todos estamos igual

jueves, 22 de enero de 2009

süden

Por Oscar A. Cuervo

süden es una película notable por varias razones, la primera de las cuales es el placer con que se la mira y se la oye, por su gracia e inteligencia. Su realizador, Gastón Solnicki, debuta en el cine filmando el regreso del célebre compositor argentino Mauricio Kagel, quien en 2006 volvió a nuestro país después de casi 40 años. Kagel volvió para participar de un festival en homenaje a su obra musical, organizado por el Centro de Experimentación Musical del Teatro Colón.

Al comienzo del film, cuando se encuentra por primera vez con los jóvenes músicos argentinos del Ensamble Süden, quienes se habían auto-constituído en sus discípulos in absentia, Kagel dice que este regreso a Buenos Aires después de tanto tiempo está cargado de significados para él, que algunos de estos significados no vienen al caso explicarlos, pero que necesitaba estar en contacto con los músicos de aquí. Kagel se fue del país a mediados de la década del 50, cuando su inquietud creativa no encontraba espacio propicio para desarrollarse. Pierre Boulez, cuando vino de gira por Buenos Aires, advirtió su talento y le sugirió que consiguiese alguna beca para desarrollarlo en Europa. En 1957 llegó a la ciudad alemana de Colonia y desde entonces vivió allí, donde se ganó un lugar preminente en la música contemporánea. Tanto es así que nada menos que John Cage llegó a decir: "el mejor músico europeo que conozco es un argentino, Mauricio Kagel". La admiración de Cage hacia Kagel no es casual: ambos han dedicado su obra a interrogar los límites de lo que habitualmente se considera "musical". No por una incierta vocación experimental -esa palabra tan engañosa que nos remite a la idea de un laboratorio científico-, sino porque la inquietud de ambos los llevó a buscar la música en el lugar donde ella habita: no en las partituras, no en la destreza técnica de los ejecutantes, sino en la escucha de los oyentes. La música es el arte de escuchar.

El debutante Gaston Solnicki supo eludir la tentación biográfica al hacer su película: la mayor parte de los datos que yo menciono en los párrafos anteriores no aparecen en süden. Tampoco podía aparecer -ante todo porque la película se terminó de editar antes- la muerte de Kagel, ocurrida en septiembre pasado, cuando süden ya se había estrenado en el último BAFICI. Kagel estaba enfermo al volver a Buenos Aires y probablemente ese sería el especial significado al que él aludía al principio del film: esta vuelta a su ciudad era el momento de trasmitir un legado a una nueva generación de músicos. Esta emoción pudorosa impregna el film, sin que ella sea narrada. Se trata de un maestro en el momento de trasmitir su saber, un saber que sólo es transmisible en el contacto personal, en el que las palabras pueden decir sólo una parte. La película de Solnicki nos permite presenciar ese misterioso traspaso.

¿Cómo lo logra? Gastón pone al cine en diálogo con la música. En la charla que tuvimos con el realizador en el programa del domingo pasado, él nos dijo que al principio ni siquiera tenía claro que estaba haciendo una película. Quizá haya sido esa soltura en las condiciones de su producción lo que le permitió a Solnicki hacer cine. Lo que süden nos deja descubrir de a poco es que no se trata de una celebridad volviendo a su tierra natal, sino de un hombre que hace música. Y lo que el film testifica es que músico no es quien imagina arbitrariamente una sucesión de notas para que otros escuchen. Un músico es el que sabe escuchar antes y mejor.

En los ensayos con los muchachos del Ensamble, lo que la cámara y los micrófonos registran es a Kagel escuchándolos. Con los ojos cerrados y los oídos atentos, Kagel busca con ellos el volumen justo, el timbre preciso, los pianíssimos, el látigo exacto de una página arrancada de una guía telefónica. Kagel escucha y les pide a sus músicos y nos pide a los espectadores de la película de Solnicki que escuchemos. Promediando la película lo terminamos de comprender: la música nos pide aguzar el oído.

La película misma se vuelve una pieza musical. Sonicki logra, gracias a un cuidadoso registro directo del sonido de los ensayos -cuidado logrado a instancias del propio Kagel- y gracias también al impecable trabajo del montaje, que cada elemento sonoro de su film se integre como la voz singular de un ensamble: los arranques y cortes de los ensayos, las palabras de Kagel, el sonido ambiente, los cortes, el ruido de la calle: süden suena como música.

No parece casual el logro de su director, tiene que ver con la forma en que encaró su hechura:

- No es una película que se hace diciendo: «vamos a hablar de tal tema», -nos decía el domingo pasado- está hecha desde otro lugar, creo que eso se pone en evidencia en el resultado, está hecha con mucho amor. Y para mí fue un proceso fantástico, no sólo estar cerca de Kagel, aprendí muchas cosas haciéndola. No es una película sustentable económicamente. Pero en términos de mi carrera, el hecho de que sea sustentable no se puede ver desde la actualidad, no creo que sea una experiencia lineal. Tengo muchos amigos y colegas que apuestan a lo que nos enseñan, esto de que hay que hacer un guión y conseguir productores, y después legitimarlo con premios y demás. Y pasan siete, ocho años, y veo como sus propios proyectos y ellos mismos van perdiendo un rumbo...

- El mayor logro de la película -le digo- es que puede ser recibida como una pieza musical.

- Creo que la máxima posibilidad de cualquier película es ser tomada como una pieza musical. Mi sensación con el cine es que ha estado siempre tan anclado en lo narrativo, en cómo se diseñan: fijate que las películas se hacen basadas en un guión. Y el guión.. ¿qué es un guión al final?

- Es una especie de subordinación a la literatura.

- Eso a mí siempre me sorprendió y me asustó. Es como: ¿de qué trata tu película? Y qué se yo de qué se trata mi película, no lo pienso en esos términos, es como si le preguntaras a un compositor de qué se trata su sinfonía. ¿Qué te va a decir Beethoven de su sexta sinfonía? “Y.. tiene que ver con el pasto...”. No. Mi visión es esta, tampoco soy un dictador que quiere imponer su visión al resto, pero para mí es innegable que el cine tiene que ser de esta manera, no voy a partir del asunto, del guión, de un conflicto. Y eso que süden no es una película experimental, tiene una estructura que se puede seguir con facilidad. Pero no es desde ahí donde a mí me interesa partir.

süden se exhibe los viernes y sábados de enero a las 22:00 en el MALBA.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Para cuando otra exquisito doc, esta vez titulado "Suden", dedicado a la mùsica concreta de los obreros de la UOM?

Anónimo dijo...

Fui a ver el documental de Solniki y está muy bueno, gracias por la recomendación,

Anónimo dijo...

Lástima que sea tan lejos y tan tarde...
Marthe

Oscar Cuervo dijo...

Ay Martha, tratá de vencer tu barriocentrismo y lanzate al otro lado de la ciudad: la película es muy buena y difícilmente se dé en otra sala. Además entrevisté a Gastón para la revista y se me hace que vamos a hablar bastante de él en los próximos años.
saludos!

Anónimo dijo...

Tenemos el agrado de informar que süden, el film de Gastón Solnicki sobre Mauricio Kagel, continuará exhibiéndose durante todo el mes de Febrero en el Malba, manteniendo los mismos días y horarios (viernes y sábados, 22 hs). Agradecemos la difusión de la presente información.

Saludos cordiales,