todos estamos igual

lunes, 2 de noviembre de 2009

Los cómplices de la dictadura aún están aquí

y militan por la impunidad con la hipocresía

de siempre



por oac

Es interesante observar cómo, a medida que Elisa Carrió va acentuando su giro a la derecha, sigue siendo acompañada por un sector de la pequeño-burguesía que gustaba hasta hace poco de pensarse a sí mismo como "progresista" o "liberal de izquierda", pero que en esta mutación va asumiendo posiciones más abiertamente retrógradas. En este sentido, la brutal toma de posición de Carrió contra la ley que están promoviendo las Abuelas de Plaza de Mayo y otros organismos de DDHH (proyecto sobre la obtención de datos genéticos para determinar la filiación de niños presuntamente apropiados durante la represión dictatorial) parece ser un punto de inflexión hacia una derechización irreversible de todo este sector social.

Se alínean detrás de consignas en favor de la impunidad pretextando una reivindicación abstracta de la voluntad individual de algunas supuestas víctimas (las personas adoptadas por Ernestina Herrera de Noble, que posiblemente fueran menores secuestrados durante la represión en épocas de Videla). Es el destino de estos sectores el ser históricamente solidarios con la dictadura, antes por omisión (no sabían lo que estaba pasando), ahora por negación explícita (no quieren saber lo que pasó, no quieren que los juicios por la verdad y la identidad de los menores apropiados sigan adelante, no quieren que se empleen los recursos que las nuevas tecnologías permiten para determinar filiaciones). La Carrió encontró la forma de verbalizar esa solidaridad con los apropiadores de un modo abyecto: "los hijos de la señora de Noble son nuestros hijos"; en el que ese nuestros no abarca por supuesto a las Abuelas que desde hace décadas buscan a los chicos secuestrados, sino a los mismos apropiadores: nosotros, la Noble y los represores que mataron a los padres y repartieron a los chicos.

Que un sector social representado óptimamente por la Coalición Cívica haga suya esa consigna de complicidad, que para hacerlo se refugien en pretextos como el de "el respeto a las víctimas a no querer saber", que para darle consistencia a ese alineamiento se escondan en la defensa de la Voluntad de la Víctima, como si se tratara de una esencia metafísica intangible que no debe confrontarse con otras voluntades y otros intereses afectados (el de los familiares de desaparecidos que vienen luchando desde hace tanto por saber la verdad, aún contra la complicidad del propio estado argentino que cubrió durante décadas esos crímenes; pero también el interés comunitario de que se sancionen los crímenes de lesa humanidad), que este proceso se esté dando en momentos en que el estado argentino ya no juega en favor de la impunidad, todo esto revela que el terrorismo de estado ha sido posible por una cadena de complicidades civiles que aún sigue vigente y que se reaviva cada vez que existe la posibilidad de dar un paso en dirección de la justicia.

En este sentido, resulta un ejemplo patético de esta degradación política la línea seguida por el blog La lectora provisoria (LLP), encarnada especialmente por su editor, Eduardo Antín, también conocido como Quintín, y reproducido acríticamente por varios comentaristas. Uno podría comprender que la viuda de Noble se oponga a la consecución de los juicios por la verdad porque de ellos resultaría la demostración de sus responsabilidades penales en el secuestro de menores. Uno podría comprender que los empleados de la viuda reproduzcan este discurso porque están cuidando el empleo o preservando un salario suculento. También podríamos entender que Elisa Carrió necesite asumir las causas de la Noble como propias porque la base de sustentación de su política depende enteramente de que los medios del Grupo le cedan sus espacios para hacerse visible: Carrió no sabe construir otra política más que la de ir a programas que la dejan decir sus disparates sin hacerle jamás preguntas exigentes; cuando hace política más allá de las cámaras, Carrió destruye sus propias invenciones y espanta a sus aliados. Lo que resulta tortuoso es comprender los motivos de los sectores sociales que se hacen eco de estas palabras y finjen estar defendiendo los derechos del individuo frente al atropello del estado. La discusión en La lectora provisoria es un ejemplo patente de esta degradación voluntaria: sólo con una enorme mala fe se puede comparar un trámite judicial para obtener de un modo no cruento datos genéticos con la práctica de la tortura; hay que hacerse el estúpido para oponerse a estas investigaciones en nombre de los derechos personalisimos. Pero después de todo no debería sorprendernos: se trata de los ladrillos que históricamente se han prestado voluntariamente a formar el muro de las dictaduras. Si gente así no existiera, uno no se explicaría cómo ha sido posible que durante tanto tiempo se interrumpiera el estado de derecho con la complacencia de amplios sectores civiles. Esta pequeña burguesía supo ser alocadamente alfonsinista durante una temporada, pero se siente infinitamente más cómoda con gobiernos de derecha.

Es fascinante ver a un grupo social virar hacia posiciones retrógradas en nombre de una libertad individual abstracta que no tiene para ellos ningún correlato práctico. La defensa de los derechos personalísimos que se hace en el contexto de esta discusión en LLP sólo es una chicana para asegurar la impunidad de los crímenes de estado.

Se horrorizan de que el estado obtenga pruebas compulsivamente cuando eso es lo que el estado hace todo el tiempo en cualquier proceso judicial. ¿No se obtienen datos en casos de violación, de robos y hurtos, no se hacen rondas de reconocimiento de sospechosos y allanamientos de modo compulsivo? ¿No se toman huellas digitales? ¿Hay que respetar la voluntad de alguien que no quiere que en una investigación se obtengan pruebas mediante la recolección de indicios? Esa coacción judicial es la que permite que una investigación avance y sólo un cretino puede asimilar esto a la tortura.

Mediante la obtención de pruebas genéticas la justicia no vulnera la integridad de alguien que se presume que ha sido apropiado por el terrorismo de estado: si el presunto apropiado no quiere saber, que no sepa, que cierre sus ojos y tape sus oídos. Pero esa voluntad no puede sobreponerse sobre la de los familiares de desaparecidos que quieren saber qué se hizo de sus descendientes, quién lo hizo, quién ha sido beneficiado. El no querer saber de un particular no puede imponerse como un derecho absoluto contra el derecho de la comunidad a saber qué pasó. La reivindicación de una voluntad individual abstracta simula hablar en nombre de las “víctimas”, como si la única víctima del terrorismo de estado fuera el hijo presuntamente apropiado y no lo fueran también las abuelas, otros familiares y la comunidad entera. Introducir el status de “víctima” como fundamento de una voluntad incuestionable (sólo cuando esa presunta víctima se niega a saber la verdad) es un disparate jurídico. Ninguna víctima de un delito puede impedir que se haga justicia.

Cada vez que en este debate dicen “víctima”, hacen gala de un doble estándar, ya que llaman víctima a alguien que no se ha comprobado que lo sea. Si alguien quiere proclamarse como víctima, primero tiene que asumir que hay un victimario. ¿O es que también la crisis causó dos nuevas apropiaciones de menores?

Lo que se puede reconocer en este debate de LLP es a una pandilla de hipócritas que se encolumnan detrás de una dirigente oportunista que quiere seguir haciendo la única política que sabe. Se alínean con Carrió y su mala leche (que no está loca, porque es una hija de puta hecha y derecha) porque ella verdaderamente los representa.

12 comentarios:

Christian dijo...

Cuevo genio! Mas claro, imposible.
Christian E.

Umbrella dijo...

El análisis es muy bueno, peor creo que es dar por el pito más de lo que el pito vale.
La autodegracion de Quintín es más debida a su propio resentimiento que a posturas políticas reales y conscientes.
A la mayoría de la gente los dichos de Carrió la tienen sin cuidado, son estos especuladores de dos pesos los que se enervan y gesticulan, creyendo con eso obtener algo que hasta ahora no pudieron.
No garpemos de más. No les demos bola
(y pienso que si Carrió no existiera, deberíamos inventarla. Otra interna para la derecha votante)

Pepe Palermo dijo...

Es calamitoso nuestro país. Hemos vuelto al odio, pero al odio torpe, al odio que lleva a muchas personas solamente a sentir (odio, obviamente) y a no razonar.

Personalmente me parece necesario odiar, debemos saber dónde estamos situados y si nuestra situación es injusta, el odio debe ser dirigido a quien nos coloca en esa situación, pero no es necesario renunciar al razonamiento.

Deberíamos despersonalizar, saber que a quien tildamos de hijo de puta, en realidad no lo es por un problema de la madre que lo parió, sino del lugar que ocupa en la sociedad.

En una sociedad de apropiadores, poco importa de qué nos apropiemos, en todo caso, si he pagado con algo la mercancía es mía. Es irrisorio averiguar de dónde obtuve ese algo que me da “derecho” a seguir apropiándome, ahora ya es mío y mío será todo lo que pueda continuar apropiándome.

Un niño también es una mercancía y así como uno compra un perrito en una veterinaria puede “pagar” por recibir un “regalo”.

No se trata de andar averiguando tanto, se trata de entender, negocios son negocios. Para ponerle palabras están los abogados y si es preciso hasta los filósofos, que los hay para todos los gustos.

nastenka dijo...

Es importante aclarar este aspecto:
En perimer lugar, los mismos chicos apropiados, y/o nacidos en cautiverio, fueron también víctimas de la desaparición forzada que sufrieron sus padres. Es claro que una investigación a su ADN, que de ninguna manera tiene que ser violenta (puede hacerse con muestras de cabello, p.e.), afectará la intimidad y la "intocabilidad" de la persona que propugnan estos sectores de derecha.
En segundo lugar, hay que poner en la balanza el derecho a la información de todo el pueblo en cuanto a la identidad de los expropiadores, de los desaparecidos y de sus hijos, contra la voluntad del que no quiere saber quién es.

No se trata de violencia contra esa persona. Hay cosas que hay que saberlas. Pueden doler. Pero es importante enfrentarse al pasado, y a uno mismo, y tener coraje.

Muy buena nota, Cuervo.

El Puritano dijo...

¿Porqué el Gobierno se preocupa por estas cuestiones mimias?¿Por qué la Casa de Gobierno se preocupa por el fútbol, los medios y las internas de los partidos y, mirando para otro lado, se despreocupa del paco, del alcohol, de los robos y de las vidas de los argentinos y argentinas?¿Por qué los legisladores se tienen que ocupar de los horarios y costumbres de los adolescentes, cuando sus padres no se ocupan de ellos?¿Porqué el Gobierno ataca sistemáticamente a la Iglesia, guardián moral de este país?¿Por qué nadie se preocupó por asignar una partida de gastos en el nuevo presupuesto para cambiar las puertas giratorias de juzgados y comisarías, tema que nos tiene tan preocupados? ¿Por qué?

MC dijo...

Para OAC, aplausos por el post, aunque también pienso que no hay que pagar por el pito mas de lo que vale.
Cabe una reflexión pequeña pequeña sobre El Puritano: "Tipos son los verdaderos còmplices responsables de que existan las dictaduras torturadoras y desaparecedoras"

martha dijo...

Hola: Lean la nota de hoy sobre Carrióy se darán cuenta si OAC exagera o no. Todo empeora. APOCALYSE NOW, VERSION CARRIO, se llama la nota y está en la pag.sexta de Página/12.
Podría decirse que es portadora de un delirio paranoide, pero con eso no se arregla. Hay bastante gente que aun le cree y lo sé, me consta.
Chau. Martha

Oscar Cuervo dijo...

Como no hay puertas de los cuarteles que golpear, la Carrió golpea las puertas de las embajadas. ¿Alguien imagina a esta señora gobernando algo?

Anónimo dijo...

La verdad que no. Al que me lo re imagino es al cabezon!

Oscar Cuervo dijo...

No hace falta imaginarlo, ya lo tuvimos. Y es lo más presentable que tiene la derecha así, que, imaginate...

Jorge dijo...

VICTORIA DONDA (Fuente: Crítica Digital): “No queremos obligar a nadie a sacarse sangre”

La diputada es quien impulsa la norma que permitirá utilizar métodos alternativos para obtener material genético.

–En una oportunidad, usted dijo, entre otras cuestiones, que el proyecto de ADN serviría para que la decisión de realizarse el examen y de denunciar a sus apropiadores no recaiga en la víctima. ¿Por qué?

–De los últimos nietos, nueve fueron encontrados por allanamiento a través de métodos alternativos a la extracción de sangre, es decir que el ADN se obtuvo de objetos que contenían células con material genético. Hasta ahora, uno debía elegir si se hacía el ADN o no. Con esta ley eso cambiaría. Para mí fue una de las situaciones más duras que me tocaron atravesar en la vida.

–Un sector de la oposición sostiene que la ley de ADN deja la puerta abierta para que se ordene la extracción compulsiva de sangre. ¿Es así?

–Las últimas que quieren violentar los derechos de las víctimas son las Abuelas. Éste es un proyecto que lleva la firma de la Presidenta, pero es un proyecto de las Abuelas, que quieren que los nietos y nietas estén bien. No queremos que nadie sea obligado a sacarse sangre, porque hay otros métodos para obtener el ADN. Proponemos modificar el proyecto oficial para que quede claro que, en el caso de la víctima, el juez deberá elegir métodos alternativos a la extracción de sangre.

–La diputada de la Coalición Cívica Fernanda Gil Lozano dijo que la víctima tiene derecho a decidir si quiere saber su identidad o no. ¿Qué opina de eso?

–Es bastante incomprensible su posición. Uno no puede renunciar a querer conocer o no su identidad. El Estado no puede dar fe de algo que no sos porque es un delito, que justamente el Estado tiene que perseguir. La identidad, además de ser un derecho personalísimo, es un derecho colectivo. Lo que sí puede elegir la persona es cómo quiere vivir con su identidad. Plantear que uno tiene derecho a pasar toda su vida con una identidad falsa es, por lo menos, pecar de ingenuo; o en realidad se está pretendiendo que el Estado no persiga un delito. Si es así, hay que decirlo claramente y plantear: “No queremos que el Estado persiga estos delitos”.

–Usted decidió realizarse los exámenes de ADN, pero su hermana de crianza se negó y supo que era hija de desaparecidos a través de una allanamiento. ¿La ley haría menos traumática esa situación?

–Ella sabe la verdad y no siente culpa, que es lo que siento yo. El Estado me obligó a tener que elegir: si quería vivir desconociendo quién era o sentirme culpable toda la vida, porque, cuando uno elige hacerse el ADN, sabe que eso es una prueba contra las personas que te apropiaron y que vos amás. Hay muchos chicos que tienen dudas pero no se hacen el examen porque no quieren implicar a sus padres en un delito. Eso es revictimizar a la víctima. Por eso, cuando la escuché a Carrió diciendo que los hijos de (Ernestina) Herrera de Noble son los hijos de todos, me indigné. Los hijos de esa señora posiblemente son hijos de desaparecidos, y hasta que no se hagan el ADN, no se va a saber.

–Carrió también dijo que el proyecto era una venganza contra la dueña de Clarín.

–O está muy mal informada o es muy malintencionada. Yo creo que es muy malintencionada y que utiliza una disputa política, que existe, para esconder la posición política que ella tiene. El año pasado dijo que había que intercambiar verdad por impunidad y hoy sostiene que el Estado les tiene que dar impunidad a quienes robaron bebés. No puede desconocer que en el caso Herrera de Noble ya se dictaminó que los dos chicos se tienen que hacer el ADN. Si hay un caso al que esta ley no afecta, es a ése. Pero sí a la vida de muchos chicos que hoy están construyendo su vida y viven con la angustia de no saber quiénes son.

liliana dijo...

No se trata de una cuestión nimia, ni de odio, ni de "mercancías"...

Los delitos (y la apropiación de niños, sin duda, lo es) DEBEN ser investigados por la justicia. Esa es la cuestión, sin vueltas, y V. Donda lo dice muy claramente. Si los métodos resultan lo menos cruentos posibles para las víctimas, mejor. Pero es absurdo cuestionar la necesidad de investigación de esos delitos, como hace Carrió, con un oportunismo político indignante.