todos estamos igual

lunes, 22 de marzo de 2010

El pasado que no pasa

Pasado mañana


por oac

Decía Beatriz Sarlo en agosto de 2008:

“La política es creatividad hacia adelante, sin ignorar lo que ha sucedido y tomándolo en cuenta, pero sin alinear a los protagonistas respecto de un pasado. Porque yo no quisiera ser alineada como miembro del Partido Comunista Revolucionario prochino, del cual fui miembro hasta los cuarenta años. Quisiera ser alineada con mis transformaciones ideológicas y políticas en los veinticinco años que siguieron. Alinear a un protagonista respecto de ese pasado me parece inaceptable”.

"No hay que ignorar la historia, pero es errado hacer política presente convocándola porque se empiezan a confundir los protagonistas y detrás de la familia Miguens veo a la familia Martínez de Hoz y detrás veo a la dictadura militar y así. Y entonces el escenario presente y el diseño del paisaje presente se me pierden".

"Sobre la base de lo que hizo la Sociedad Rural en 1930, 1955 o 1976, yo no encararía ningún diseño de política. Y no porque tenga la menor simpatía por la Sociedad Rural, sino porque no me parece que la política tenga que ser definida mirando hacia atrás al mismo tiempo que se mira hacia delante. La política no es un Jano bifronte".


Esta tesis de la "creatividad política" es un ingenioso concepto acuñado por la columnista de La nación y de revista Viva. En sus enunciados, Beatriz deja marcas de la enunciación: "yo no quisiera ser alineada..."; "Quisiera ser alineada..."; "me parece inaceptable..."; "el escenario presente y el diseño del paisaje presente se me pierden..."; "yo no encararía...". Lo que queda claro es lo que Beatriz no quiere. El asunto es que la política no se reduce a lo que alguien quiere o no quiere, ni siquiera a lo que el conjunto de una sociedad quiere o no quiere. Tanto énfasis puesto en su voluntad subjetiva para desalinearse de su pasado delatan la debilidad estructural de la posición que Sarlo defiende: porque es evidente que Sarlo se defiende.

¿De qué? Del pasado. Como el inolvidable personaje de Les Luthiers, Sarlo dice: "¡suéltame, pasado!". Pero el pasado no pasa. El pasado espera.

Hoy en Argentina estamos asistiendo a una inesperada espera del pasado: estamos debatiendo sobre un hombre acusado de los más abominables crímenes de estado, acusado del secuestro, tortura y muerte de un estudiante en 1972, durante la dictadura de Lanusse. 38 años atrás: por eso, el caso del estudiante Angel Enrique Brandazza, de cuyo secuestro, tortura y muerte fue acusado el coronel retirado Luis Alberto Sarmiento, tiene el triste privilegio de figurar primero en el informe de la Conadep. Por su carácter modélico: este secuestro y asesinato de 1972 funciona como modelo de los que la dictadura de Videla practicó 4 años después. El coronel Sarmiento quiso ser alineado con su pasado cuando siguió ocupando cargos de cada vez mayor responsabilidad desde el 76. Cuando el coronel Sarmiento fue ascendido a Ministro de Gobierno de la Provincia de Misiones, el asesinato de Brandazza era ya pasado, pero aún no había pasado del todo: porque habría muchos otros secuestrados, torturados y asesinados por venir. Angel Enrique Brandazza, muerto en una sesión de tortura cuando tenía 23 años, aún no fue: todavía nos está esperando en nuestro futuro.

Es que el pasado no pasa: el pasado aún nos espera, por más que, como Beatriz, muchas veces no queramos o nos parezca inaceptable. Resulta que el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos, como está viejo el coronel Sarmiento. Pero, aunque él ya no quiera ser alineado con su pasado, su pasado lo espera todavía y lo va a seguir esperando mientras el coronel Sarmiento tenga futuro. El coronel Sarmiento tiene una hija, jueza ella, que desde su dignidad de jueza dice que su padre nunca había tenido ninguna acusación hasta hoy, cosa que es pública y notoriamente falsa. Como el pasado no pasa, la jueza a cuya autoridad hoy estamos sometidos todos los argentinos, miente públicamente sobre un crimen que lesiona a la humanidad: en su carácter de jueza ella puede disponer de la libertad, el honor y el patrimonio de cualquiera de nosotros; en su caracter de hija del coronel ella quiere proteger a su padre y protegerse a sí misma de la justicia. El pasado del coronel Sarmiento no sólo es su presente y el de su hija, sino que también es nuestro futuro.



En Uruguay el flamante presidente Pepe Mujica ya no quiere saber nada con la justicia. Dijo: "Yo no quiero tener viejos presos. Viejos de 75, 80 años... la Justicia tiene un hedor a venganza de la puta madre que lo parió”. ¿Lo dijo o no lo dijo? ¿O es otro invento de Clarín? Les pido ayuda a nuestros hermanos uruguayos para que me digan si lo dijo. Porque resulta que Mujica, que se pasó no sé cuantos años en un pozo y ahora fue elegido presidente por sus compatriotas, dice que no quiere tener viejos presos y dice que la justicia tiene un hedor a venganza de la puta madre que lo parió. Pobres putas, las hemos estado ensuciando tantos siglos con cosas tan horribles... El "Pepe" le atribuye a una puta el hedor de los muertos del terrorismo de estado que operó conjuntamente en Argentina, Chile, Bolivia, Paraguay y Uruguay. El hedor que siente "Pepe" no proviene de ninguna puta: proviene de las víctimas del terrorismo de estado que en Uruguay ya no parecen tener quien las defienda (¿o todavía sí? Ayúdenme, hermanos uruguayos). Está claro que "Pepe", al igual que Beatriz, ya no quiere ser alineado con su pasado, quiere deshacerse del olor a podrido, pero tiene que tapar ese olor con perfumes muy caros.

Desde que "Pepe" empezó a decir cosas así, la ultra-derecha argentina se fue entusiasmando: Duhalde, Menem, Pando, uno tras otro empezaron a levantar la figura del ex-tupamaro perdonavidas, que perdona tantas vidas que hasta quiere perdonar las vidas que él no puede perdonar. Es notable que el pasado de "Pepe" se haya convertido en nuestro futuro: ya son muchos los argentinos que se alínean con "Pepe", para no ser alineados con su pasado.

Dice Quintín en Perfil del sábado: "Se pueden arriesgar varias hipótesis que expliquen las diferencias entre lo que ocurre a uno y otro lado del río: que la dictadura argentina fue más cruel y devastadora, que el Uruguay tiene una tradición de tolerancia que nos es ajena, que Mujica posee la autoridad moral necesaria como para hacer ese planteo. Pero hay una muy perturbadora: que las distintas actitudes son consecuencia de que la izquierda uruguaya intenta salir de sus encrucijadas históricas, mientras que la argentina se instala cada día más en un pasado a cuyas tragedias les teme menos que a quedarse sin un discurso confortable".

Mujica es, entonces, el futuro que Quintín le propone a la "izquierda argentina" para no quedar instalada en su pasado.

[Un recuerdo del pasado de Quintín me viene a la memoria: una vez me lo encontré en el hall del Teatro San Martín durante una edición del DocBsAs. Él acababa de ser despedido del Bafici y se había mudado a San Clemente; también acababa de ingresar como columnista de Perfil. Me dijo con una sonrisa cómplice, que me pareció culposa: 'ahora estoy escribiendo en Perfil, el diario de Fontevecchia; lo que pasa es que este diario aplica la línea de Timerman: es de derecha en lo económico, liberal en lo político y de izquierda en la sección Cultura'. Quintín, quién iba a decirlo, terminó quedando bien a la derecha de Fontevecchia, proponiendo una nueva fase de impunidad en la Argentina, tras las huellas de Pando y del "Pepe"].

Lo que se me ocurre decir es que los uruguayos no han de dejar atrás a sus muertos, por más que el "Pepe" sienta olor a podrido, porque sus muertos los van a estar esperando, a él y a ellos, mañana, pasado mañana. Y si se nos propone un "Pepe" a los argentinos y otro "Pepe" a los chilenos (y quizá después otro "Pepe" a los paraguayos y otro "Pepe" a los bolivianos), en ese eventual futuro que nos espera (sea Duhalde, Menem, De Narváez, Reuteman, Scioli, Binner, Cobos, Carrió, Pando o quien fuera nuestro propio "Pepe") todavía no será cuestión de lo que nosotros queramos sino de algo resistente a nuestra voluntad de dejar atrás el pasado.

Esta semana, el miércoles, pasado mañana, se cumplen 34 años del golpe militar de Videla, Masera y Agosti. Como nunca antes en la historia del período democrático, hoy tenemos esperándonos en nuestro futuro a unos cuantos Pepes, Pandos, Bordaberrys, Pinochets, Videlas, Quintines, Sarlos y Sarmientos, que nos proponen dejar atrás el pasado de una vez por todas. Y después de ellos, todavía, en el futuro, sigue esperándonos nuestro pasado.

6 comentarios:

Pepe Palermo dijo...

Oportunismo no es lo mismo que ser oportuno. La persona oportuna aplica toda su experiencia (su pasado) en cada situación y elige su mejor respuesta, la más oportuna pero, también en relación a lo verdadero, no rompe con su pasado, su conducta es coherente y consistente. El oportunista simplemente elige según le conviene en el momento actual, no busca ni le interesa la verdad sino lo útil, sin reparar más que en las “ventajas” inmediatas.
Ante la precaria capacidad humana de establecer la verdad, quizás parezca un buen recurso preocuparse por lo útil, más que por lo verdadero. Hacer valer la oportunidad, parece ser el atajo fácil de los hombres de acción, pero la humanidad requiere de la verdad, no la verdad sagrada, inamovible, dogmática, sino la verdad relativa que se sustenta y acumula en el desarrollo histórico del conocimiento humano.
Tabaré Vázquez tuvo un “problema de conciencia” y vetó la despenalización del aborto. José Alberto Mujica Cordano vaya a saberse que cuestiones alegará.

Oscar Cuervo dijo...

Pepe:
"la humanidad requiere de la verdad, no la verdad sagrada, inamovible, dogmática"
La verdad, a secas, sin adjetivos, ni aboluta ni relativa, ni inamovible ni oportunista ni oportuna.
La verdad.

F. dijo...

Un comentario sobre la fórmula Timerman, parece ser otra:

«en la sección economía, de derecha; en política, de centro; y en internacionales, de izquierda; y estamos todos contentos».

Al menos ése es el testimonio de Gustavo Sierra recogido en el libro «Los que hacen la noticia» (2004) publicado por Biblos.

El pasado está en el presente, como mostraron en 678 con el personaje informante de Baradero.

saludos

Pepe Palermo dijo...

La verdad me parece es una afirmación acerca de algún aspecto de la realidad, esa afirmación debe ser posible de “convalidar” en su vinculación a la realidad a la que está referida.
La “verdad a secas” pareciera no incluir la posibilidad de que nuevas afirmaciones se sumen en el conocimiento de la realidad.
¿Qué es “la verdad a secas”?. ¿Existen substantivos sin posibles adjetivos? ¿Existe la substancia sin calidad? Supongo me querés decir algo que no llego a entender.
Creo en lo principal estar de acuerdo con el contenido de tu artículo. No le quito sentido a lo que bien escribís.

Oscar Cuervo dijo...

Pepe:
creo que el acierto de tu comentario reside en la frase "la humanidad requiere de la verdad": es algo requerido, necesitado, si le ponemos adjetivos, empezamos a tirar la pelota para adelante, tan adelante que nos derivamos en los infinitos matices de la mentira. La eficacia de la verdad reside en la fuerza que nos expulsa de la mentira, en la sensación de estar en la mentira. En ese sentido, esa fuerza de la verdad no tolera clasificaciones ni grados de calidad.

Anna Fioravanti dijo...

El candombe del olvido,
tal vez si yo le pido un recuerdo,
me devuelva lo perdido.

Qué duros tiempos, el ángel ha muerto,
los barcos dejaron el puerto.
Tiempo de amar,de dudar, de pensar y luchar,
de vivir sin pasado.

Pero el candombe no olvida,
y renace en cada herida
de palo del tambor, con alma y vida.

De un URUGUAYO con todas las letras: ALFREDO ZITARROSA.
Para Escuchar una voz, no hay peor sordo que el que no quiere oír.
Un post de LUJO. Besos.
ana fioravanti