todos estamos igual

sábado, 4 de diciembre de 2010

A veces pienso que soy un espía

Sobre A veces pienso que te veo
Instalación ideada por Mariano Pensotti y escrita por Santiago Gobernori, Iosi Havilio, Laura Meraradi y Agustina Muñoz. Tan sólo un poco de lo que aún se puede ver en el festival Ciudades Paralelas.


por Alejandro Ricagno

Vengo de una Estación. Es raro ir a una estación de tren y no subirse al tren ni tampoco esperar a nadie. Y ser algo así como “el hombre que miraba pasar los trenes”. Aunque en esta caso yo sea “el hombre que mira pasar andenes”. O mejor dicho lo que pasa en esos andenes de la estación Palermo, un viernes a las ocho de la noche; andenes que tienen cuatro pantallas, dos en cada andén. Y en esas pantallas alguien escribe. Escribe lo que ve, lo que imagina a partir de lo que ve, en el andén de enfrente. O también lo que escucha, lo que dispara lo que ve y lo que escucha. Y los trenes que irrumpen y son una especie de punto y aparte. O de telón. O de fade out. Y el tiempo real se estira, y uno es el que está mirando,.leyendo, pero también, a veces, el que “es escrito”, para ser leído, ahí delante de todo el mundo, por otros, por uno mismo, pasajero inmóvil en una cinta de Moebius.

Una escritura falsamente “intima”, entonces (¿pero cuánto de íntimo, como experiencia, tiene el escribir en una laptop en un lugar tan público y concurrido, un lugar de paso, cuando el que escribe esta allí sentado en una silla con su notebook sobre la falda, ostensiblemente visible?) se hace pública y amplificada. Pienso en eso.

Y pienso en la gente que pasó y fue personaje involuntario de estas historias, a veces con agrado, otras con cierta incomodidad, o fingida indiferencia, o absoluta ignorancia de que alguien le estaba inventando una vida. Y también en el juego de los que éramos espectadores y compartíamos el miedo/ deseo de ser “escritos" por los autores que nos miraban. Y a los que, a su vez, mirábamos escribir. A veces se producían escenas cómicas, como cuando alguno de los dramaturgos/escritores reconocía a un amigo, a un par, y escribía sobre eso que veía, y sobre cierto conocimiento previo sobre las personas que deambulaban por el andén. Así Pablo Dacal, su hermosa beba de cuatro meses, amorosamente amamantada por su mujer en un banco del anden, se convirtieron en personajes de la escenas, en la escritura de uno de los dramaturgos. “El escribe canciones”, puso en la pantalla el escritor, y a partir de allí deliró. Dacal, que leía de ojito lo que se escribía sobre el y su familia, se ponía viablemente nerviosos. Y el escritor ponía en la pantalla:, “él está visiblemente nervioso, le ha escrito canciones a su bebe. O ponía: “al lado unos chicos” -había unos chicos al lado de Familia Dacal, que esperaban el tren- “el día de mañana escucharán las canciones que el músico compuso dedicadas a su bebé, sin saber que estuvieron juntos todos en un mismo andén un viernes a la noche”. Lindo cierre de escena.

A veces la escritura era un diálogo entre el que era escrito y el escribiente. El que era escrito, si entraba en el juego, se reía, como esa pareja con trajes de fiesta, a la que le inventaron una viaje hacia un casamiento. O se movía, como esa pareja cuya intensidad amorosa se relataba mediante la descripción del modo en que se tomaban las manos. Algunos leían la vida que le inventaban con cierto regocijo o pudor. En otras ocasiones el diálogo era solo un largo monologo secreto. Sobre todo cuando el personaje no se daba cuanta de que era observado y escrito se producía una pequeña incomodidad. Incomodidad que se hacía mayor cuando eran exacerbada por el escritor que apelaba a nuestra complicidad. “Mírenlo, el señor de gorrita, ahí esta el profetizador” Algo estilo “cámara sorpresa”, se desataba entonces. Una especie de incomodidad eléctrica cruzaba el andén. Aunque fuera evidente, que nada estaba oculto bastaba estar un poco atento a esa anomalía de miradas que poblaban los andenes, un estar distinto, extraño, de “no pasajeros”. Bastaba dar vuelta la cabeza hacia ese lugar donde la mayoría estaba leyendo..Pero quien viene del trabajo o va hacia él, o sale porque es viernes y tal vez vaya a una fiesta o a bailar –cosas que se infieren por la vestimenta, el arreglo, el día de la semana, la hora- no mira a su alrededor, no repara en las pantallas intrusas, en la extraña gente en el andén. Está simplemente habituado a esperar el tren. El deseo en los rostros por llegar a destino. Nadie le dijo a esa chica de la remera rayada, tan arreglada, que se tomaba el tren para el lado de Pilar, que un dramaturgo estaba inventándole una vida un tanto siniestra y obscena. En un momento pensé en advertirle –como una espectadora le advirtió al bautizado “profetizador”- pero qué hubiera modificado. Tal vez una humillación mayor; preferí que siguiera indiferente a lo que pasaba apenas a un metro de ella y que la involucraba. Quería que el tren llegara y se la llevara lejos de esa obra de la que era –al revés de los que habíamos ido para ver/ participar- involuntaria e inconsciente protagonista.

El tren llegó y se la llevó. Llegaron otros participantes.

A veces la historia continuaba mucho más allá de la presencia de aquel o aquella que había sido su mero disparador. Un gesto, una vestimenta, un modo de caminar eran la chispa de la mecha. Y el pasajero o la pasajera ya hacía rato que habían salido del andén, pero la historia continuaba.

A veces, el andén quedaba desierto de pasajeros y sólo quedábamos nosotros, los espectadores, los conjurados. Flotaba entonces, el deseo de que lleguen nuevas gentes, que se inventen nuevas historias, por fuera de nosotros. O que alguien -como de hecho sucedió- se le acercara a algunos de los escritores y le dictara ahí, en vivo, su vida, para verla escrita en las pantallas: rara escritura de a dos, dictado. Recorte y justicia poética; ahora es el escritor el que no puede salir de la situación a la que lo somete el que le habla -un buscavidas, también poeta y malabarista- Lo que le relata duplica el efecto ficción/ documental. Más tarde se acerca un cartonero que le cuenta un documental que vio sobre la “falsa muerte de Hitler”. Momento tenso. Llega otro tren. Siempre que llega un tren, ellos escriben: “Tren”. O “El tren limpia la escena y la vuelve a llenar”: Cosas de ese estilo. Dije: “ellos”. Me doy cuenta de que miro más lo que se escribe en el andén en que estoy, y que recorro de punta a punta, que lo que se escribe y sucede enfrente. Mi andén es el de las chicas, las que escriben son una escritora y una dramaturga. El anden de enfrente es el más poblado “de pasajeros”, y ellas escriben mucho, y se comunican más con lo que ven, describen, y apuestan a cierta poética que oscila entre lo amble y lo oscuro. El mío, sobre el que escriben “los chicos”, es el más poblado de” espectadores”. Es fácil distinguirnos, por nuestro modo de andar, por la vestimenta. Hay gente que creo que es la primera vez que pisa la estación Palermo y se nota. En este andén es más la gente que baja de los trenes que la que espera para subir. También sucede que algunos espectadores nos conocemos, nos saludamos, por un momento olvidamos la obra y nos ponemos a hablar, a contar anécdotas del festival. “¿Fuiste a Hotel, la obra- instalación de Lola Arias en el Ibis? ¿Te gustó Fábrica, de Naumann o la sufriste un poco? ¿Con quién compartiste la intima relación a la que te obligaba la obra de audio texto que nos susurra dentro de la cabeza El volumen silencioso, de Hampton Etchells? ¿Con tu novio/novia? Nooo boludo, lo mejor es ir solo a ver si te toca con un extraño/a. Como dijo Alan Pauls, leer de a dos es más íntimo que coger. Y mas difícil. Hay que encontrar ritmos imposibles, respiraciones, mucha concentración, sobre todo cuando la lectura es en silencio “intervenido” por voces.

En un momento me canso de estar en ese andén. Cruzo, compro un sandwich, me olvido de la pieza, hablo de teatro con un dramaturgo, director chileno. Me encuentro con Ana Amado y con Liza Casullo. Otras imágenes –recuerdos de otras personas, vivas, muertas, de otras intervenciones- se me disparan. Miro las pantallas. Allí se lee en letras grandes: A VECES CREO QUE TE VEO. Y eso se vuelve a repetir. Es el final. Es el título de la pieza-instalación ideada por Mariano Pensotti, para el festival Ciudades Paralelas, y que escriben “en vivo” Santiago Gobernori, Iosi Havilio, Laura Meradi y Agustina Muñoz. Hoy es el último día. Basta simplemente sacar un boleto mínimo, y entrar a cualquier andén de la estación de tren Palermo, allí en Puente Pacifico, entre las 20 y 22 hs. La otras experiencias (no son obras, son experiencias) están casi todas vendidas. A veces hay gente que deja colgada una entrada, pero pueden probar con Mirador y Edificio. Mas información en www.ciudadesparalelas.com

5 comentarios:

Zampanó dijo...

He leído los dos libros de Laura Meradi ("Alta rotación" y "Tu mano izquierda") creo que es una escritora muy talentosa. Dueña de una rara combinación de sensibiidad y capacidad de análisis, incluso de su propia obra. Es para mi gusto uno de los mejores presentes y futuros de la literatura de por acá.

Saludos, Daniel

Martha dijo...

Hola Ale: Eso de la gente que uno ve al pasar y a la que le inventa una vida- o varias- me recuerda a un pasaje de Ciudadano Kane, en la que uno de los que investigan acerca del personaje, dice así como así, que una vez vió pasar a una mujer de traje blanco que nunca más se encontró y se pasó la vida pensando en ella e imaginándola. Esto tuvo consecuencias en mi vida privada, pero lo que quiero decir es que ésto en El Ciudadano no se desarrolla y uno se queda pensando en eso y es como un zahir borgiano.
martha

Anónimo dijo...

Hola Martha; No me acordaba de eso, hace años que no reviso El ciudadano. Debería. Pero ahora que lo anotás, eso me hace acordar a un texto de Calvino, creo que Palomar, donde le personaje miraba y creaba vidas a la gente.
En cuanto a la Experiencia de Estación es así como la viví. Mucho dependia del "cuelgue" de cada escritor. Gobernori por ejemplo era el "asaltado" por los vendedores que se le poninan a hablar al lado. La chica Merardi era bastante ácida. Iosi, el novelista autor de Open Door, el más zarpado ( el fue el que más efecto "incomodidad" me dio. en otros momentos me hiczo reir mucho) Lorena Muñoz , la que mas intentaba interactuar con los que describia.
En fin: toda la experiencia de Ciudades paralelas da mucha tela para cortar, para discutir.El teatro dcumental, alcances y limites. la ciudad como escenario. los cruces. Las charlas con los autores de las diversas obras, organizadas por la revista Otra partem estuvieron buenas. HOy en Proa, estarán todos los dramaturgos intervencionistas :Lola Arias, Christian Garcia, Ant Hampton, Dominic Huber, Stefan Kaegi, Ligna, Gerardo Naumann, Mariano Pensotti, para contar las estrategias de intervención urbana, como sus diarios de trabajo. Va a estar muy interesante, y despues de yapa: Pablo Dacal cantará canciones sobre ciudades en la terraza de Proa. Tiempito ideal. A las 20..
Las conclusiones, cronicas y demases las iré publicando parte en el blog y parte en la revista de marzo..
salutes.
Zanpanó: No leí nada de esta chica. Pero Ana Amado,alguien a quien respeto y quiero muchisimo, que estaba ahi en el andén y la conoce, me dijo que Alta Rotación era un excelente libro que combinaba muy bien la crónica, la sociologia y la literatura. Me dieron ganas...
Y por último: Hoy fui muy feliz burlando a los guradias de seguridad en el shooping, durante la expereincia Shoping -Ligna / me tocó el Abasto!! Tuve mi venganza por años de maltrato en los baficis!!! Viva la primera internacional de los shopping!!!

Martha dijo...

¡Ah, si? No entiendo bien lo del Abasto, pero desde luego que el personal de allí tendría que tener su merecido: en los Bafici he sentido un frío menosprecio a veces, de parte de ellos. Martha

Anónimo dijo...

ACLARACION IMPORTANTE: en el coment anterior donde dice "Lorena Muñoz", debe decir "Agustina Muñoz" como en el post. Por otra parte escribí bien Merardi en el coment, y mal "Meraradi" en el post. Asi mismo usé dos títulos en el post para una misma obra: "A veces pienso que te veo", en el título, y el correcto "A veces Creo que te veo", en el post. Bueno, podria decirse que es mi forma de "intervenir las intervenciones".

Martha: Lo del Abasto, fijate en link que puse de Ciudades parelelas, al final del post. Ahi vas a encontrar videos de cada uno de estas experiencias/ intervenciones teatrales/teatro calndestino/ instalaciones participativas, o como quieras llamarle, que tomaron por asalto la ciudad de Buenoa Aires y más allá ( hasta Munro!) Lo único que, por ahora, los videos reproducen las experiencias que se hicieron en Berlín. Como estuvieron filmando tambien las que se hiceron en Buenos Aires, en un tiempo van estar editadas y subidas también. Despues harán lo mismo con las de Zurich, y las de Varsovia. Y probablemente todo eso se convierta en un docuemental.
¿ cómo será un documental de teatro documental? Esa al menos es la intención de Steran Kaegi y lola Arias,los creadores- curadores del festival, lo dijeron ayer en Proa.
Lo de Shopping está bastante docuemtado en el video de Berlin, (http://www.ciudadesparalelas.com/shoppingesp.html) , en la pagina de Ciudades. Se trata de un teatro situacionista, inspirado en Guy Debord, y la Sociedad del espectáculo. Pero. creo que el del Abasto fue el mejor. los guardias no sabian que hacer con gente que caminaba en diatintas velocidades, se detenia, aplaudia, o caminaba enspejo- genial! y liberador !!