba a revivir, yo habría pensado que no sería posible. Tampoco era imaginable siquiera ayer mismo la vuelta de los cacerolazos espontáneos, aquellos que no se programaban con meses de anticipación ni se promovían con entusiasmo desde los medios masivos de comunicación.

Esta vertiginosa sucesión de acontecimientos, atravesada por una ostentación de violencia ofensiva y estéril de las fuerzas de seguridad  no es la exacta repetición de lo mismo. Hoy gobierna una derecha dura y está haciendo con nuestra sociedad un experimento cuyos resultados empiezan a hacerse visibles. Hace menos de dos meses Natanson pasaba a la historia del ridículo caracterizando al gobierno como una "derecha moderna y democrática". Otros analistas políticos dedicaron las últimas semanas a especular sobre quién acompañaría a macri en la fórmula de su reelección. En los últimos dos años los medios masivos solo hablaban del gobierno anterior, en un intento de tapar lo que está pasando en el país. Hace solo dos meses el gobierno ganó las elecciones de medio término y esto parecía garantizar un fin de año sin sobresaltos, en el que podrían aplicar todas las recetas que venían ocultando y negando durante la campaña electoral.



La explosión social de estos días no es un logro de la desarticulada oposición: es una mezcla de una asombrosa mala praxis oficialista que acumuló toda la cantidad de errores que fueran posibles cometer y todavía algunos más, la asombrosa defraudación de la palabra política ejercida por una parte del establishment político elegido para oponerse y acostumbrado a negociar gobernabilidad burlando a sus representados; y por último, pero quizás lo más importante, la reserva de vitalidad política que mantiene la sociedad argentina.

¿Qué va a pasar ahora? No parece un momento propicio para hacer predicciones ni para cancherear con caracterizaciones apresuradas: el papelón Natanson está muy fresco para todos. A la hora que escribo este post ni siquiera se aprobó la ley de saqueo a las jubilaciones, pensiones y asignaciones sin la cual, según amenazaba macri hace una semana, el país podía estallar. Hoy las hipótesis de estalllido suenan verosímiles incluso con la aprobación de la ley, o con su reemplazo por un decreto de necesidad y urgencia.

Una sola cosa me gustaría agregar: el sorprendente curso de los últimos acontecimientos reafirma la tesis que en el blog sostuve en los últimos tiempos: contra toda apariencia, con todo el poder desplegado y el respaldo macizo de las clases dominantes, con los medios masivos apoyándolo full time, el macrismo se muestra como un régimen frágil y vulnerable. Parece que ya no alcanzan Bonadío, Pichetto, Durán Barba, los trollcenters, Lanata ni el respaldo de la CIA y el Mossad. Ni moderno ni democrático ni republicano ni astuto: el régimen parece intoxicado por su propio poder, lo que lo vuelve curiosamente impotente.

lunes, 18 de diciembre de 2017

Plaza Congreso de nuevo llena de manifestantes contra el saqueo macrista a las jubilaciones y asignaciones

Cacerolazo en Plaza de Mayo


Cacerolazos en toda la Capital y Gran Buenos Aires contra el saqueo a los jubilados, Asignaciones y pensiones


Villa Crespo

Independencia y Chacabuco

Ahora Lacroze y A. Thomas




Fuertes cacerolazos en Caballito, San Telmo, Once, Colegiales, Villa Luro, Mataderos, Villa Crespo, Villa Pueyrredon...
















Corrientes y Callao


Caravana por Flores