domingo, 21 de abril de 2013

Mariano Ferreyra y Néstor Kirchner: dos vidas

Escrito el 7 de noviembre de 2010:



por oac

Hay dos hechos y no sólo uno -la muerte de Néstor Kirchner- que marcan el comienzo de esta nueva etapa de la política argentina. Son dos muertes, episodios singulares del orden de lo corporal, que responden a series causales independientes, pero estarán inevitablemente ligadas en la batalla de la interpretaciones por el sentido del presente. Todos hablan aún del deceso de Néstor y de la manera irreversible en que alteró el tablero. El fallo de su corazón podría haber sido hace pocas semanas un golpe de suerte para una derecha que no acertaba a articular una respuesta frente a lo que aparecía como un leve repunte del gobierno. Todavía no pasaron dos meses desde que escribí esto:

"...las usinas corporativas saben que tienen más chances si la sociedad entre Cristina y Néstor se debilita por motivos contingentes, como la salud de uno de ellos. Esa posibilidad no es un destino inexorable, pero es más factible que se quiebre por ese lado antes que el licuado opositor dé a luz un plan de gobierno y un líder político capaz de llevarlo a cabo. No habrá tembladeral, pero uno puede imagninarse que esta intervención quirúrgica [la que le hacían a Kirchner a principios de septiembre de 2010] va a disparar todo tipo de operaciones en el cuartel de Magneto. El sistema cardíaco de Néstor es para la derecha argentina un terreno más propicio que el sistema nervioso de Lole, Lilita o Mauricio".

El colapso del sistema cardíaco de Kirchner precipitó un cambio brusco en la relación de las fuerzas, pero paradójicamente esa debilidad corporal se volvió una fortaleza política que dejó a la oposición en estado de shock y al kirchnerismo más cerca que nunca antes de alcanzar un tercer mandato. Con esto no pretendo hacer ninguna predicción: la política argentina tiene un margen de indeterminación tan grande que la situación es siempre increiblemente fluida y puede variar de modo imprevisible. Solamente propongo constatar el notable cambio de clima que comenzó a partir del funeral de Néstor, acontecimiento que terminó por convertirse en un hecho político fundacional. Varios pre-candidatos a la sucesión post-kirchnerista vieron de pronto reducidos sus futuros a poco menos que la nada (porque el sentido exclusivo de su relevancia se agotaba en oponerse a la figura de Néstor) y algunos dilemas que el oficialismo no sabía cómo resolver (cómo traducir las perspectivas económicas favorables en una consolidación del rumbo político; cómo elegir al mejor candidato posible para enfrentar las elecciones de 2011) fueron resueltos por el peso inexorable de la muerte.

La despedida popular que se le brindó a Kirchner podría terminar siendo no sólo el impulso para la reelección de Cristina (con el alineamiento disciplinado de todo el peronismo, que días antes se mostraba díscolo y proclive a explorar otras variantes), sino incluso el comienzo de una trasmutación del peronismo en kirchnerismo. La visibilización de una nueva militancia juvenil (que se templó en las movilizaciones por la 125, la ley de medios, el matrimonio igualitario, y fue articulando un discurso alternativo al de los medios hegemónicos a través de la blogosfera, Facebook y el programa 678) parece ser el signo de los nuevos tiempos. Hoy se instala la figura de Néstor como el ícono de una nueva generación politizada y se lo exalta como militante. Hasta hace poco, los dirigentes políticos trataban de ser hombres cualunques, "gente como la gente"; hasta hace poco, "militante" era una palabra pronunciada con sorna, para burlarse de los veteranos "setentistas" de Carta Abierta, esos que se habían ilusionado con el aroma a choripán que los transportaba imaginariamente a otras plazas de antaño. La plaza de la despedida de Néstor fue juvenil, entusiasta, trabajadora, estudiante, bloguera y gay.

La Campora Diversia

Y junto con ellos, la cara más visible del naciente kirchnerismo, salieron a la calle las organizaciones sociales, los beneficiarios de la asignación universal, los jubilados agradecidos y las amas de casa maduras admiradoras de Víctor Hugo y de Orlando Barone. La trabajosa construcción de un país invivible, crispado y aterrorizado por la inseguridad con que machacó la tele durante tres años agobiantes perdió su eficacia simbólica ante la irrupción de esta nueva multitud que protagonizó el funeral más optimista de la historia política contemporánea.

Marcha del orgullo de ayer

Esta combinación humana tan atractiva está haciendo su propia experiencia vital y no simplemente rememorando las gestas de sus mayores de los años setenta: no se parecen a Bombita Rodriguez, no sienten ninguna nostalgia por los Montoneros ni veneran especialmente al general Perón. Pero su programa de acción no se agota tampoco en el reclamo de juicio y castigo a los criminales de la dictadura: hay nuevos motivos para pelear en el mundo de hoy, que no se oponen al castigo a los dictadores, sino que lo dotan de un sentido más imperioso y actual. La lucha de Madres y Abuelas por la justicia podría haberse extinguido con la muerte inminente de estas venerables mujeres; hoy ya no se trata de "recordar" lo que fue hace 30 años, sino de pelear por lo que puede ser de un momento a otro.

Pero empecé diciendo que dos hechos marcan esta nueva etapa. Hubo una muerte pocos días antes de la de Néstor: el asesinato de Mariano Ferreyra por manos de la patota de la Unión Ferroviaria. Desde el comienzo, incluso antes de la muerte de Kirchner, sostuvimos en este blog el punto de inflexión que este asesinato marcaba, que podía transformar esta tragedia humana en una oportunidad para que el kirchnerismo ajustara sus cuentas pendientes con el pasado peronista. El kirchnerismo puede alcanzar una nueva instancia política, superadora del peronismo, si resuelve este crimen de la patota de un modo inédito. Porque el enemigo que asesinó a Mariano está adentro del movimiento; y porque ese enemigo no se reduce solamente a una patota desbocada de barras bravas: es toda una forma de construir poder desde la burocracia sindical que se nutre de la traición a los trabajadores y se vale del crimen político. Si el asesinato tiene, además de una resolución judicial con sus ejecutores presos, un corte político que marque el comienzo del fin del sindicalismo patotero (una rémora de los sectores más reaccionarios que siempre anidaron en el peronismo), entonces el kirchnerismo se habrá parido como un movimiento popular digno de ese nombre; si el gobierno queda enredado en la confusión de estas alianzas non sanctas, entonces no habrá podido escapar del destino autodestructivo que ensombreció la historia peronista.

No puede asegurarse que el kirchnerismo sea capaz de hacerlo. Pero lo que sí se sabe es que Néstor pasó sus últimos días obsesionado por castigar este crimen: es posible que intuyera que se trataba de una prueba decisiva para su proyecto político. La semana pasada citamos una frase de Máximo en el funeral de su padre: “Al matar a ese pibe en Constitución también mataron a mi viejo. Estaba indignado. Todos esos tipos tienen que ir en cana”. Esa frase fue escuchada por Horacio Verbitsky y reproducida en su nota del domingo 31 en Página 12. Que Máximo la dijera y que Verbitsky la reprodujera son datos políticos de gran relevancia. Desde la vereda ideológica opuesta, en la edición de hoy de La Nación, vuelve a afirmarse la idea de la última obsesión de Néstor:

"Seis días antes de morir, Néstor Kirchner participó personalmente del operativo en que se involucró el Gobierno para aportar a la Justicia el testigo reservado cuya declaración llevó a las detenciones de gremialistas y barrabravas por el asesinato del militante del Partido Obrero (PO) Mariano Ferreyra".

Nadie puede decir si el ataque cardíaco de Néstor fue acelerado por su preocupación última; pero a esta altura parece innegable que murió entregado a esta tarea aún inconclusa. Ahora se trata de que sus sucesores se pongan al frente de esta misión.

POSTDATA DE ABRIL 2013:

José Pedraza fue condenado a 15 años de prisión.

- Juan Carlos “Gallego” Fernández: (15 años de prisión): secretario administrativo de la Unión Ferroviaria y segundo en la línea de mando después de Pedraza. Coordinó telefónicamente la represión sobre los tercerizados. Condenado por partícipe necesario del homicidio.

- Pablo Díaz (18 años de prisión): titular de la Comisión de Reclamos de la ex línea Roca. Respondía a Pedraza y Fernández. Armó y manejó directamente la patota ferroviaria que reprimió a los tercerizados. Condenado por partícipe necesario del homicidio.

- Gabriel “Payaso” Sánchez (18 años de prisión): guarda de la estación de trenes Constitución, barra de Racing y miembro de la patota ferroviaria. Uno de los tiradores durante la represión a los militantes del Partido Obrero. Condenado por coautor material del homicidio.

- Cristian “Harry” Favale (18 años de prisión): barra de Defensa y Justicia y miembro de la patota ferroviaria. Fue uno de los tiradores. Condenado por coautor material del homicidio.

- Salvador Pipito (11 años): delegado de la Unión Ferroviaria en los talleres de Remedios de Escalada de la ex línea Roca. Interceptó las cámaras del canal C5N. Condenado por coacción agravada en el homicidio.

- Jorge González (11 años): delegado de la Unión Ferroviaria en los talleres de Remedios de Escalada de la ex línea Roca. Interceptó las cámaras del canal C5N. Condenado por coacción agravada en el homicidio.

- Claudio Alcorcel (8 años de prisión): delegado de la Unión Ferroviaria en los talleres de Remedios de Escalada de la ex línea Roca. Convocó a Favale a la patota ferroviaria. Condenado por partícipe secundario del homicidio.

- Juan Carlos Pérez (absuelto): portero de los talleres de Remedios de Escalada de la ex línea Roca. Acusado de participar en la recolección de armas tras el tiroteo.

- Guillermo Uño (absuelto): picaboletos de la línea ex Roca. Acusado de participar en la recolección de armas tras el tiroteo.

- Luis Mansilla (10 años): comisario de la Policía Federal y jefe del Departamento de Control de Líneas. Dio orden de liberar la zona para que la patota ferroviaria reprima a los militantes del Partido Obrero. Condenado por partícipe necesario del homicidio.

- Jorge Ferreyra (10 años): comisario de la Policía Federal y hombre a cargo de la División Roca. Dio orden de liberar la zona para que la patota ferroviaria reprimiera a los militantes del Partido Obrero. Condenado por partícipe necesario del homicidio.

- Hugo Lompizano (2 años en suspenso): comisario mayor de la Policía Federal e integrante de la Dirección General de Operaciones. Participó en la liberación de la zona para que la patota ferroviaria reprimiera a los militante del Partido Obrero. Condenado por incumplimiento de deberes de funcionario público.

- Gastón Conti (2 años en suspenso): oficial de la Policía Federal e integrante de la Dirección de Operaciones. Participó en la liberación de la zona para que la patota ferroviaria reprimiera a los militante del Partido Obrero. Condenado por incumplimiento de deberes de funcionario público.

- Luis Echevarría (2 años en suspenso): oficial de la Policía Federal e integrante de la Dirección de Operaciones. Participó en la liberación de la zona para que la patota ferroviaria reprimiera a los militante del Partido Obrero. Condenado por incumplimiento de deberes de funcionario público.

- Rolando Garay (Absuelto): subcomisario de la Policía Federal e integrante de la comisaría 30ª y a cargo de los móviles. Acusado de participar en la liberación de la zona para que la patota ferroviaria reprimiera a los militante del Partido Obrero.

- David Villalba (Multa de 12.500 pesos): cabo de la Policía Federal y camarógrafo policial. Dejó de filmar cuando comenzaron los disparos. Sancionado por incumplimiento de deberes de funcionario público.

Dice Pablo Ferryra, hermano de Mariano, hoy, unas horas después de conocerse las duras condenas a José Pedraza:

"Cuando leyeron las penas, empezaron a gritar los familiares de los imputados que estaban en la parte de arriba de la sala. Christian Favale (otro de los condenados como tirador) se paró, miró hacia donde estábamos nosotros y nos acusó diciendo: “Se están riendo de mí y de mi familia”. Desde arriba gritaban “zurdo, te vamos a matar”, y me hacían con la mano el gesto de degüello. Pensé que nos iban a tirar algo desde ahí. El tribunal hizo desalojar esa parte de arriba, pero los familiares bajaron y rompieron un vidrio, lloraban. Favale se quedó mirándome fijo. La verdad es que estábamos tan asustados y nerviosos ¿cómo íbamos a reírnos? Nos costaba procesar todo lo que decía el presidente del tribunal. (...)

Yo sigo pensando que Pedraza quiso aleccionar a los trabajadores tercerizados que pedían el pase a planta permanente y que ponían en jaque su hegemonía política y su patrimonio económico. Sigo creyendo que instigó el asesinato ante la protesta. Pero hoy a la mañana (por ayer) me levanté muy bien, sentía un gran alivio personal, fuera de la esfera de las cuestiones políticas. Me sentía bien. Cuando escuché la pena de 15 años me desilusioné un poco, pero después entendí que los 15 años no importaban sino que lo importante es que el Tribunal Oral N° 21 consideró a Pedraza como cómplice del asesinato de Mariano, y eso conforma mis expectativas."

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