todos estamos igual

lunes, 21 de septiembre de 2009

Historias extraordinarias


por oac

A veces lograr cierta distancia respecto del mundillo de los críticos cinematográficos y de la recepción inmediata de algunas películas tiene sus ventajas. Yo no voy a las privadas por motivos puramente fisiológicos: no puedo ver películas de mañana, excepto durante el BAFICI y el festival de Mar del Plata. Por eso muchas veces me llegan ecos de los entusiasmos o de las condenas súbitas que se suelen producir a la salida de las proyecciones de prensa. Me pasó con Los rubios, con la última película de Campanella y con Bastardos sin gloria. Mi experiencia me indica que el gremio de los críticos es altamente sugestionable y muy endogámico, y que esto genera globos instantáneos que al tiempo se desinflan. Este entusiasmo hiperbólico se acentúa en el caso de algunas películas argentinas. En los últimos años escuché y leí decir demasiadas veces que determinada película constituía un hito fundante en el cine nacional. Se comparó a Los rubios con Citizen Kane; Crónica de una fuga, se dijo, marcaba un antes y un después en las películas sobre la dictadura; pareció que tras Los paranoicos ya nada sería igual; los autores de Todos mienten y Castro fueron parangonados con Sarmiento, Borges, Godard, Hitchcock, Lamborghini, Rivette y Bogdanovich. En ninguno de estos casos, pasada la primera reacción tribal, se pudo sostener esa euforia. Y lamentablemente estas exageraciones perjudican ante todo a las películas y a sus directores, quienes a la postre no logran justificar semejante alharaca. Incluso directores que terminan por demostrar que son capaces de desarrollar una carrera respetable (como Lisandro Alonso) sufren el encono que provoca la canonización apresurada de sus óperas primas. Estoy convencido de que Lisandro ha conquistado detractores no por sus películas, sino por la desmesura de los que prematuramente lo elevaron a la categoría de genio.

Además, las euforias súbitas generan una especie de inversión de la carga de prueba del valor de un film: si un montón de críticos se exalta desmedidamente ante la última película de Mariano Llinás, Historias extraordinarias, parece que aquel al que no le resulta tan maravillosa tuviera la obligación de exagerar sus objeciones. Pero no hay que demostrar que una película es aborrecible para sacarla de la zona de genialidad en que se la metió a empujones.

No pude ver en el Bafici Historias extraordinarias, porque sus cuatro horas y pico me resultaban inconvenientes cuando tenía que optar entre muchas otras posibilidades. Después tuve un par de intentos frustrados de verla en el Malba: vivo en la otra punta de la ciudad y la molestia de llegar hasta la puerta de esa sala para encontrarme con que se agotaron las entradas superaba largamente mis ganas de verla. Así que durante todos estos meses me quedaron flotando algunas palabras leidas sobre esta película. Por ejemplo las de Gustavo Noriega:

"Se trata de una película destinada a hacer historia en el cine argentino y a brindar una verdadera lección de inteligencia, imaginación, valentía y generosidad. (...) Euforizante y contagiosa, la película de Llinás es una suerte de manifiesto visual de cuatro horas de duración. Su aparición es importantísima para el cine argentino. Como sucedió en Mar del Plata con Pizza, birra, faso hace casi diez años, su presentación en el Bafici representó un acontecimiento histórico, que debería tener consecuencias en toda la producción nacional. (...) Algo ha cambiado para siempre".

Santiago Palavecino:

"Después de esta película habrá que filmar mejor y pensar mejor".

Roberto Gargarella:

"Una verdadera provocación a los numerosos compañeros de camada que articulan una película a partir de una única, modesta, y muy pequeñita idea; cineastas de «situaciones» o «climas», o más bien de «sensaciones», cineastas sin mayor pensamiento, cineastas sin mayor esfuerzo. Es como si Llinás les dijera: «¿Están buscando historias? Díganme por dónde les parece que empiece y sigo hasta donde haga falta». (...) Llinás terminó a las cuatro horas y cinco, no para asustar a los espectadores, sino por modestia, para evitar el riesgo de seguir humillando a los jóvenes de su generación." [Gargarella menciona, entre los colegas de Llinás que habrían sido humillados, a Alonso, Fontán, Rejtman y Acuña].

Marcos Vieytes titula su crítica sobre Historias extraordinarias: "La huella de Welles en la llanura bonaerense". Otras reseñas del film lo asocian a Borges, Bioy Casares y Hitchcock. Si la mitad de estos arrebatos estuvieran mínimamente fundados, nos encontraríamos ante un film y un cineasta prácticamente insoslayables en el panorama del cine contemporáneo.

Un año y medio después pude ver finalmente Historias extraordinarias. Y la verdad es que no es necesario exagerar algunos de sus notorios defectos para sacarla de ese pedestal en el que la pusieron. No es en absoluto una mala película, pero me cuesta percibir su excepcionalidad y estoy convencido de que no es, ni por asomo, una buena película. Es un film interesante, con algunos momentos logrados. Es posible captar en su resultado final el cálculo fundacional con que Llinás armó toda la movida. El tipo es estentóreo en sus declaraciones periodísticas y siempre muestra voluntad de llamar la atención. Hay algo en su película que invita a la desmesura: no sólo su duración, sino un principio estético inflacionario: demasiadas subtramas, muchísimas palabras dichas por las voices over, subrayados enfáticos, high profile... todo esto constituye un cierto acoso al espectador. Como si el film se postulara todo el tiempo a sí mismo como Un Gran Acontecimiento. Quizá los ditirambos que provocó en sus comentaristas tengan base en la propia película, más ambiciosa que consumada. Quizá sus mayores virtudes sean sobre todo potenciales.

Sus características más notorias son la proliferación de los relatos, la continua bifurcación de las líneas narrativas y el peso agobiante de su retórica novelesca. Básicamente se trata de una novela ilustrada, en la que la banda sonora tiene un peso desequilibrado respecto de la imagen. Llinás declara que sin estos narradores en off (que muchas veces cancelan el sentido de sus imágenes) la película no sería posible:

"no hubiera podido hacerse sin la voz en off; no creo que una película donde hay tantas cosas y tanta variedad que tiene algunas cosas tan laberínticas y todo eso hubiera podido hacerse sin el elemento del off (sic, EL AMANTE n° 192).

Es cierto, la película no podría tener "tantas cosas" sin esas voces. El asunto es si tener tantas cosas resulta de por sí un mérito apreciable. Mi experiencia con ella no me permite asegurarlo. Hay efectivamente muchas ideas en germen que resultan atractivas (como la historia de la chica que se relaciona con un tipo joven y un viejo o la de la Asociación de Mayo). Pero su atracción sólo resulta germinal: promesas de una buena película, podrían haber dado lugar a desarrollos apasionantes, pero Llinás, demasiado ansioso por impresionar al espectador con su ingenio, las abandona rápido, después de que el narrador ya leyó su escaleta.



Lo mismo puede señalarse a propósito de la historia más interesante que enuncia este film: la historia verídica del arquitecto Salomone, quien en los años 30 desparramó extrañas edificaciones por muchos pueblos del interior de la provincia de Buenos Aires. Uno se queda con ganas de que Llinás sea capaz de detenerse en ese personaje que promete ser fascinante, pero una vez que el locutor hubo expuesto su sinopsis y cuando ya se mostraron imágenes fugaces de sus obras arquitectónicas, el director ya pasó a otra cosa.

Algunos defensores del film alegan que la proliferación de la palabra no tiene por qué anular la potencia cinematográfica de una película. Es verdad, en abstracto. Pero en el caso específico de Historias extraordinarias la voz en off sofoca más de una vez el sentido de las imágenes o las hace directamente accesorias; por momentos funciona como un radioteatro. Se dice que la voz genera una tensión significante con la imagen: algunas veces en esta película sí pasa esto, se produce un contrapunto, se abre la posibilidad de una discrepancia o de fricción entre la voz y la imagen. Pero muchas otras veces sólo pareciera que Llinás apura el trámite para seguir agregando "muchas cosas".

El film tiene hallazgos ciertos: el descubrimiento de un espacio dramático sugestivo en la chata llanura pampeana, cierto tono crepuscular predominante, un suave absurdo que enrarece la verosimilitud de los hechos referidos. Pero aun estos hallazgos se devalúan por la insistencia con que Llinás los declama. Pareciera que asistimos al work in progress de un narrador ansioso e inseguro de su eficacia, a quien no le basta sugerir sino que siempre tiene que abundar en variantes de lo mismo. Esa compulsión por las variantes termina por anular el interés inicial: a pesar de que a lo largo de las cuatro horas y pico aparecen siempre nuevas historias, al final da la sensación de que en su primer tercio estaban expuestos todos los trucos posibles con que cuenta Llinás.

Se habló de un retorno a los géneros, pero Historias extraordinarias no ensaya ningún género, sólo los evoca mediante notas al pie, como si al costado de la pantalla un explicador cargoso nos hiciera acotaciones: "¿se acuerdan del spaghetti western? ¿se acuerdan de la búsqueda del tesoro? ¿vieron las road movies? ¿vieron como Borges construye los mecanismos ficcionales a la vista de su lector?". Sí, sí, Llinás, callate, dejame mirar tu película, no me hagas más guiños. Hay un personaje en el film particularmente logrado: un burócrata bonachón que es un conversador compulsivo, del que resulta imposible librarse sin escuchar su divague interminable por anécdotas y topicos, un verdadero pesado. Es inevitable pensar que en ese personaje se cifra el principio constructivo de Historias extraordinarias.

Mariano Llinás muestra su talento para la invención argumental. Es posible que algún día haga una gran película. Por ahora ha hecho un video largo.

30 comentarios:

julieta eme dijo...

buenísimo!! al fin la reseña que tanto esperábamos!! veo que coincidís bastante conmigo.

las obras de salamone son geniales.

besos.

Rapha dijo...

Muy bien. Creo que mirando el aspecto intimidatorio de Llinas en el poster uso tiene idea de la actitud de este director con sus espectadores.

Chinasky dijo...

Hola Oscar
yo tampoco la ví por razones parecidas a las tuyas. En en Bafici no dió, ir al Malba ni loco. Pero siempre me causaron una sana desconfianza las desmedidas alabanzas del Amante. No sé si será "olfato", después de ver tantas pelis, pero...
La cuestión es que me hacía pensar: "¿Será para tanto?". Visto lo que es El Amante últimamente, cada vez entiendo más todo. Recuerdo la nota ded Vieytes comparándolo con Welles (?).
Y recuerdo el tono canchero y perdonavidas de "Balnearios", especialmente en su dos últimos episodios, que terminan provocando rechazo y desinterés.
Este fenómeno da mucho para pensar sobre el estado de la crítica cinematográfica. Ahora pienso en "EL MEJOR MOMENTO DEL CINE ARGENTINO", a raíz del film Leonera, un pastiche sobreactuado, torpe, de trazo grueso.
Gracias por la apreciación justa, como siempre.
Y, fuera del film "Historias Extraordinarias" (según tu crítica, un título bastante explìcito, aunque no de la forma que querría Llinás, un vendedor de coloridos resaltadores),hay interesantes notas y videos sobre Salamone sin la necesidad de clavarse 4 hs.

Anónimo dijo...

El mundillo...si. Ese que no te deja pasar.
jejeje

rizla_ dijo...

para mi fueron 4 horas de placer reflexivo. se me llenaban los sentidos hacia direcciones delicadas, divertidas, bellas.

la digresion acerca de si es cine novelado o el tema de la voz en off para mi sale sobrando en tanto que como obra, en abstracto, me abrio hacia ese lugar inenarrable q te deja la satisfaccion.

martha dijo...

Y si Oscar, es como vos acabás de pintar. Un cierto panorama de la DESMESURA CRITICA que no se despliega solamente en EA, ni en las privadas. Esto se observa hace años, AÑOS, en el ambiente de los "formadores de opinión", como sule llamarselos: se creen los Dioses del Olimpo..
Uno tambien debe confesarse sus entusiasmo desmesurados. Personalmente, cuando creo ahora, que acabo de dar con la OBRA MAESTRA, pongo los sesos a remojar y no escribo inmediatamente la crítica laudatoria.
Ahora estoy leyendo las cartas de mANUEL pUIG A SU FAMILIA, EN LA QUE COMENTA PELÍCULAS ( Y OBRAS DE TEATRO) RECIEN ESTRENADOS EN EUROPA Y es absolutamente impactante oirle decir juicios adversos ,terminantes, sobre gente a la que en su momento se consideraba GENIOS. Tipos por los que nos hemos sorbido el seso- Antonioni es uno- sin entender su mediocridad.
No sé si era talento natural, más muchísimo conocimiento, más horas y horas de filmación con los mejores, lo que le permitía no engañarse prematuramente.
martha

César dijo...

Oscar:
Algo me decía que no te iba a gustar la película, que sos sapo de otro pozo. Tal vez el asunto de la crítica venga por ese lado, tambien, cuestión de palos diferentes (hablo por boca de ganso porque no conozco el ambiente). Tal vez la cuestión este vinculada a como se constituye un cánon y a partir de ello, cómo las obras se acercan y se alejan de él.
Personalemente disfrute mucho de la película. Me resultó ambicioso, soberbio y desmesurado, como decís. Yo encontré rasgos borgeanos en el relato (p.e: el hombre que sistemáticamente acumula enumeraciones que no sirven para nada), incluso kafkianos (Z descubre que despues de todo su trabajo consiste simplemente en poner su firma en carpetas que le van acercando). No encontré agobiante las voz en off como si fuera una novela: mas bien la entendí como que era necesaria, que se trataba de una novela! Lo que tal vez pueda resultar algo molesto, es el leve tono burlon con el que observa al interior bonaerense que se advierte por medio de ciertos detalles (los diarios, la radio, algunos personajes), pero que en algun punto compensa con los hermosos planos del campo (mas borgeanismos!). Las historias? No todas son extraordinarias, algunas grotescas y memorables (el viaje en bote, foto y dinamita), otras hermosas (la mujer y los dos hombres) y otras al pedo (la historia de césar y la guerra) En definitiva, desde mi lugar de simple espectador, algo inocente y profano, me pareció una película impresionante. Un "gran acontecimiento" que compré y disruté.

César dijo...

Sobre Salomone: hace un mes aprox. escuché un reportaje en radio y Llinás dice que esta trabajando sobre él.

Lucas A dijo...

Historias Extraordinarias HE me pareció una fuga hacia adelante de la crítica, pensé que estaban apostando, impulsando más interpretando. Es obvio (con ver Balnearios y ver sus producciones y redes) que Llinás tiene con qué (y eso es decir bastante) y puede crear cosas interesantes, pero su ambición artística se traduce en una puesta desmedida y ostentosa en HE. Tiene guiños eruditos (no cultos, cultura es otra cosa) y eso no es nada extraordinario sino que puede ser un producto más que tiene cómo mantenerse en circulación y con amigos para .

Su voz en off en lugar de durar toda la película, debería haber sido más mesurada, porque le saca entidad a la película que en 4 horas y media tiene de todo, de todo.

Me parece que la competencia del "nuevo cine argentino" es muy poca, y por eso Llinás resalta, sobresale, casi brilla. Además acá hay más trabajo técnico, y más cerebro lúdico y semi intelectual, más mentalidad (en contraste a acuña y alonso, por lo menos). Esa comparación es beneficiosa.

Si puede mucho más y si puede dar más que lo que dio en HE se verá en el Llinás que venga. HE, con todo el respeto para los esfuerzos evidentes, está lejos de ser una película cercana al mejor Orson Welles, Godard y por supuesto que nada de Borges, porque no hay nada menos borgeano que alguien que te explica todo con un dios en off. En borges, el interprete tiene poder y márgenes de soberanía interpretativa. Acá nada de nada o más bien poco, poquito (de nuevo) nada.

Salud!!
Lucas.

PD: Sobre Salomone, ví (en mardelplata 2008) el documental que hizo Adrián Caetano (si no me equivoco), dura media hora y me gustó mucho más que en HE. Habiendo visto eso, me pareció medio artificial y sobredecorado el injerto en HE de la historia, una historia que suma pero que se disuelve en la palabra. En fin, salud bis.

julieta eme dijo...

hola lucas! veo que a vos tampoco te gustó mucho la peli. coincidimos.

beso.

Oscar Cuervo dijo...

Julieta: tanto me insististe, hasta me conseguiste una copia que no tuve más remedio que verla...

Rapha: no había reparado en el gesto de Llinás en el poster. Algo de eso hay.

Chinasky: los de EL AMANTE se euforizan cada tanto, creo que su pifie más grande fue Moulin Rouge, un mamarracho al que consagraron como una cumbre del cine. ¿Todavía pensarán lo mismo? Y en el cine argentino perdieron la chaveta en al menos dos ocasiones: LOS RUBIOS e HISTORIAS EXTRAORDINARIAS. Creo que lo que falla en su método es que cuando descubren una "obra maestra" no deberían recurrir a las comparaciones disparatadas (siempre más o menos las mismas: Orson Welles, Hitchcock, Godard, Borges, George Lucas o Miranda!) sino atenerse un tanto a la obra de la que están hablando, tratar de hacer ver en sus textos la maestría que encuentran en la película y no lo excitados que se sienten.

rizla: yo me embolé a las dos horas.

Martha: de paso tiraste una bombita sobre la mediocridad de Antonioni. Director problemático, un cineasta difícil de amar pero que creó algunos momentos de cine perdurables. Y ojo, porque Puig también podía equivocarse con sus juicios sobre cine. Creo que él capta muy bien una parte del cine y es ciego para otra.

Oscar Cuervo dijo...

César: todos tenemos afinidades pero yo creo que uno puede tratar de sintonizar con la propuesta de cada película sin haber decidido si le va a gustar antes de verla. Por ejemplo, vos sabés que a mí Tarantino no me cae bien, pero puedo decir que hizo una película muy buena. Amo a los Dardenne, pero no terminó de convencerme Lorna. Creo que el canon no tiene que estar antes de ver el cine, uno tiene que ver cine lo más abierto posible. Si tengo un canon, en él entran, por ejemplo, John Carpenter y Jia Zhang-ke. En el cine argentino hay quien cree que si a uno le gusta Martel no le pude gustar Alonso; yo disfruto mucho de ambos. En Llinás reconozco ingenio y hambre de reconocimiento, un narcisismo feroz que lo lleva a ponerse él por delante de sus películas. Yo veo HE con cierta frialdad, y encuentro en ella aciertos y cosas al reverendo pedo.

El viaje en bote está muy bien, la historia de la chica con los dos tipos es la escaleta de una película que no vemos sino escuchamos. A esa altura yo ya no tenía ganas de que el relator me lea una historia. Lo de Salamone es un ejemplo de como Llinás desdeña la posibilidad de trabajar sus ideas. Es decepcionante el desdén con el que trata esa historia y ahí es donde me parece que él está obsesionado por demostrar que puede seguir agregando cosas. Decís que ahora está trabajando sobre esa historia. Buena noticia, esperemos que no sienta la necesidad de agregarle "muchas cosas".

Lucas: el problema con la voz en off no es tanto que dure, sino que en la primera media hora ya agotó todos sus trucos y lo que queda de ahí en más es más de lo mismo. Eso hace que a película pueda durar una hora y media, cuatro o diez, porque no hay un devenir en ella. Yo no me opongo al cine hablado, ahora con las palabras se pueden hacer diversas cosas, pero me parece que Llinás hace siempre lo mismo. Definivamente creo que ninguna de sus imágenes alcanza a tener la contundencia de su bodoque novelístico. Tiendo a ir olvidando sus imágenes (a pocos días de haberla visto) y a recordar a Daniel Hendler leyendo el guión.

En cuanto a la comparación con el resto del nuevo cine argentino, no concuerdo para nada con vos. Creo que lo único en lo que Llinás supera a todos es en ego y autoindulgencia. Ni en cine, ni en trabajo, ni en ideas ni en técnica se le arrima a unos cinco o seis que estoy pensando pero ahora no nombro.
salute!

martha dijo...

Mencioné a Antonioni - no sabía que te gustaba- porque es uno de los miles que nombra Puig a fines de los 60. Hay un listado final con todas las películas que nombra y fue al azar la elección. A veces me chocó como su rechazo a SED DE MAL ( cierto que era la copia antigua) y no coincido en todo.
Lo que está en juego- tenga razón o no- es su independencia de criterio frente a los intereses de los estudios y las presiones mercantilistas. Y NI HABLEMOS DE LO QUE DICE DE SUS PROPIOS DIRECTORES. bABENCO, tORRE nILSSON Y dE LA tORRE.
NO opino sobre este film de LLINAS PORQUE POR LAS MISMAS RAZONES QUE VOS, NO LA VÍ.sI, LA PRIMERA CON UN FINAL DEMASIADO EXTENSO, DESEQUILIBRADO. cREO QUE CON RESPECTO A JUICIOS APRESURADOS DE LOS CRÍTICOS ALGO TIENE QUE VER QUE ES HIJO DE UN ESCRITOR PRESTIGIOSO Y HERMANO DE UNA ACXTRIZ DE LA QUE VÍ DOS OBRAS EXTRAORDINARIAMENTE BIEN INTERPRETADAS, ENTRE ESTE AÑO Y EL ANTERIOR . eSTÁ EN CARTEL CAPERUCITA DE dAULTE.
oTRA COSA QUE PESA MUCHO SON LOS GENES. y si no miren los Pauls y la hija talentosa de Mirta Busnelli.jJI ji.

Lucas A dijo...

Julieta: ja, la peli no me desagradó, no me pareció malísima o un insulto (como tantas otras películas) pero me parece que la crítica exagera, que se lo infla, que cuando se lo compara con Orson Welles o Borges (se van al carajo) que lo que toca el director es oro y eso no me parece una actitud crítica aceptable.

Oscar: Ah, ver, bueno, En mi caso, yo recuerdo sus imágenes y las conexiones complejas de la película.

Hay algo positivo en eso, es que me parece que el público, en general, no se fue en una película de cuatro horas y media. Yo fui a dos funciones y había algo, no virtud, pero sí un pequeño mérito, en mantener la atención.

Para mi entretenimiento hubo, pero no pensamiento, ni siquiera hablemos de pensamiento crítico, de crítica social, y de muchas cosas que me parece que el cine industrial o no, necesita.

Bueno, Oscar, no compartís lo del nuevo cine porque vos pensás en personas pero no me decís en quién pensas. Así que no podemos estar en desacuerdo público, cuando no conozco en quién estás pensando. Pero te vuelvo a comentar lo que te decía, frente a las primeras pelis de Acuña y/o Alonso (dos mencionados por Gargarella), la diferencia con HE de Llinás es notable. Si me traes a Trapero y cia, es otro el tema. Y si me los traes a los últimos Alonso y Acuña, también.

Todo esto si me aceptás que la primer película de Llinás fue esta y no balnearios o pequeña enciclopedia. En fin.

Saludos,
Lucas.

Oscar Cuervo dijo...

Martha:
de lo que te dije no se desprende que me guste Antonioni, sólo que no lo considero un mediocre y que logró algunos momentos perdurables: particularmente en La aventura, en algunas escenas de El eclipse y El Pasajero. Creo que algunos cineastas contemporáneos continuaron algunos de sus procedimientos (en la manera de encuadrar, cómo integran los personajes al espacio urbano, cierto uso de los tiempos de detención de la acción) e incluso lo mejoraron: el primer Wenders, y algunas cosas de Jia Zhang-ke o Tsai Ming-liang.

Roberto:
lo de no nombrar a los directores del NCA que son superiores en todo sentido a Llinás es un juego nomás, no es un secreto: es público con solo revisar la etiqueta "Cine Argentino" de este blog: ahí están los que me parecen buenos. Llinás aún no me parece bueno, me parece que por momentos hace cosas buenas.

Que haya más trabajo técnico o más ideas que en Alonso o Acuña, no me resulta plausible, a menos que se entienda que tener ideas es hablar mucho o hacerlo con ina retórica literatoide. En las películas de Alonso se habla poco; en las de Acuña se habla de una manera vacilante. Pero los considero cineastas infinitamente superiores a Llinás. El director de HE se me hace más un realizador de TV y me extraña que nadie haya señalado que HE es un formato televisivo.

Y en cuanto a que nadie se haya ido durante la película, no me animo a considerarlo relevante: en el 90% de las películas que se pasan en los shoppings la gente se queda; en cambio pude asistir a grandes películas (Raya Martin, Tsai, Albert Serra) donde se va un 80% del público). Para retener al espectador en la sala hay trucos, igual que los hay en la tv para evitar que el televidente haga zapping. De algún modo puede que eso sea meritorio.

Pútrida Patria dijo...

Cosas del "Taller Llinás"

Saludos.

Chinasky dijo...

Hasta hace poco, todavía alababan a Buz Lhurmann,(director de esa cosa llamada Moulin Rouge)-hombre pertinaz en su falta de espesor y en disimular sus mediocridades con vértigo- a raíz de su mega-bodrio posterior, Australia. Supongo que seguirán en la misma.

Tiendo a pensar a veces que en EA son gente en general muy joven (exeptuando los maestros García, Russo, Rojas, que marcan una diferencia), y que es propio de los jóvenes dejarse llevar por sus entusiasmos.

A veces creo que no es entusiasmo, que es otra cosa, y entonces me deprimo.

Y a veces releo al maestro Tarruella, y me deprimo más.

Haciendo memoria de pifies, también viene a mi memoria Soy Leyenda (patinada histórica, para el cuadro de honor). Y Los Rubios me pareció apenas discreta.

De Antonioni recuerdo algunos pasajes de notables de El Eclipse (para quien esto escribe, quizá su mejor trabajo), El desierto rojo (aunque en algún punto también me emboló). De El Pasajero es poco lo que me quedó.Y no mucho más. En mi opinión, creo que en general está sobrevalorado.

Y descreo absolutamente en la permanencia de público en la sala como garantía de calidad de un filme:en el Bafici 2007, en la función de público de Girl Power!, de Sadie Benning (una lección de cine para recordar por años), habrán empezado unos 100 personas (+ o -) y terminamos 5 deslumbrados, que corrimos a leer en el catálogo sobre esta chica de 16 años (si, leyó bien, señora) que nos dejó emocionados y anonadados.
Y unos años -o unos siglos- después, en la función de Meteoro que me tocó ver, gracias a los truquitos conductistas de los guachovskis (eficientes tecnócratas de la Factoría), estaban todos clavaditos al asiento, vea.

Oscar Cuervo dijo...

Chinasky:
bueno, Porta Fouz y Panozzo, los autores de aquel memorable elogio a Moulin Rouge, no son tan jóvenes. Ni Noriega, quien dijo lo que se reproduce aquí sobre el "acontecimiento histórico". No es tan joven.

Y pasando a otro tema: en El desierto rojo hay una escena en un yate, un diálogo existencial, que con los años fue adquiriendo un valor paródico, casi desopilante. No creo que esa fuera la intención de Antonioni. Pero, a pesar de que una parte de su obra está oxidada, todos le debemos algo a Antonioni

Ricardo dijo...

Hola Oscar.
Me sorprende enterarme que El Amante considero una obra cubre a Moulin Rouge. A mi me gusta mucho, y la he visto un par de veces, pero no me confundo. Lo que si hago es recomendarla fervorosamente a los amigos con pretendidas pretensiones intelectuales porque se ofenden y eso siempre es divertido.
¿Te puede gustar mucho una película aún sabiendo que no es una obra maestra? ¿Existe un canon científico ( por llamarlo e alguna manera) y otro personal, intimo y un poco inevitable. Por ejemplo, veo todas las veces que puedo El gran pez pero no me animo a decir que es mejor que Ed Wood (a propósito: ¿Te gusta Tim Burton?).
Los Rubios me gustó mucho también pero reconozco que llegue con el previo fervor que me había dejado la crítica que en coro la había hecho leudar en mi cabeza. Después de leerte me dieron ganas de verla otra vez.
Con Historias Extraordinarias, también me estaba dejando hacer la cabeza aunque hace un tiempo escuche en Radio Nacional una entrevista Llinás, y sin haber visto la película me dejo la misma sensación que me dejas ver en tu reseña: ¡El tipo no se calla nunca!.

Un abrazo, muy lindo todo

Posdata. En la misma categoría (personal) en la que está Moulin Rouge pongo a Shakespeare Apasionado con perdón de la mesa servida

Oscar Cuervo dijo...

Ricardo:
yo no tengo pretendidas pretensiones intelectuales y Moulin Rouge me parece vomitiva. Es una de las peores películas de todos los tiempos. Baz ya venía mal desde su Romeo y Julieta, y la que hizo después ya no tuve estómago para verla. Puajjj!!!

A mí me gustan mucho películas sabiendo que no son obras maestras. Dos ejemplos: Casablanca y Inglorious basterds.

Del canon (ni científico ni a-científico) aquí no se habló. Se habló de películas más o menos a las que se saluda como si fueran obras maestras. ¿Qué canon? Uno tiene películas preferidas, que no siempre son obras maestras.

Tim Burton me gusta. A veces. Más antes que ahora. El gran pez está bien.

Shakespeare apasionado no la vi. ¿Debería hacerlo?

Los Rubios: un clarísimo caso de sobrevaloración que se va evaporando con el correr de los (pocos) años.

saludos

chorizo mariposa dijo...

se entiende. hay q ver películas en el bafici donde van cinco personas, despreciar moulin rouge, endiosar a l.alonso y otros plomos,etc para ser cool. bárbaro.

Rapha dijo...

En el BAFICI van más de cinco personas, chorizo no seas tan picado grueso.

Anónimo dijo...

A mí todas las películas que vi de Lhurmann me parecen horrorosas menos Moulin Rouge.El director en esta película consigue lo que en las otras busca inútilmente: Adaptar el autentico melodrama al cine. Hace poco volví a verla en el cable y sigue siendo una joya.Jamás me equivoco y le auguro larga vida a Moulin Rouge y el tiempo lo confirma, se sigue hablando de ella y provocando reacciones alérgicas.Las demás películas de este director,como dije horribles, quiere encajar un género operístico en cualquier contenido.
Hugo.

Ricardo dijo...

Clarísimo Oscar. Para Moulin Rouge la de Huston... ¿o no?


Posdata: Vos por que no conoces a mis amigos..
Posdata II: Tendría muchas más consultas para hacer, pero no quiero transformar esto en una especie de consultorio sentimental.
Posdata III: Y no, no veas Shakespeare enamorado.

Chinasky dijo...

Cuando hablaba de juventud, me refería a algo más amplio que la edad cronológica.

Cuando pienso eso es cuando me deprimo.

Ví "Shakespeare Apasionado". Ay, Dios mío.

Oscar Cuervo dijo...

Chinasky:
en ese caso yo no diría que la palabra adecuada sea "juventud". Debe ser otra cosa.
Hugo:
creo que el único que habla de Moulin Rouge soy yo, pero no de la película misma. La nota de Porta Fouz es un hito del disparate gráfico.
Ricardo:
entonces no veo la de Shakespeare.

Lucas A dijo...

Oscar,

Disculpá la tardanza. Mi comparación era con Acuña y Alonso, solamente, porque son los que menciona RG. De todas formas, me resulta raro que digas que Acuña y Alonso son infinitamente superiores a Llinás. Eso es raro.

Tal vez lo problemático es decir que hay superiores e inferiores, en lugar de formas de hacer cine diferentes y así. En fin, no sé.

Pero lo que te decía es que en llinás no veo a Borges ni a Welles. Ni mucho de verdaderamente extraordinario. Ese era mi punto. Tampoco descarto virtudes y potencialidad en su futuro cine. Aunque veo problemas y serios si se mete con Filipelli y Sarlo en la historia del asesinato de aramburu, tal cual se mencinó en Radar (?). Eso estará áspero, pero tal vez generará un estado deliberativo interesante.

Sé que discutís con muchos, por acá y por allá, pero te recuerdo que mi nombre es Lucas y no Roberto (ese es otro que mencionás en el post, en todo caso). Lucas Mackey, tengo un mono y manejo un camión.

Salutes, che.
Lucas.

Oscar Cuervo dijo...

Partamos de la base de que los juicios estéticos no son absolutos, no hay ninguna pretensión de cientificidad al decirlo, por lo que es supérfluo estar agregando siempre "esa es mi opinión". Pero si querés lo digo así: yo creo que Lisandro Alonso y Ezequiel Acuña son infinitamente mejores cineastas que Llinás.
Esto se desprende de algún modo de lo que dije antes: para mí Llinás no ha hecho todavía una gran película. Lisandro hizo al menos dos grandes películas: Los muertos y Liverpool. Pienso que es un cineasta severo y de una enorme emoción contenida, no es un marketinero de su obra (como creo que lo es Llinás). Hay unas cuantas imágenes perdurables en sus films, que jamás apelan al impacto inmediato. Cultiva una estética sustractiva, a diferencia de la acumulación de elementos que vemos en Llinás (como dije en mi comentario, la acumulación de HE le resta eficacia, no se trata de barroquismo, sino de redundancia).

Creo que tanto Lisandro como Acuña son autores con estilos reconocibles, un universo propio y obras muy logradas (Excursiones es la mejor película de Acuña y parece que encontró el tono justo). No concuerdo en que Llinás tenga mayor solvencia técnica en ningún sentido. Los procedimientos de Llinás se acercan más a la teleserie y HE tiene para mí fallas estructurales notorias.
Esas serían las razones por las que los considero superiores. Esto no creo que sea "raro", aunque sí es discutible, por supuesto.

Lucas A dijo...

Claro, estimado Oscar, y puedo coincidir con lo que me decís.

La única cuestión es que mi comparación era en los casos de operas primas, primeras películas. Lo comentaba en el comment anterior, si comparás HE y "Nadar solo" (2003) y "La libertad"... (2001?)

No te pedía que explicites los innecesarios "en mi opinión/a mi me parece" sino estas razones que me estás dando (y que son buenas razones y discutibles), que permiten identifcar el malentendido dentro de la conversación, en todo caso.

Gracias por la respuesta.
Salutes,
Lucas.

Oscar Cuervo dijo...

te mando un abrazo, Lucas.