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lunes, 25 de marzo de 2013

Censura política en el BAFICI (Parte I)


Por Daniel Cholakian 

(FUENTE: FANCINEMA)


En el marco del Festival de Cine Independiente de Buenos Aires estaba previsto realizar el lanzamiento del nuevo número de la revista Kilómetro 111. Para el evento su director Emilio Bernini organizó una mesa de debate sobre el tema Cine del presente. En la misma se reunirían los críticos Roger Alan Koza, Tomás Binder y Oscar Cuervo. Marcelo Panozzo, director del BAFICI, exigió a Bernini que excluya a Cuervo de la mesa. Ante la negativa del coordinador de la presentación de excluir a Cuervo, Panozzo prefirió que el evento sea levantado de la programación.
Un ciclo marcado por las polémicas
El ciclo de Marcelo Panozzo al frente del BAFICI comenzó el 10 de mayo del año pasado, de un modo que ha sido criticado. La presentación del nuevo director, llevada adelante por el propio ministro de Cultura de la Ciudad, Hernán Lombardi, se hizo sólo ante tres diarios, sin haber convocado a ningún otro medio a la rueda de prensa. Esta fue la primera polémica generada a propósito de su llegada al Festival de cine más importante que se desarrolla en Buenos Aires.
La segunda situación conflictiva, destacada al menos entre los miembros de la prensa especializada, se produjo a propósito del despido de tres programadores del Festival y su reemplazo por un colaborador español. Más allá de la potestad de un nuevo director de armar su equipo de colaboradores de acuerdo a la orientación que desee darle al Festival, ciertos hechos a propósito de esta situación fueron materia de controversias. Especialmente el modo en que se comunicaron los despidos a las personas involucradas, el modo como se conocieron las nuevas designaciones, tanto como el perfil de los separados y el nuevo programador incorporado (ver Material 1 y Material 2).
Finalmente, como para mantener esta política de comunicación cerrada, de exclusión de los medios especializados -lo que no es sino la muestra de un modo elitista de ejercer la función pública- el 16 de enero de este año Lombardi y Panozzo presentaron ante sólo cuatro medios todas las novedades respecto de la decimoquinta edición del Festival. En esa suerte de café de amigos, se presentaron las novedades de la programación y la nueva sede central del mismo. Así se excluyó a la mayoría de los medios y se evitó que hubiera preguntas molestas a propósito de la decisión del cambio de localización de las principales proyecciones, que pasaron del tradicional complejo en la zona de Abasto al mucho más recoleto ámbito de los Village Cinemas.
La censura política en una mesa de cine
Como explicamos anteriormente, la revista Kilómetro 111 es sin dudas una de las publicaciones más reconocidas sobre cine en nuestro país. A propósito de la edición de un nuevo número, el undécimo, se coordinó con el BAFICI de presentar la misma en el ámbito del Festival. El evento consistiría en una mesa redonda con el tema Cine del presente, cuya organización estaba a cargo de Emilio Bernini, director de la revista. Los convocados para participar del debate fueron los críticos Roger Alan Koza, Tomás Binder y Oscar Cuervo.
Cuando Bernini presentó a Panozzo la mesa, el director del BAFICI comenzó una serie de conversaciones para presionar al organizador con el objetivo de excluir a Cuervo de la lista de disertantes. En un primer momento, Panozzo se comunicó con un colaborador de Bernini y luego con el mismo director de la revista para imponer la censura sobre la mesa. Ante la negativa irreductible que encontró en Bernini, Panozzo prefirió que la mesa se levante antes que admitir la participación de Oscar Cuervo en la mesa redonda de presentación de una revista de cine. Luego de tomada la decisión de levantar la mesa, Panozzo intentó a través de un colaborador de Bernini convencerlo de incorporar nuevamente la actividad, pero manteniendo la condición irreductible de la exclusión de Cuervo de la mesa de debate. Es importante destacar que la actividad no era originalmente parte de actividades relacionadas con las películas o las visitas propias del BAFICI, sino una charla sobre cine para lanzar un nuevo número de una revista de cine, en el marco del Festival.
Panozzo habría justificado su negativa a admitir a Cuervo como disertante en el BAFICI en que el crítico y editor insultó a los directores del Festival y que darle lugar para que hable no sólo era ofensivo para él y sus antecesores, sino que podría ser abrir la puerta a que utilice el espacio para proferir improperios y hablar mal del propio BAFICI. Quienes siguen tanto a Cuervo como a Panozzo en sus declaraciones públicas, saben que más allá de ciertas “chicanas” los separan sus posiciones políticas, no sólo en relación con el Gobierno nacional o porteño, sino en cuanto a las políticas del cine.
Cuervo, incluso teniendo diferencias irreductibles con Quintín, hizo una acalorada defensa de su gestión al frente del Festival cuando él fue despedido y le dedicó la tapa de su revista La otra para hacer patente tal posición. Asimismo cada año en su blog, su programa de radio y su revista, pueden leerse notas a propósito del perfil político del BAFICI a partir de la asunción del Gobierno macrista en la Ciudad. Panozzo tiene posiciones claramente conservadoras y especialmente enconadas con el Gobierno nacional, según se desprende de participaciones en las redes sociales. Las diferencias políticas entre él y Oscar Cuervo, intelectual a quien muchos llaman “bloguero K” peyorativamente, son públicas y notorias. Queda claro que, más allá de las razones esgrimidas por Panozzo al imponer a Bernini la exclusión de Cuervo de la mesa redonda organizada por Kilómetro 111, el motivo profundo de este acto de censura es político.

Lo cierto, para concluir, es que Bernini no admitió tolerar la censura impuesta por Panozzo en la conformación de la mesa de debate y decidió suspender el evento en el cual se iba a presentar la nueva edición de la revista que dirige. No se recuerda en la larga historia del Festival un hecho de estas características. Un hecho de censura política es muy grave, especialmente en el marco de una gestión cultural como la de Hernán Lombardi, que enuncia una profunda fe dialoguista pero en la práctica sostiene una actitud represiva y excluyente.
Esta gestión del BAFICI está marcada claramente desde el comienzo por la segregación y la arbitrariedad. Comenzar con un claro hecho de censura, inadmisible en cualquier caso, es malo para la historia del Festival y muy grave institucionalmente. Marcelo Panozzo, director aún no estrenado en el desarrollo del Festival junto con el ministro de Cultura Hernán Lombarid, deberán hacerse cargo de este modelo de conducción que han decidido imprimirle a un Festival que ha sido hasta ahora ejemplo de circulación de ideas y de igualdad en la información ante la prensa.

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