todos estamos igual

sábado, 31 de enero de 2009

Año de blog: I've got a feeling

Por Oscar A. Cuervo

Fue hace exactamente un año, el 31 de enero de 2008 a la mañana. Yo había dicho algo así en un foro Yahoo: ya va siendo la hora de que tengamos un blog, le voy a pedir ayuda a Maite, que sabe de estas cosas. Y al rato me llega el mensaje de Maite: ya está, fijate si te gusta cómo quedó. ¿Eh? Sin tiempo para arrepentirme, ahí empezamos. Everybody had a hard year, everybody had a good time...

El primer post propiamente dicho lo editó Maite: Susan Sontag on Rainer Werner Fassbinder’s BERLIN ALEXANDERPLATZ. Y al rato nomás subí yo a HHH y comenzó nuestra cruzada por el cine del Milenio Mambo, que tan mal les cae a los clasicistas hasta la tarde de hoy (the trouble with a classicist, he looks at a tree, that's all he sees, he paints a tree...).

Así arrancó esta demencia que nos tuvo escribiendo 365 días sin parar, con una pequeña ayudita de los amigos. Hoy, 472 posts después, con más de 55.000 visitas, tengo el presentimiento de que esto recién empieza. Gracias a todos, en su medida y armoniosamente.

Otro aniversario que se cumplió en las últimas horas: hace 40 años los muchachos tocaban por última vez en público: se subieron a la terraza de Apple con sus tapados de piel, hacía mucho frío, e inauguraron la última tradición que les faltaba: recital gratis para los transeúntes desprevenidos, música bajando del rasca-cielo. Todos le deberemos siempre todo, a pesar de lo que diga Jotafrisco.




Everybody had a wet dream , everybody saw the sunshine...

Casualmente teníamos pensado para este domingo a la medianoche mostrar con pruebas contundentes que Paul McCartney es una de las personas que más han hecho para mejorar la vida en el planeta. Es decir: estaremos escuchando algunas de las mejores piezas de la música popular de los últimos 100 años. A las 23:59 del domingo (hora del Este) en FM La Tribu, 88.7, http://www.fmlatribu.com/.

viernes, 30 de enero de 2009

¿Rebrote antisemita?

Por Oscar Alberto Cuervo

La matanza que está llevando a cabo el ejército israelí en la franja de Gaza desde hace aproximadamente un mes (matanza precedida por varios meses de bloqueo, una auténtica acción bélica dirigida contra una población indefensa) le ha hecho un inmenso favor a los antisemitas del mundo. El racismo se alimenta del terror y de la simplificación de problemas complejos; y la política del estado de Israel contra la población palestina de Gaza propicia, con las terroríficas imágenes de civiles masacrados que el mundo entero ha estado consumiendo, todas las simplificaciones. Los justificadores de lo injustificable, también en nuestro país, han contribuido a una simplificación muy peligrosa: la que lleva a confundir los conceptos de judaísmo, sionismo, gobierno de Israel y estado de Israel. Y esta confusión la promueven tanto los antisemitas como los que salen a apoyar los crímenes cometidos por el ejército israelí. Una acción en favor de la paz es distinguir estos conceptos y poder debatirlos en su diferencia.

Es lamentable que importantes dirigentes de la comunidad judía en Argentina salgan a hacer proselitismo mediante altisonantes denuncias de brotes antisemitas, cuando durante todo el tiempo que lleva la masacre en Gaza han hecho lo posible por tratar de convencernos de que "la causa judía" necesita que se lleve a cabo esta matanza. Lo que menos necesitan los judíos es quedar pegados a un crimen de lesa humanidad. Quien necesita descargar toda su capacidad destructiva contra la población palestina de Gaza no son los judíos sino el actual gobierno israelí, para posicionarse mejor en las próximas elecciones en ese país. Quienes necesitan castigar de modo despiadado a la población palestina de Gaza son aquellos que apuestan a la agudización de la guerra en medio oriente. Puede ser que una parte importante del electorado israelí se sienta complacida por esta impiadosa demostración de fuerza de su ejército. Pero esa es una mirada de corto alcance: la masacre de Gaza producirá efectos perdurables de odio entre pueblos que deberían convencerse de la necesidad de convivir. La decisión de estos crímenes la toman unos pocos pero la sufren muchos palestinos en el presente y la sufrirán muchos judíos y palestinos en el futuro.

Resulta particularmente ofensivo que los justificadores de estos crímenes evoquen en sus discursos a las víctimas de la Shoah: lo que menos honra a la memoria de esas víctimas es usarlas para justificar los crímenes actuales. Al evocar la Shoah como instrumento de propaganda pro-israelí, estos justificadores están ofendiendo no sólo al judaísmo -por más que se llenen la boca con su "ser judíos"- sino a la humanidad sin más. Es intolerable para cualquier persona, del origen que fuere, que se use a las víctimas de un genocidio como mercancía mediática para distraernos de la comisión de nuevos crímenes.

Es inadmisible el chantaje que se instrumenta al denunciar un supuesto rebrote de antisemitismo tan sólo para acallar el repudio masivo a estos crímenes. ¿Ha habido expresiones antisemitas en estos días? Seguramente. Era previsible que las hubiera. Hay que condenar esas expresiones. También ha sido posible leer y escuchar en estos días a muchos defensores de la posición israelí lanzando ofensas racistas contra palestinos, árabes o musulmanes. En blogs, en debates televisivos y radiales, en artículos periodísticos, hay quienes afirmaron que Israel es el último énclave de la civilización en medio de pueblos bárbaros, que Israel es la modernidad rodeada por el medioevo, se ha dicho que los palestinos que votaron al Hamas no son capaces de ejercer sus derechos políticos, se ha hecho todo lo posible para confundir resistencia palestina, mundo árabe, Islam y terrorismo. Estas insidiosas asimilaciones contribuyen a reforzar estereotipos que son la fase preparatoria de los genocidios: si los palestinos no saben votar, si no tienen derecho a resistirse a la ocupación de sus territorios, si Gaza está infestada de terroristas y si estos terroristas usan a mujeres, niños y ancianos como escudos humanos, entonces es inevitable y hasta plausible masacrarlos en conjunto, sin tener que rendir cuenta por esos asesinatos.

No hay en Argentina ningún rebrote de antisemitismo. La vocinglería del rebrote antisemita es parte de esta concepción "defensiva": se mata a los niños porque los terroristas los usan como escudos humanos y se pretende acallar el repudio de la matanza con la excusa de que algunos antisemitas participan de actos de repudio.

"Cuando el 27 de enero se conmemoró a las víctimas del Holocausto y se recordó la resistencia del ghetto de Varsovia contra el opresor nazi, en medio del aislamiento internacional al que fuera sometido por los Estados “amigos”, los ojos de la humanidad estaban puestos en la Franja de Gaza, aún sitiada, aislada y sometida por uno de los ejércitos más poderosos del mundo.

"Ese día de homenaje y recordación fue instituido por las Naciones Unidas, las mismas que facilitaron 22 días de bombardeos a la población palestina, y que aún no saben si sentarán al gobierno de Israel y a sus jefes militares en el banquillo de los acusados por crímenes de guerra y por violar la legislación internacional de ayuda humanitaria.

"Los ojos de la humanidad miran y acompañan a las víctimas masacradas en Gaza y repudian las políticas terroristas del Estado de Israel en esa región.

"La analogía con la conmemoración no es caprichosa: es el mismo Estado de Israel el que impulsó la recordación de las víctimas del nazismo y hoy propagandiza un incremento del antisemitismo global como producto de su invasión y del genocidio en Gaza. Toda una confesión, de parte de quien se supone iba a defender a los judíos del mundo para que no sufriéramos más este tipo de agresiones.

"En nuestro país, donde se han movilizado decenas de miles contra esta criminalidad, no se ha registrado una sola víctima del supuesto “tsunami antisemita”. De esta manera, DAIA y la Embajada de Israel vulgarizan el concepto de antisemitismo al confundir deliberadamente el repudio popular a los ataques del Estado de Israel con los ataques a individuos o a instituciones por su condición religiosa o étnica". (Laura Ginsberg, Integrante de la Agrupación por el Esclarecimiento de la Masacre Impune de la AMIA)

¿Qué hacer entonces? Creo que la respuesta es sencilla: no ceder en absoluto a cualquier intento de justificar el racismo: ni el racismo anti-judío, ni el racismo anti-árabe. No consentir la maniobra de los racistas de cualquier tipo que tratan de enredar la comprensión de este conflicto atribuyéndole un caracter racial. No hay aquí dos "razas" en conflicto: se trata del negocio de la guerra, de geopolítica, de petróleo, de dinero.

jueves, 29 de enero de 2009

Lo que le faltó a Kirchner

Por Oscar A. Cuervo

En el blog Artepolítica se puede leer una reflexión de Mendieta acerca de los déficits que ha tenido el kirchnerismo en términos de construcción política. Quizá un poco apresuradamente se ha caído en el marketing del "postkirchnerismo" que proclamó Mariano Grondona antes de irse a Punta. Y la verdad es que todos podemos estar en el post kirchnerismo o en el prekirchnerismo, depende cómo se mire y qué haga uno mismo.

Lo peor de las disquisiciones del tipo "Lo que le faltó hacer a Kirchner" es que interpretan la política como la voluntad de unos pocos protagonistas, como si los dirigentes políticos fueran bailarines del Colón y uno se pensara como el especialista en ballet del diario La Prensa. Pero está claro que la política no es eso, aunque a veces nos sirva, para cargar de afectos, simpatías y drama a las tensiones sociales, el recurso de encarnarlas en personajes.

Lo cierto es que, si se quiere pensar de verdad la política, no hay que preguntarse por lo que le faltó hacer a Kirchner, sino por el conjunto de una sociedad que nos incluye.

¿Y qué pasa si consideramos la tesis de que Kirchner fue más allá de lo que la sociedad estaba dispuesta a bancar? ¿Cuántos en 2003 apostaban a la repolitización de las tensiones sociales? ¿Cuántos se habían resignado a la judicialización de la democracia? ¿Cuántos se sentían cómodos en el rol de denunciar la criminalización de la pobreza en términos de "inseguridad"? Lucha contra la corrupción y contra la inseguridad parecía ser el residuo político de la ola neo-liberal y uno se tenía que acomodar en alguno de esos casilleros: "apoyemos a los fiscales de investigaciones administrativas pero paremos la mano que aprieta el gatillo fácil" era la agenda del progresismo. Y es la que intenta volver a imponer el pospanradicalismo aliado al partido de los Medios.

Deplorar las insuficiencias de Néstor Kirchner es olvidarse de uno mismo.

madryn

Por Liliana Piñeiro

Ver por primera vez el mar. Y no porque no lo haya visto antes. Pero bajo el cielo austral, todo se ilumina diferente: el azul toma el color de las profundidades. A veces es intenso y se atempera en un celeste suave, hasta brillar como un aguamarina Y otras toma prestado el gris de las nubes y lo convierte en plata. Pero siempre, a cierta hora, el azul es noche. Misteriosos, los colores arrasan la experiencia desde el amanecer, cuando el sol se eleva sobre el mar y los ojos se duelen de belleza.

Más allá, los lobos marinos y sus crías conviven con las gaviotas y los cormoranes, mientras los humanos miramos desde lejos, apenas redimidos en un gesto de fascinación respetuosa por las especies que nos acompañan. Y hay benditas zonas de silencio: el sonido del agua es música suficiente para el pensamiento.

¿Cuántas veces nos detenemos a mirar, a escuchar la maravilla del mundo? Pensé en Sokurov, con su capacidad de asombro intacta y su cámara fija auscultando matices en el mismo paisaje, los pequeños movimientos de la luz. Abriendo delicadamente nuestros ojos a la ínfima variación de lo sagrado.

¿Efectos del cine? ¿Madryn? No lo sé, pero por primera vez el mar se desvistió, íntimo y azul, para mis ojos.

Gracias.

miércoles, 28 de enero de 2009

El control del universo


Por Jean Luc Godard

olvidamos
por qué Joan Fontaine
se inclina
en el borde del acantilado

y qué iba
a hacer
Joel Mc Crea
en Holanda

olvidamos
por qué razón
Montgomery Clift guarda
un silencio eterno
y por qué Janet Leigh
se aloja en el Bates Motel
y por qué Teresa Wright
todavía sigue enamorada
del tío Charlie
olvidamos de qué
no es del todo culpable
Henry Fonda
y por qué precisa razón
el gobierno norteamericano
contrató a Ingrid Bergman

pero
nos acordamos
de un bolso de mano
pero
nos acordamos
de un autocar en el desierto
pero
nos acordamos
de un vaso de leche
de las aspas de un molino
de un cepillo para el cabello
pero
nos acordamos
de una hilera de botellas
de un par de anteojos
de una partitura de música
de un manojo de llaves

porque con ellos
y a través de ellos
Alfred Hitchcock logró
allí donde fracasaron
Alejandro, Julio César
Napoleón
tomar el control
del universo

quizá
diez mil personas
no olvidaron
la manzana de Cézanne
pero serán miles y miles
de espectadores
que se acordarán
del encendedor
del desconocido del Expreso del Norte

y si Alfred Hitchcock
fue el único
poeta maldito
que conoció el éxito
es porque fue
el más grande
creador de formas
del siglo veinte
y porque son las formas
las que nos dicen
finalmente
qué hay en el fondo
de las cosas
ahora bien, qué es el arte
sino aquello por lo cual
las formas devienen estilo
y qué es el estilo
sino el hombre

entonces una rubia
sin sostén
seguida por un detective
que tiene pánico al vacío
son los que nos aportarán
la prueba
de que todo eso
no es nada más que cine
dicho de otra manera
la infancia del arte

en sus comienzos
sólo sentía
poca cosa
y creía
saberlo todo
más tarde
habitado únicamente
por la duda, el dolor
el espanto
ante el misterio
de la vida
todo comenzó a flotar
y ahora
que lo sentía todo
creía
no saber nada

y sin embargo
del descuido
a la inquietud
del registro amoroso
de los comienzos
a la forma vacilante
pero esencial
del final
es
la misma fuerza central
que gobernó
el cine

martes, 27 de enero de 2009

Habitar, morir, traspasar.

Por Oscar A. Cuervo

Puedo tomarla como la última película de (mi) Festival de Mar del Plata, la que me puso de muy buen humor, la que levantó decisivamente el promedio que venía medio caído. O también puedo tomarla como la primera película extranjera del 2009, la que pone un techo muy alto en lo que va a ser mi lista de las 10 mejores en el próximo diciembre: si se estrena una película mejor que esta en lo que queda del año, habrá de ser una película buenísima. (El 2009 ya tiene sus primeros jugadores en la cancha: la argentina süden, la francesa Las horas del verano; y en música, ya tengo el candidato a disco argentino del año: Doña María: anoten ese nombre -título del cd y nombre de la banda - porque van a volver a escucharlo varias veces en las próximas semanas).

De modo que con Las horas del verano (L’Heure d’été) de Olivier Assayas el techo ha quedado muy alto. El ambiente es bien conocido para un exponente típico del cine francés: una hermosa casa burguesa, jardines, árboles, gente refinada. Emociones contenidas, humor afable, conversaciones inteligentes. Con una receta así se puede hacer también una porquería. Pero no es este el caso. Una mujer de 75 años reúne a sus tres hijos para celebrar su cumpleaños. Sin importunar el clima del encuentro familiar, ella empieza a deslizar en las conversaciones con sus hijos que está pensando en su próxima muerte, en el destino de la casa y de las cosas que la pueblan: los muebles, los cuadros originales de artistas como Corot, los recuerdos familiares, cuadernos en los que su tío -un artista reconocido- ha dejado sus bocetos. Se sobreentiende que ese tío ha sido algo más que un tío para ella, pero como son franceses y burgueses, todo se sugiere con discreta elegancia.

El cine francés ha filmado cientos de veces ambientes como este. Eso podría causar la sensación de una senda demasiado transitada. Podría. José Miccio, en su reseña aparecida en el número 20 de revista La otra ("Antídotos") deja entrever una cierta sensación de materiales fatigados:

"L’Heure d’été está llena de tics propios del cine francés más burgués y apoltronado. (...) Aun con su reflexión sobre la casa y el museo, de indudable interés, la película no escapa de una cómoda medianía, además de caer en buena parte de su metraje en la misma existencia blanda de sus burgueses".

Y bien, no es esa la impresión que a mí me causó la película de Assayas. Quiero decir: está la existencia blanda de los burgueses a los que Assayas les tiene evidentemente una gran simpatía. El duro trance de la muerte inminente luce "apoltronado", pero no por eso es menos duro. La gente de existencia blanda y apoltronada también se muere y antes de morirse ha vivido. Tienen objetos cargados de memorias, jarrones con flores, otros jarrones vacíos. Cuadernos guardados bajo llaves. Cosas que condensan diversos tiempos verbales: lo que se hubo de hacer y al final no se hizo, lo que empezó y aún no terminó. Los rincones de una casa no se pueblan de objetos físicos con una determinada estructura molecular, se pueblan de tiempos: el futuro del pasado, el pasado continuo, el pasado perfecto. Y el futuro imperfecto: en algún punto indeterminado llegará nuestra muerte. Al morir, un universo -la casa- se deshace, no de pronto, pero en cuestión de días o meses.

La idea conmueve: esto pasa, más o menos, en las casas burguesas y en las casas más sencillas. El hombre, la mujer, habitan: no es que estén en un punto matemático del espacio homogéneo. Y entonces, al deshacerse la casa, las cosas desligadas de la mujer que las tuvo siguen sus trayectos ya un poco a la deriva. O a la buena de Dios.

El encanto que posee la película de Assayas está en no quedarse fincada en el punto de vista de la moribunda, ni en el de alguno de sus tres hijos, ni en el de los dos nietos: la chica y el chico. No: Assayas compone una música en la que cada voz tiene su parte, en el que la casa vuelve a ser otra para cada uno de ellos: la anciana, los adultos y los chicos.

José dice que Assayas tiene un talento especial para terminar sus películas y José tiene razón. Sólo que el maravilloso, luminoso y vívido final de Las horas del verano no sería tan hermoso si no tuviera tras de sí un film tan bien pensado y sentido.

domingo, 25 de enero de 2009

Las internas palestinas: un presente problemático

Por Daniel Cholakian

Decretado el inestable alto el fuego en la franja de Gaza, rápidamente Mahmoud Abbas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina, convocó a los miembros de Hamas a superar diferencias, con el objetivo final de formar un gobierno de unidad nacional.

Las luchas internas políticas palestinas -especialmente después de 2004, año de la muerte de Yasser Arafat- están cruzadas por la violencia, la intromisión determinante de potencias externas y la carencia absoluta de un liderazgo capaz de constituir algo parecido a una organización nacional. Con sus errores y oposiciones, Arafat tenía esta condición de líder representativo. Este dato no es menor, pues no hay posibilidad de construir acuerdos de paz sostenibles en el tiempo sin la legitimación política de los representantes. Cualquier acuerdo firmado por dirigentes carentes de un reconocimiento extendido sería rápidamente desconocido por facciones enfrentadas.

Arafat, aun con la merma de poder que sufrió con la expulsión de la OLP del Líbano en 1982, la oposición interna a los acuerdos de Oslo y el fracaso que significó la cumbre de Camp David, era un representante legítimo del pueblo palestino. En esos años, al calor de la primera intifada especialmente, creció la participación política de habitantes de los territorios, que fueron organizándose y construyendo poder genuino. Fue en 1987 que, con la primera intifada, movimiento autóctono de resistencia, surgen dos grupos de inspiración islámica.

Hamas, organización surgida el 9 de diciembre de 1987 en Palestina, es parte de Hermanos Musulmanes, movimiento surgido en Egipto sesenta años atrás. En su historia esta organización ha participado muchas veces directa o indirectamente de formas institucionales de gobierno. En absoluto pretendió transformar no ya la idea de estado, sino siquiera su base institucional. La violencia puede ser parte de la táctica política, pero no un fin en sí misma. Su participación no solo la ubicó como actor importante en la política de Palestina, en un segundo lugar detrás de Al Fatah (el partido de Arafat), sino también que la obligó a incorporar algunas ideas liberadoras del Islam en el discurso político.

La Yihad Islámica, otro grupo de orientación musulmana, surge en Egipto como desmembramiento de Hermanos Musulmanes hacia 1980. Están fuertemente influídos por el surgimiento del estado islámico de Irán y el liderazgo del Ayatola Jomeini. En sus inicios se diferenciaron de Hamas por tener un carácter más revolucionario en su concepción de la lucha con Israel. Entre otras cuestiones, esta diferencia subsiste y su planteo es en general de negación de Israel.

Más allá la existencia de estos partidos o agrupaciones, junto con los izquierdistas Frente Democrático por la Liberación de Palestina y Frente Popular para la Liberación de Palestina, la interna política decisiva de la hora se basa en la puja entre Al Fatah y Hamas.

Con la muerte de Arafat, las luchas internas se incrementaron. Y ese agravamiento fue clave la participación directa de Israel en la vida de los partidos (ver Avnery). Una acción concreta fue la captura y encarcelamiento de varios dirigentes político importantes, entre ellos Marwan Barguti, considerado el único dirigente capaz de producir el recambio necesario. Junto con él, varios dirigentes que participaron en la primer Intifada fueron encarcelados. Así Abbas quedó como candidato casi excluyente a suceder a Arafat. Aun cuando carecía de peso propio, era parte de la conducción en el exilio, y representaba a la dirigencia cuestionada por escándalos de corrupción.

En 2006, después de arduas discusiones, Hamas decide participar en las elecciones, comenzando un camino de institucionalización, lo que fue saludado como una nueva etapa en su modo de hacer política (ver Brieger en La otra). Ganó las elecciones, pero su triunfo fue desconocido por Israel. Con la excusa de falta de transparencia y su condición de organización terrorista, el gobierno israelí impuso un bloqueo total sobre la franja de Gaza. El mismo incluyó a los flujos financieros, lo que imposibilitó cualquier pretensión de ejercer el gobierno para Hamas. Después de un par de meses en los que el primer ministro Haniya y Abbas montaron un gobierno de unidad nacional, que fue un fracaso estruendoso, Hamas quedó a cargo del gobierno. Bloqueado, vaciado de poder por Al Fatah -que, por manejar la policía, tenía mayor poder armado-, el gobierno no pudo llevar a cabo ninguna política de mejora de la condición de vida de los palestinos. El enfrentamiento entre ambos partidos fue creciendo en violencia, registrándose muchas muertes entre 2006 y 2007. Lo político, a partir del segundo semestre de 2006, se tiñó de sangre entre los propios palestinos.

Aun así, a mediados de ese año, cuando Israel invadió el Líbano, en la vida interna palestina se produjeron algunas señales que permiteron pensar que una salida política era posible. En primer lugar, más allá de apoyar la lucha de Hezbollah en la defensa del Líbano, Hamas intentó diferenciarse de aquel movimiento. Los políticos palestinos en su totalidad intentaron dejar en claro que su causa es la liberación de Palestina y que debían separarse ambos enfrentamientos. Más trascendente políticamente es el documento que los presos políticos de todos los partidos palestinos firmaron desde la prisión en Israel. En el mismo se instaba a deponer las armas en la lucha interna, a reconocer el sistema democrático como esencial para la organización nacional que debía reforzarse. También proponían incrementar el trabajo en los ámbitos internacionales a favor de la creación de un estado palestino en los territorios ocupados, el cumplimiento de las resoluciones de la ONU y el cumplimiento del fallo de la Corte de La Haya, en contra del muro de separación construído por Israel. La contundencia de ese documento no sólo reflejaba el reconocimiento de Israel (sólo la Yihad hizo una salvedad al respecto), sino que además reafirmaba que la única salida para Palestina era la instancia política.

Sin embargo, los enfrentamientos en Gaza se incrementaron, y a mediados de 2007 Abbas decide destituir a Haniya. El primer ministro no aceptó tal decisión y continúa ejerciendo el poder en la franja de Gaza. Al Fatah, por su parte, se retiró del territorio y se concentró en Cisjordania, donde basa su poder territorial.

Hamas con el control total de la Franja, fue bloqueado y quedó sin recursos. Otra vez Israel participó encarcelando a muchos de sus líderes políticos (ministros, legisladores) y llevando a cabo lo que sus fuerzas armadas llamaron “asesinatos selectivos”. Esto abrió la puerta a la participación dentro de la organización de grupos más radicales y marginales. La situación era entonces muy grave: falta de alimentos, provisión escasa de agua potable, falta de medicamentos; también una gran cantidad de refugiados, víctimas de los múltiples desplazamientos y destrucciones masivas, como la de la ciudad de Rafah. A eso se sumó, a partir de 2006, el retiro de organizaciones de asistencia humanitaria, asediadas por la violencia. En 2007 Hamas respondió a la ocupación con ataques de cohetes de corto alcance. Esta táctica fue a todas luces contraproducente respecto de los objetivos del documento de los presos políticos, pero le permitió a los dirigentes activos en Gaza acumular poder al interior del territorio ocupado.

En tanto Al Fatah, incapaz de incorporar aquella acción armada como un acto de resistencia palestina, careció de orientación política. Abbas aceptó la hoja de ruta de Bush que, si bien planteaba como objetivo la creación del estado palestino, sostenía la idea de respetar la vía demográfica (el territorio pertenece al país cuyos nativos lo ocupan), con lo cual toda la zona de las colonias deberían considerarse israelíes. Tampoco fue capaz de operar a nivel internacional para frenar la construcción del muro de separación, ni evitar la proliferación de las colonias israelíes en Cisjordania.

En el momento actual del conflicto, la participación de Al Fatah, que ocupa la presidencia de la Autoridad Nacional Palestina, ha sido cuanto menos tibia. Abbas recién concurrió a la ONU a presionar por una resolución exigiendo el alto el fuego diez días después de comenzado el ataque. No participó activamente de las negociaciones internacionales o, cuando lo hizo, fue distanciándose de la resistencia en Gaza (1) . Gran parte de la población de Gaza se sintió abandonada por su viejo partido. De algún modo consumó lo que era de facto: Hamas en Gaza, Al Fatah en Cisjordania. Y con su escasa presencia internacional aceptó tácitamente lo que repetía Israel, el conflicto es entre ellos y Hamas. Como si no fueran todos palestinos.

Con este ataque feroz consumado y el alto el fuego decretado, queda por esperar de aquel lado del conflicto, como lo decíamos respecto de Israel, cual será la lectura de tal resultado. Es difícil saber cual será el impacto diferencial que las acciones armadas tendrán en Gaza por un lado, y en Cisjordania por el otro.

Hamas podrá tener un crecimiento político en sectores del pueblo palestino, seguramente con mayor impacto en Gaza, pero lo cierto es que la radicalización extrema no siempre acumuló poder entre los palestinos. Habitualmente, a medida que el proceso de paz avanza, el apoyo a la resistencia armada disminuye. No es posible concluir que el rol resistente de Hamas le asegurará el apoyo mayoritario, sin embargo es altamente probable que Al Fatah resulte muy golpeado de esta situación. No parece que esto determine un juego de suma cero, donde lo que pierde uno lo capitaliza el otro. Es altamente probable que ambos pierdan.

Por un lado Hamas, más allá de las declaraciones estridentes y las amenazas, ha visto muy resentida su estructura militar y política y finalmente ha sido vencido en el terreno de la guerra. En un escenario de imposibilidad de encarar la resolución política, la acción violenta debería centrarse en actos terroristas (hay quienes proponen retomar los atentados suicidas). Esto lo aislaría más, tanto al interior del pueblo que desea vivir en paz y recuperar algo de tranquilidad, cuanto le restaría apoyos externos. Y por supuesto, haría imposible una relación política seria con Israel, que es la única forma posible de avanzar hacia la paz. Si Hamas no descarta rápidamente la acción violenta, no sólo se cancela cualquier posibilidad de paz, sino que se auguraría un futuro muy preocupante.

Al Fatah, el gobierno de la Autoridad Palestina, está en su peor momento político. Abbas no tiene capacidad de convocar al resto de los actores políticos. Tanto el partido como el gobierno quedaron absolutamente deslegitimados con su actuación durante este conflicto. Solamente un recambio de conducción, centrándose en políticos más jóvenes y nativos de los territorios, podría rescatarlo de su situación. Tal vez Barguti podría retomar la conducción en base a su liderazgo carismático.

En Palestina los partidos viven una crisis profunda, de la que es difícil imaginar su resolución. Primero deberán demostrar si están en condiciones de reorganizarse internamente. Luego si pueden resolver la puja política sin apelar a la violencia, para poder reconstruir la Autoridad Nacional Palestina y su gobierno. Finalmente, logrados los dos pasos anteriores, será necesario que hayan acumulado el poder suficiente como para establecer negociaciones con Israel y desactivar los grupos radicales que seguirán intentando imponer los recursos a la violencia.

Sin unidad territorial, con los partidos políticos desarmados y sin poder, con la población sufriendo la falta de recursos, la ocupación en Cisjordania y la desvastación absoluta en Gaza, sin una institucionalidad mínimamente aceptable, con grupos armados autónomos que no responden a conducción alguna, el presente de la política palestina es muy problemático. El escenario no presenta ningun aspecto que llame a la esperanza. Salvo aquel documento de los presos políticos, que, aunque tenga apenas dos años y medio, hoy parece increíblemente lejano.

(1) Después de escribir este artículo, el periodista Israelí Ari Shavit escribe en Haaretz: “La guerra en Gaza no es Israelí Palestina. Es entre una alianza entre moderados de medio oriente y el eje extremista. Durante la guerra los Estados Unidos, Europa, Israel, Egipto, Arabia Saudí y la Autoridad Palestina funcionaron como verdaderos aliados” (la traducción y las cursivas son mías). Más allá del rasgo provocador de Shavit, hace explícita una complicidad de la ANP que muchos susurran por lo bajo, y que tiene especial efecto en la vida política futura de los Palestinos.

sábado, 24 de enero de 2009

La tragedia de Gaza

Por Eleuterio Fernández Huidobro *

La llamada "Franja de Gaza" es mal fruto de una feroz controversia. Como de Montevideo a Parque del Plata, contra el mar, viven un millón y medio de personas. Imposible describir cómo y por qué se llegó a tal mamarracho. Pero son inaceptables las falsedades que intereses acérrimos propinan.

Conviene recordar que el creador del Cristianismo, a fuer de judío, nació allí, colonizado por el Imperio Romano (antes hubo otros). Pero posteriormente existieron también otros tan o más letales que los de hoy que también (y mucho) tienen que ver con lo que está pasando. Durante siglos no existió por esos lares "la cuestión judía" (fueron imperialmente dispersados) y sin embargo siguió habiendo grandes hecatombes en la disputa de tales territorios (aún cuando el petróleo carecía de valor y ni qué hablar después). Rommel no llegó por deporte a pocos quilómetros de Alejandría procurando cerrar la mandíbula de su tenaza contra la otra: las fuerzas nazis que, invadida la URSS, pretendían bajar por el Cáucaso. En ese entonces Palestina era inglesa y Moshé Dayán un oficial británico que perdía el ojo reprimiendo en Faluja (Irak), pero sin televisión, una insurrección nacionalista (y pro-nazi).

Casi todos los viejos la vimos: Lawrence de Arabia era una película de aventuras sin contexto que aludía a la acción de un agente secreto británico (¿Qué hacía allí?) sublevando contra los turcos a los pueblos de esa región en la Primera Guerra Mundial. Dicha "obra" culminó con la creación arbitraria de varios países. Ineludible el recuerdo de lo mismo (ayudando a Bolívar por ejemplo) contra España en el siglo XIX y con parecidos resultados postreros, incluso genocidios como el de Paraguay. Lord Ponsomby del Río de la Plata sería otro buen film de espionaje y aventuras (incluso amorosas).

Y, de antes, podríamos recordar la "Guerra Guaranítica" y el fatal destino de las "Misiones" (de reiterados genocidios incluídos). De lo nuestro nos hablan cuando nos hablan de Gaza y otros despojos territoriales y étnicos: acá hubo un "Uruguay" artificial y colorado, sostenido por varios Imperios, que no iba más allá de la Plaza Independencia…

El otro aspecto solapado consiste en ocultar innumerables tragedias producidas al desplazar a sangre y fuego, con fines generalmente inconfesables, a enormes masas de población (o a pequeñas porciones) desarraigando a unos y "asentando" a otros. Desde tiempos remotos hasta hoy: recordemos que hace unas semanas huían emigrando centenares de miles de personas por la convulsiva frontera nordeste del Congo. Y que también al finalizar la Segunda Guerra la India ganó su independencia pero fue dividida en por lo menos dos países generando con ello una tragedia que se extiende hasta hoy y la multimillonaria migración humana más grande que se recuerde.

No hablemos de Europa porque los "ejemplos" serían interminables y muy condenatorios; los protagonistas serían de todos los bandos (incluído el "bueno"), y sus secuelas llegarían hasta hoy también al rojo vivo.

Algunas tragedias tienen más "prensa" que otras. Los muertos son distintos: los hay "Usted" y los hay "che". Los Balcanes gozaron de mayor atención pero Ruanda, Darfur o el Congo (con tres millones de muertos superando a Viet Nam), por poner sólo tres pésimos ejemplos, apenas merecen algún recuadrito muy de tarde en tarde aunque por día mueran allí más de mil en cada lugar. ¿Será porque son negros?

Debemos pedirle a nuestros viejos y nuevos compañeros judíos que condenen como nosotros lo que el actual Gobierno de Israel ha perpetrado en Gaza. Ayer en el sur del Líbano, como hoy en Gaza, el clamor de los que se mueren reclama presencia urgente de Fuerzas Internacionales de Paz. Quienes las critican acá, deberían pensarlo…

Ya tenemos, cerca y desde hace mucho, tropas uruguayas cumpliendo ese rol en el Sinaí (otra "carnicería" y un peculiar Acuerdo de Paz para detenerla). Uruguay debe seguir exportando paz por todos los medios a su alcance.

* Eleuterio Fernández Huidobro es político, periodista y escritor uruguayo. Fundador y dirigente del Movimiento de Liberación Nacional - Tupamaros. El 31 de octubre fue elegido como Senador en las últimas elecciones de Uruguay, representando al Encuentro Progresista, cargo que ocupa actualmente. Este artículo fue originalmente publicado el 20/01/2009 aquí.

El sustituto

Por Oscar A. Cuervo

El clasicismo en el cine está en apuros si uno de sus mayores emblemas, Clint Eastwood, es capaz de dar a luz un bodrio tan inexplicable como El sustituto (Changeling).

Digo: la película inmediatamente anterior es la excelente Cartas desde Iwojima. Pero Eastwood había cimentado su reputación como "el último de los clásicos" por el tratamiento pudoroso de los materiales dramáticos y una cierta concisión narrativa. Ahora bien, esta película truculenta y rebuscada no nos ahorra ninguna bajeza: niños secuestrados y asesinados cuyos restos óseos son desenterrados por otro niño, un ahorcamiento filmado en todos sus más repelentes detalles, sesiones de electroshock, patéticas escenas "de manicomio", secuencias gastadas del más remanido género de films judiciales. ¿Se lo puede disculpar atribuyendo estas bajezas al guión chapucero de J. Michael Straczynski? Pero ¿qué necesidad tenía el adusto Clint para someterse a semejante baratura? Y además, no es el guión literario el que puede obligarlo a filmar la agonía del ahorcado con abundantes detalles del moribundo en estado de convulsión.

Es cierto que, antes del díptico de Iwo Jima, Eastwood ya había evidenciado síntomas preocupantes en la sensacionalista Río místico (¡otra vez niños secuestrados, maltratados y asesinados!), con la sobreactuación empalagosa de Sean Penn y una línea sinuosa, tanto narrativa como política. Quizá sea que Eastwood no termina de posicionarse en su lugar de "libertarian" de derecha, quizá cierta incomodidad lo lleve a estar dirigiendo films que son como síntomas de su propio desencuentro. No quiero ponerme a psicoanalizarlo, pero es inevitable preguntarme cómo el autor de Unforgiven y Los puentes de Madison, el hombre en quien se cifraban las esperanzas del viejo clasicismo, puede caer tan bajo.

Me queda la esperanza de que Gran Torino, la siguente película suya que se estrena en pocas semanas, me saque este asqueroso sabor a decadencia.

viernes, 23 de enero de 2009

50 años de Motown en La otra.–radio


Por Fernando Velazco



Motown fue para el rythm and blues y el soul tan importante como Sun Records fue para el rockabilly. O quizá más. De hecho, el sello Motown no sólo fue durante más de 20 años la principal casa de artistas tan influyentes como Marvin Gaye y Diana Ross, esta última desde sus tiempos en The Supremes; Motown es el nombre con el que se asocia a gran parte de la mejor música negra de todos los tiempos. El sonido Motown ha cumplido sus primeros 50 años, desde que en enero de 1959 el ahora casi octogenario Berry Gordy fundó un sello para editar a una banda que había escuchado y lo había asombrado por su talento: The Miracles. Aunque, en realidad, durante los primeros meses el sello se llamó Tamla Records y su primer single editado fue Come to me, de Marv Jonson. Esta canción y otras más, que componen un repertorio de temas raros, casi inéditos, sonaran este domingo a la medianoche en La otra.– radio. FM La Tribu, 88.7, http://www.fmlatribu.com/

Postdata del editor:

Mientras tanto
lejos de allí
en el puerto de Liverpool
unos muchachos
esperaban
los discos de Tamla Motown
para hacerlos después a su manera.

jueves, 22 de enero de 2009

süden

Por Oscar A. Cuervo

süden es una película notable por varias razones, la primera de las cuales es el placer con que se la mira y se la oye, por su gracia e inteligencia. Su realizador, Gastón Solnicki, debuta en el cine filmando el regreso del célebre compositor argentino Mauricio Kagel, quien en 2006 volvió a nuestro país después de casi 40 años. Kagel volvió para participar de un festival en homenaje a su obra musical, organizado por el Centro de Experimentación Musical del Teatro Colón.

Al comienzo del film, cuando se encuentra por primera vez con los jóvenes músicos argentinos del Ensamble Süden, quienes se habían auto-constituído en sus discípulos in absentia, Kagel dice que este regreso a Buenos Aires después de tanto tiempo está cargado de significados para él, que algunos de estos significados no vienen al caso explicarlos, pero que necesitaba estar en contacto con los músicos de aquí. Kagel se fue del país a mediados de la década del 50, cuando su inquietud creativa no encontraba espacio propicio para desarrollarse. Pierre Boulez, cuando vino de gira por Buenos Aires, advirtió su talento y le sugirió que consiguiese alguna beca para desarrollarlo en Europa. En 1957 llegó a la ciudad alemana de Colonia y desde entonces vivió allí, donde se ganó un lugar preminente en la música contemporánea. Tanto es así que nada menos que John Cage llegó a decir: "el mejor músico europeo que conozco es un argentino, Mauricio Kagel". La admiración de Cage hacia Kagel no es casual: ambos han dedicado su obra a interrogar los límites de lo que habitualmente se considera "musical". No por una incierta vocación experimental -esa palabra tan engañosa que nos remite a la idea de un laboratorio científico-, sino porque la inquietud de ambos los llevó a buscar la música en el lugar donde ella habita: no en las partituras, no en la destreza técnica de los ejecutantes, sino en la escucha de los oyentes. La música es el arte de escuchar.

El debutante Gaston Solnicki supo eludir la tentación biográfica al hacer su película: la mayor parte de los datos que yo menciono en los párrafos anteriores no aparecen en süden. Tampoco podía aparecer -ante todo porque la película se terminó de editar antes- la muerte de Kagel, ocurrida en septiembre pasado, cuando süden ya se había estrenado en el último BAFICI. Kagel estaba enfermo al volver a Buenos Aires y probablemente ese sería el especial significado al que él aludía al principio del film: esta vuelta a su ciudad era el momento de trasmitir un legado a una nueva generación de músicos. Esta emoción pudorosa impregna el film, sin que ella sea narrada. Se trata de un maestro en el momento de trasmitir su saber, un saber que sólo es transmisible en el contacto personal, en el que las palabras pueden decir sólo una parte. La película de Solnicki nos permite presenciar ese misterioso traspaso.

¿Cómo lo logra? Gastón pone al cine en diálogo con la música. En la charla que tuvimos con el realizador en el programa del domingo pasado, él nos dijo que al principio ni siquiera tenía claro que estaba haciendo una película. Quizá haya sido esa soltura en las condiciones de su producción lo que le permitió a Solnicki hacer cine. Lo que süden nos deja descubrir de a poco es que no se trata de una celebridad volviendo a su tierra natal, sino de un hombre que hace música. Y lo que el film testifica es que músico no es quien imagina arbitrariamente una sucesión de notas para que otros escuchen. Un músico es el que sabe escuchar antes y mejor.

En los ensayos con los muchachos del Ensamble, lo que la cámara y los micrófonos registran es a Kagel escuchándolos. Con los ojos cerrados y los oídos atentos, Kagel busca con ellos el volumen justo, el timbre preciso, los pianíssimos, el látigo exacto de una página arrancada de una guía telefónica. Kagel escucha y les pide a sus músicos y nos pide a los espectadores de la película de Solnicki que escuchemos. Promediando la película lo terminamos de comprender: la música nos pide aguzar el oído.

La película misma se vuelve una pieza musical. Sonicki logra, gracias a un cuidadoso registro directo del sonido de los ensayos -cuidado logrado a instancias del propio Kagel- y gracias también al impecable trabajo del montaje, que cada elemento sonoro de su film se integre como la voz singular de un ensamble: los arranques y cortes de los ensayos, las palabras de Kagel, el sonido ambiente, los cortes, el ruido de la calle: süden suena como música.

No parece casual el logro de su director, tiene que ver con la forma en que encaró su hechura:

- No es una película que se hace diciendo: «vamos a hablar de tal tema», -nos decía el domingo pasado- está hecha desde otro lugar, creo que eso se pone en evidencia en el resultado, está hecha con mucho amor. Y para mí fue un proceso fantástico, no sólo estar cerca de Kagel, aprendí muchas cosas haciéndola. No es una película sustentable económicamente. Pero en términos de mi carrera, el hecho de que sea sustentable no se puede ver desde la actualidad, no creo que sea una experiencia lineal. Tengo muchos amigos y colegas que apuestan a lo que nos enseñan, esto de que hay que hacer un guión y conseguir productores, y después legitimarlo con premios y demás. Y pasan siete, ocho años, y veo como sus propios proyectos y ellos mismos van perdiendo un rumbo...

- El mayor logro de la película -le digo- es que puede ser recibida como una pieza musical.

- Creo que la máxima posibilidad de cualquier película es ser tomada como una pieza musical. Mi sensación con el cine es que ha estado siempre tan anclado en lo narrativo, en cómo se diseñan: fijate que las películas se hacen basadas en un guión. Y el guión.. ¿qué es un guión al final?

- Es una especie de subordinación a la literatura.

- Eso a mí siempre me sorprendió y me asustó. Es como: ¿de qué trata tu película? Y qué se yo de qué se trata mi película, no lo pienso en esos términos, es como si le preguntaras a un compositor de qué se trata su sinfonía. ¿Qué te va a decir Beethoven de su sexta sinfonía? “Y.. tiene que ver con el pasto...”. No. Mi visión es esta, tampoco soy un dictador que quiere imponer su visión al resto, pero para mí es innegable que el cine tiene que ser de esta manera, no voy a partir del asunto, del guión, de un conflicto. Y eso que süden no es una película experimental, tiene una estructura que se puede seguir con facilidad. Pero no es desde ahí donde a mí me interesa partir.

süden se exhibe los viernes y sábados de enero a las 22:00 en el MALBA.

miércoles, 21 de enero de 2009

La otra - Grandes éxitos - volúmen I

Algunos meses después nos dimos cuenta de que en julio pasado se cumplieron 5 años de la aparición de revista La otra. No sabemos manejar el autobombo y tampoco se nos ocurrió hacer un número celebratorio en diciembre pasado, cuando llegamos al 20. En el fondo estamos convencidos de que la revista habla por sus propias notas y que no hace falta, al llegar a algún número redondo, hacernos un autohomenaje.

Pero, bueno, ahora que nos dimos cuenta, se nos ocurrió hacer algo en la radio: imaginar un disco doble con músicas que funcionaran como la banda de sonido de estos primeros 20 números de revista La otra. Casi siempre las propias tapas nos dictan los artistas a incluir en este imaginario Greatest Hits; unas pocas veces tenemos que buscar en el interior de cada revista. Así que este domingo a la medianoche vamos a escuchar el volúmen I de ese cd que nunca saldrá, como homenaje no a nosotros mismos, sino a nuestros chicos y chicas de tapa. Y dentro de algunas semanas, el volumen II.

FM La Tribu. 88,7. http://www.fmlatribu.com/

Apuntes sobre El silencio Continente de Javier Galarza



Por Liliana Piñeiro

Algo huye del lenguaje pero deja allí su rastro: este libro lo encuentra entre el murmullo del mundo. Poesía que asoma entre líneas, sonido de los márgenes, respiración sobre el abismo.
A través de sus cinco libros, El Silencio… nos lleva a los confines de un territorio inacabado. Geografía de continente. Se despliegan el amor y la pérdida, la disolución y el advenimiento, y en este desplegarse se le pide a la palabra que aceche, con paciencia de cazadora, eso que se escurre. Aunque siempre queda el recurso de “hacerle trampas a la lengua” (esa feliz expresión de Barthes) y recuperar en ella la fusión inicial.

Libro I

Temblorosos son los Cuerpos del Amor. Cavado en profundidad, el secreto de una mujer vestida es el mejor guardado del crepúsculo. El deseo sigue una huella antigua y hay un gemido en la penumbra: si fuera en ti si pudiera no serme. Pero al alba, sólo quedan los pliegues de tristeza que prolongan cada desvestir. El amor se disuelve en desencanto y el malentendido se filtra en la tibieza de los cuerpos.

Libro II

La claridad posterior a la noche de los colgados ilumina las Texturas neogóticas. Es el tiempo del miedo, esa huella atroz de una dentellada. Una hechicería de mujeres pende de los árboles, desnudez expiatoria de una conjura posible. Hay avidez de corazones profanados y en los ojos de los niños, la luz de los candiles arroja fantasmas.
¿Habrá que redoblar la guardia? La pregunta es hamletiana: ¿será la materia de los sueños/ la sombra eterna de una duda?

Libro III

Deshacerse de Los cuerpos del amor en un área de catástrofe es una estampa de melancolía que abre sus variaciones. Ora se pide, en voz baja, un gesto amoroso: por esta noche sólo por esta noche/cierra con dulzura los ojos de mis muertos; ora el poema toma la forma de los lamentos, porque si nada enseña la distancia y el olvido, ¿será el temblor la medida del desamparo?
Como sea, la infancia tiene el sonido de campanas lejanas, y si el amor es un vano refugio, sólo queda la palabra creadora. el verbo como último amparo en un paisaje desolado.

Libro IV

En este libro hay canciones de Disolución que se presentan con la estructura de cajas chinas: soy otro cuando callo/soy otro cuando hablo/soy otro que nunca soy (…) detrás de mi olvido hay otro olvido.
Caja tras caja, la de Pandora entreabre su tapa y los versos se despeñan sin coordenadas de rescate. A esta altura, todo salto es mortal, como cuando dejas de mirarme y no me veo. Demandado en lo que no se es, sujetado a un deseo, el poeta busca guarecerse bajo un nombre en la tiniebla.

Libro V

El Advenimiento surge a partir de la resistencia de lo impronunciable. Ya no se puede retornar a casa: no se cesa de no partir y el padre tiene ojos de color indescifrable.
Se añoran los gestos del amor, se dividen los bienes sin saber cuál es el exacto momento en que un cuerpo amado entra en el pasado. Excedido el alfabeto, un lenguaje agrietado sirve de morada.

El silencio continente nos deja ecos de una travesía que ignora su trama. Desde la fusión: qué importa dóndeterminadóndempieza el otro / hombremujer / pronuncian grandes palabras, a la disolución: nada / que me limite o delimite / apenas / algo de buen dolor, perdición y magia de antaño, este libro nos interpela.

Porque

se crea o se ama desde la muerte contra la muerte
para afirmarse en la belleza de cada tibieza posible
mientras nos dure esta sangre


nada en él habrá que nos sea ajeno.

lunes, 19 de enero de 2009

El nacimiento de una visión

Por Oscar A. Cuervo

Alentado por algunos amigos, vi Todo por un sueño, película de Gus Van Sant de mediados de la década del 90, protagonizada por Nicole Kidman y Matt Dillon. En su momento no la había visto, no la registré: será por el título, que sonaba a tantos otros tontos títulos del cine yanqui, será por el afiche (que en realidad no recuerdo, pero adivino), o por la pareja protagónica: no sé por qué será, pero si me enteré de que esta película existía, la debo haber olvidado instatáneamente. Por ese entonces, Gus Van Sant me tenía desesperanzado: después de un comienzo deslumbrante (Mala noche, Drugstore cowboy, My own private Idaho) se había desmoronado en una serie de producciones insustanciales hechas por encargo.

La cosa es que finalmente la vi. Por suerte la vi después de que Van Sant volviera a nacer con el siglo XXI, a partir de Gerry, Elephant, Last days y Paranoid park. Porque si la hubiera visto con ocasión de su estreno, no sé lo que habría sentido: si congoja, confusión o rabia. Todo por un sueño es una película de guión, la penúltima película del viejo cine. Filmada con desidia: plano – contraplano – plano - contraplano, tomas de 7 segundos, imagen de legibilidad instantánea. Se lo adivina a Van Sant consultando el guión, aburriéndose detrás de cámara, contando los días para el final del rodaje, preguntándose qué carajo hacer con su obra, qué hacer con su vocación de cineasta y con su vida. Verla es como estar leyendo el guión: columna izquierda, descripción de la imagen; columna derecha, diálogos. Plano medio conjunto - plano entero - plano pecho de ella - plano pecho de él, tac, tac, tac. Uf.

Película de personajes, de ese tipo de productos de los que el espectador sale comentando: “lo que pasa es que ella...”. Y con buena voluntad (si es que, a pesar de la sucesión plano – contraplano, uno logra concentrarse en los temas de los que los actores charlan) hasta se puede encontrar una crítica social, sobre la hipocresía, la falta de escrúpulos, el mundo de la televisión y cosas así.

Lo que no hay por ningún lado es cine. Lo que no hay es alegría por parte del director: hay agobio. Filmando a esa rubia nulidad de Nicole Kidman, con su belleza tan Cosmopolitan. Cuando Gus se reanima es cuando filma al terceto juvenil (Joaquin Phoenix, Casey Affleck, Illeana Douglas). Ahí parece recobrar la vida, el deseo, algo por lo cual el cine justifique su existencia. La cámara registra con regocijo cada vibración de la piel de estos jóvenes, con una pasión que un puritano llamaría lujuriosa (esa vibración, irreductible a logos, que el aparatito de los Lumiere registra, pese a no estar escrita en el papel). Eso es lo que Van Sant estuvo haciendo en la década infame: dentro de proyectos ajenos, crear algunas islas de pasión: de estas películas anodinas sacó algunos amigos: como Matt Damon (el de Good will hunting) y Casey Affleck, el adolescente bobo de Todo por un sueño, ambos co-protagonistas y co-autores de esa maravilla llamada Gerry.

Ahora está por estrenarse Milk, la nueva película de Van Sant, protagonizada por Sean Penn. Sólo vi el trailer pero estoy preocupado. Parece que se tratara de un vehículo para que Penn saque a relucir esas morisquetas que suelen candidatear al Oscar, esta vez haciendo un gay (la composición de personajes representantes de alguna minoría discriminada eleva puntos en la Academia). Parece tratarse de un film de encargo, un guión que a algún productor se le ocurrió que Van Sant sería la persona indicada para ilustrar con imágenes. Ojalá me equivoque y Milk sea tan buena como las últimas cuatro que Van Sant dirigió.

***

¿Por qué el 90 % de las películas están concebidas bajo un mismo modelo lógico-narrativo? ¿por qué hasta aquellos que, en el mejor de los casos, conceden que hay cine más allá del guión hablan de “puesta en escena”, como si estas palabras bastaran para salvar la especificidad del cine frente a la literatura? “Puesta en escena” parece decir dos cosas: 1) poner en escena algo que preexiste en palabras: representar; 2) en escena: es decir: en escenario teatral.

No parece haber una experiencia de la mirada que no sea mediada por la palabra y la representación. Cuando el público sale diciendo: “lo que pasa es que ella...” termina de cerrar ese circuito propiciado por el planteo mismo de la película. En las escuelas de cine se enseña, en la materia Guión, que lo primero que hay que tener es un “superobjetivo” expresado en términos proposicionales; por ejemplo: “la ambición es incompatible con el amor"; a partir de ahí se va “poniendo en escena” esta proposición. El éxito artístico consistiría en que cada posición de cámara, cada corte, cada gesto de los actores, induzcan al espectador a formular esa proposicón mentalmente cuando termine de ver la película. Eso querría decir que la “entendió”. Para que ese milagro se produzca es necesario que la sintaxis cinematográfica funcione aceitadamente, en una ilusión de transparencia totalmente engañosa. El hecho de que un espectador se pregunte: “¿pero qué demonios es esto que estoy viendo?” es, para este modelo de “transparencia”, un inconveniente. El ideal es: un plano - un significado – un plano – un significado - una escena- un paso en la dirección de “lo que pasa es que ella es tan ambiciosa que no puede amar a su marido ni a ningún otro hombre”.


Hace un par de años se publicó el primer tomo de la Obra Kapital de Angel Faretta: (El concepto del cine, Djaen, 2005). Faretta supo ser un reputado crítico de cine a fines de los 70 y principios de los 80, con cierta tendencia a expresar en cada reseña suya una cosmogonía monumental, llena de mayúsculas y latinazgos, aunque también exhibiera cierta sagacidad para pensar el cine. Después dicen que se encerró a escribir la Obra Kapital de la cual ahora se publica el primer tomo:

Nos adelantamos -declara en la introducción, usando el plural mayestático- también a cumplir con el pedido de algunos –pocos- discípulos que deseaban tener, desde bastante tiempo atrás, siquiera las conclusiones de nuestra teoría.

Antaño Faretta podía seducir a sus lectores con mordaces observaciones que aligeraban su tono mesiánico. Pero el encierro de estos últimos años parece haber acentuado su oscurantismo hasta perder toda gracia. En un pasaje de El concepto del cine dice:

El cine nace con Griffith (...) mediante el re-curso a lo mítico. Como este recurso es, in nuce, «relato», «historia», «ficción», en el primer nivel de su operar Griffith funda el cine como relato, como mythos, pero una vez operado este sentido, debe crear la forma de sostener y soportar tal re-curso, con una práctica que unifique imaginariamente tales mitoi; para ello recurre a un logos compuesto de logoi como: división diegética en planos, campo y fuera de campo, principio de simetría, ejes de construcción... que configuran así una lógica que contiene y soporta al mito y a lo mítico.” (páginas 143-144).


Esta afirmación aparece en una sección del libro titulada, con comicidad involuntaria y falta de rigor epistemológico, “Axiomas y postulados”. Sin apelación posible, el Oscuro Maestro decreta de aquí a la eternidad que el cine es esencialmente relato y que Griffith es el partero del cine. Curiosamente este mythos restaurado es sostenido por una lógica (división en planos, etc.), con lo cual el destino del cine queda definitivamente ligado a la palabra (tanto mythos como logos significan en griego “palabra”; palabra-relato, en un caso; palabra-argumento, en el otro). Ahora bien, como el aparatito milagroso de los Lumiere puede registrar las mínimas vibraciones de lo real que son irreductibles al mito, a la lógica y a toda otra especie de palabra, Faretta debe despreciar la invención del cinematógrafo por tratarse de un comienzo “bajo” y necesita mistificar un Origen Griffithiano del Cine, en línea directa con los Tiempos Heroicos. Así, la mirada queda subordinada despóticamente a la Idea.

Para llevar a cabo esta operación hace falta alterar un tanto los vínculos de las cosas. Porque la lógica inventada por Griffith se cristalizó muy rápidamente como convención narrativa al servicio de la industria del entretenimiento de masas, para lo cual era muy conveniente familiarizar al espectador con un código fácilmente “legible”; en términos de marketing: hacía falta construir un espectador a imagen y semejanza de la producción en serie. Esta imposición es descripta por Faretta con palabras tanto más bonitas:

“El reino de la transparencia es la etapa del cine (...) en la cual se troquelan exhaustivamente los géneros como efectos de transparencias diegéticas y cuando se establece, además, el pacto simbólico entre hacedores y espectadores.
“Transparencia es la situación, pacto simbólico o recurso mediante el cual el cine, especialmente en el período clásico, legisló y gobernó el acceso primario a los films, haciendo visible, mediante la acuñación de géneros, la legibilidad del cine...
(página 61)

“Troquelado”, “pacto”, “acuñación” “legislación”, “gobierno” son todos términos que apenas disimulan la violencia ejercida sobre la percepción del espectador. Es notable que semejante despliegue de poder instaure un “reino de la transparencia”. Lo cierto es que los espectadores no han tenido nunca la oportunidad de hacer “pactos”. La industria hollywoodense necesitó configurar los géneros e instaurar la falsa impresión de transparencia (no hay nada más opaco que esa supuesta transparencia) para asegurarse un mercado de consumidores. Y eso mediante una práctica de homologación de la mirada. Faretta mistifica esta estrategia tan prosaica y funcional al business, como si fuera una lucha de titanes por las Esencias Eternas.

Y es sintomático que un entusiasta del “Cine” hable tan naturalmente de “legibilidad”, lo que demuestra el fracaso de la teoría farettiana para pensar el cine en términos que no sean los de la lectura. Pero sucede que el cine puede ser algo distinto de la lectura. Y de hecho lo es.

Creo que el modelo de Griffith, el que predominó en este primer siglo del cine, ha sacrificado otras zonas de la experiencia humana, zonas de la realidad frente a las cuales la palabra -la palabra lógica o la palabra mítica, la novela o la teoría científica, no importa: todas las formas de la palabra- resultan insuficientes. Si algo justifica la existencia del cine es que abre una dimensión de la experiencia en las que la mirada y la escucha no se someten ni se reducen sin más al logos ni al mito.


(Nota escrita en 2006 para La otra 11, con algunos agregados 2009)

domingo, 18 de enero de 2009

Las internas israelíes: entre la desazón y el pesimismo

Por Daniel Cholakian

En medio del indescriptible horror de la destrucción y muerte, sigo creyendo que no es el mejor camino hacia la reversión de la situación el contar muertos. Tengo para mí que el modo en que se (re)produce periodísticamente esta invasión coadyuva a sostener lógicas belicistas. Porque pone la discusión en el lugar de la muerte, donde los discursos políticos se acaban. Porque entonces sólo nos queda horrorizarnos e implorar una decisión magnámina, como el alto el fuego incondicional, que no está en los planes de nadie. Así, estamos perdiendo la posibilidad de pensar políticamente. Y sólo desde el pensamiento político podremos encontrar caminos hacia la paz.

Es por eso que intentaré con la humildad del que está lejos y conoce sólo algo del complejo, pensar de qué manera las cuestiones internas de la política en Israel y Palestina están jugando en esta situación y qué importancia tienen en cualquier solución posible.

En Israel ya mucho se ha hablado de cuánta importancia han tenido las cuestiones internas en el comienzo del ataque. El gobierno de Olmert cayó por un escándalo de corrupción en octubre pasado y la ministra de relaciones exteriores, Tipzi Livni, fue encomendada a formar nuevo gobierno. Al no conseguir el acuerdo parlamentario, se convocó a elecciones anticipadas para el 9 de febrero de 2009.

Rápidamente el partido de gobierno, la coalición Kadima que lleva como candidata a la canciller, advirtió que sería derrotado por el partido de derecha Likud (más de derecha que Kadima). Su candidato es el ex primer ministro Benjamín Netanyahu. Este último renunció en 2005 al cargo de ministro de finanzas del gobierno de Ariel Sharón, en disconformidad con la evacuación de los colonos de la franja de Gaza. Fue entonces que de aquel Likud se escindieron dos grupos, el que hoy forma Kadima, que encontró acompañamiento de muchos ex laboristas, y el grupo más conservador, liderado por Netanyahu, que se quedó con el tradicional partido.

El capital simbólico esencial de la derecha israelí, en relación con los territorios ocupados y con sus habitantes árabes, es su lógica militar y policial -uso la denominación “árabes”, tal como es de uso común en el discurso político israelí; si los nombraran como palestinos, les otorgarían identidad nacional y eso implícitamente los obligaría a reconocer a un estado. La ventaja que Netanyahu pudiera obtener en las elecciones se basaría en la meneada seguridad que su partido dice garantizar. Lo que significa que sería duro con el gobierno de Hamas en la franja de Gaza. Lo cierto es que un gobierno de Netanyahu supone una actitud inclaudicable respecto de las colonias judías en Cisjordania.

Y aunque esta explicación del favoritismo electoral fuera real, el partido Kadima parece olvidar algunos detalles que podrían influir en su derrota, tanto o más que su actitud con Hamas y la franja de Gaza. En 2006 el gobierno invadió Líbano, presentó una guerra abierta y fue derrotado por un ejército irregular, el Hizbolá. La derrota trajo consecuencias importantes en la política interna de Israel, pues quedó demostrado que la invasión fue altamente improvisada y conducida con impericia. Al interior del Líbano fortaleció la posición militar e institucional de Hizbolá, deterioró el poder de los grupos cristianos libaneses aliados de Israel y terminó con el dominio sirio en la política de ese país. Todo esto debilitó las estrategias políticas de Israel en la región. No repuesto del escándalo de la derrota, el presidente del país, Moshé Katzav, fue procesado por acoso y abuso sexual y fraude. Renunció en 2007, siendo reemplazo por el actual presidente Shimón Peres. Finalmente. en octubre de 2008. el primer ministro Olmert debió convocar a elecciones anticipadas.

En este marco, el primer ministro decidió esta invasión a la franja de Gaza. Parecería que, ante la posible derrota electoral, hubiera forzado una estrategia “por derecha” para restarle votos al Likud. Es como desafiar al Likud “a ver quién la tiene más grande”. Lo llamativo es que en este gobierno son dos los ministros con cargos trascendentes que también son candidatos en las elecciones de febrero. La mencionada Livni, ministra de relaciones exteriores, y Ehud Barak, ministro de defensa de origen laborista. Él fue primer ministro israelí durante los acuerdos de Camp David a comienzos de este siglo. Hoy sus propuestas suenan increíblemente lejanas. Barak parece, al revés de lo que se decía del asesinado Rabin, una paloma que quiere ser halcón.

Livni y Barak disputan el cargo de primer ministro y ambos apuestan a esta invasión como último recurso para aventajar a Netanyahu. Parece sorprendente que alguien lleve adelante esta matanza sólo para obtener un cargo político, pero en Israel, como señala Avnery, esto no es una novedad. Lo cierto es que la mayoría de las especulaciones actuales dan por segura la postergación de las elecciones en Israel. Cabe preguntarse por la calidad de la democracia israelí, si un primer ministro depuesto puede llevar al país a una acción militar de esta magnitud y prorrogar su mandato de facto.

Las especulaciones sobre el resultado de las inciertas elecciones son muchas. Claro que el resultado de las mismas dependerá en gran parte del resultado de la invasión. Y de cómo al interior de Israel se lo interprete. Por lo tanto, la próxima lucha en la interna israelí será para lograr instalar entre los votantes cuál ha sido el resultado de la acción militar en curso. Y lo cierto es que cualquier interpretación será posible.

Aunque la acción militar tiene altos índices de aprobación, la mayor probabilidad de un triunfo de Likud estaría vinculada con que el pueblo israelí entienda que salió derrotado de esta invasión. Si por el contrario entendiera que la acción fue exitosa, el triunfo debería corresponder a Kadima. En principio, son pocas las chances que le asisten al (¿ex?) laborista Barak de acceder a la primer magistratura.

Si el triunfo electoral correspondiera a Livni, ella anotaría este éxito como propio (fue impulsora ferviente de la acción) y tendría poder suficiente como para congregar en su futuro gobierno a laboristas y a un conglomerado de partidos menores que la acompañaran, al menos al comienzo de su gestión. La instancia al diálogo con los palestinos la manejaría aprovechando esta situación victoriosa. Esta relación depende, de todos modos, de las consecuencias de la invasión en la interna política palestina. Durante la campaña interna de su partido, Livni declaró: "para seguir siendo un estado judío y democrático tenemos que devolver parte de los territorios”. Si bien estas declaraciones no la comprometen, menos aun ahora que se ha convertido en una verdadera “halcona”, pueden considerarse como un antecedente de reconocimiento.

Lo díficil de anticipar es cuáles serían los territorios a devolver. La franja de Gaza es un territorio que se entregaría en su totalidad a los palestinos. El territorio en disputa es Cisjordania. Allí está el punto central de esta discusión. En el mejor de los casos, la oferta sería similar a la realizada con apoyo de Clinton en Camp David: todo Gaza para Palestina, e Israel reservándose para sí el 13% del territorio de Cisjordania, incluyendo la totalidad de Jerusalem. El mapa resultante dividiría en tres sectores la región, con sus correspondientes ciudades importantes (Naplus al norte, Ramallah al centro y Belén al sur), socavando la organización nacional y cualquier unidad política seria que se intente construir. Ese estado palestino parece lo deseable para esta fracción política israelí.

Si quien resultará elegido fuera Netanyahu, se interpretaría que la demanda está dirigida a un incremento de la seguridad nacional y de la violencia contra los habitantes de Gaza (los terroristas), pues se consideraría un fracaso la invasión actual. También se endurecerían las políticas para con los árabes israelíes (sobre este particular, las discusiones son intensas y alcanzan a miembros del gobierno actual, como la ministra de educación, acusada de “liberal”). Un problema adicional, desde la perspectiva de la paz, es que Likud debería tejer alianzas para construir el gobierno. De no conseguir apoyo del Kadima, su anterior aliado, se espera que negocie con partidos más extremos, que entre otros proyectos siguen anhelando lo que se llama Eretz Israel o el gran Israel, cuyos dominios se extienden desde el Jordán hasta el mar. Esto supone la desaparición de Palestina tal cual la imaginamos. No es que Likud sostenga tal posición, pero aliado con esos partidos, probablemente endurezca aún más su discurso. Aunque parezca una ficción para muchos, recién en diciembre de 2006 el ministerio de educación israelí decidió que los mapas dejaran de nombrar a esos territorios ocupados como Judea y Samaria (su antigua nominación), lo que negaba la existencia de Palestina.

Así que con Netanyahu es posible que la situación se tense más, que el nuevo gobierno adopte una política de cierre de fronteras aún más dura, y una política de expulsión de los palestinos de Jersusalem y de las tierras cercanas a los asentamientos de colonos. De ese modo intentarían confinarlos y separarlos. Esto continuaría con la construcción del muro y la militarización de la circulación por la totalidad de ese territorio. Teniendo éxito esta política, se intentaría aplicar el llamado criterio demográfico, por el cual se asignarían las tierras al estado al que pertenecen los habitantes de las mismas. Expandidas las colonias y el muro, gran parte de Cisjordania quedaría habitada por israelíes. Jerusalem y una franja al este de la misma hasta el Jordán estaría limpia de palestinos (limpieza que con violencia inició Olmert cuando fue alcalde de esa ciudad).

Así que poco parece ser lo esperable en términos de paz, de acuerdo al análisis de la situación política interna israelí. Los grupos pacifistas y de izquierda parecen haber desaparecido (lejos están las marchas masivas realizadas en 2006 cuando la invasión al Líbano). Los laboristas más encumbrados, Barak y Tamir (la ministra de los mapas) son miembros de este gobierno y seguramente formarían parte de la alianza gobernante en un posible gobierno de Livni.

Solo resta esperar que, tras las elecciones, la necesidad de formar gobierno (de quienes sea que triunfen) los obligue a alianzas con grupos menos beligerantes. Y que no triunfen los grupos más expansionistas. Porque, aunque todos en la política israelí incorporaron la lógica militar en su modo de negociar, hay quienes van por todo. Y ellos pueden ser el próximo gobierno.

Qué (no) hacer frente a los crímenes de Gaza


Por Alejandro Kaufman

La masacre de Gaza a la que estamos asistiendo consternados sin poder hacer nada por impedirla y sin poder evitar contemplarla, como sucede con todo lo que sucede en las agendas de los medios de comunicación de masas, dejará un corolario: la palabra árabe "naqba" (catástrofe) con que los palestinos designan la creación del estado de Israel tendrá que quedar definitivamente incorporada a la historia y a la memoria judías. Por lo menos una versión de la memoria y de la historia judías exigirá la presencia de la naqba en los registros de la memoria de la shoá.

Si los años transcurridos no hubiesen sido suficientes, si no hubiesen ya consumado el relato de la tragedia palestina, el acontecimiento de la naqba habrá sido definitivamente configurado por la masacre de Gaza, por el deambular aterrorizado de una multitud de un millón y medio de seres humanos en un ínfimo territorio dentro del cual fueron encerrados por un desalmado bloqueo.

En ese encierro reside el pasaje al horror específico de estos días en relación con la guerra del Líbano de hace dos años. La población civil de Gaza no tiene salida ni resguardo. Los santuarios que las normas reconocidas del derecho garantizan son vulnerados brutalmente, las fuerzas invasoras ejecutan a víctimas civiles a sabiendas, cuando podrían evitar la carnicería. No sólo la consuman sino que la justifican asignando toda la responsabilidad a quien emplea la matanza como siniestro beneficio de guerra en contra de su enemigo mortal. Nada mengua la responsabilidad criminal de los perpetradores. No hay excusa para que hayan muerto hasta la fecha más de mil personas. Centenares de niños asesinados. Miles y decenas de miles de niños heridos, mutilados o aterrorizados tienen sus vidas marcadas por el trauma de una acción bélica demencial y despiadada que sólo puede alimentar futuros odios, venganzas y violencias.

Israel actúa así porque siente que la supervivencia del exterminio nazi del pueblo judío no le deja otro camino. Que sólo depende para sobrevivir de la fuerza bruta que sea capaz de ejercer. Que amerita aliarse con los poderes más formidables e injustos con tal de sobrevivir. Que actuaría como actúa aun sin apoyo externo, como ya ocurrió en su momento. Que el mundo, cómplice de la shoá –al menos por omisión-, no puede garantizar tampoco la supervivencia material del estado judío, aunque puede culpar a los "judíos" de todos los males, como lo ha hecho en el pasado. Israel no respeta las voces del mundo, porque siente que esas voces que ahora la condenan fueron impotentes frente al exterminio.

Lo que Israel esperaría del mundo es que se rectifiquen las condiciones que hicieron posible la shoá, al menos para la supervivencia pacífica del estado judío en el Medio Oriente. Esto, que no ha ocurrido en absoluto, sólo contribuye en cambio a que, al descansar la supervivencia del estado judío en la propia fuerza bruta, al haber transcurrido sesenta años de guerras sin perspectivas de arribar a una situación de paz y convivencia, solamente perseveró el peor camino, un camino que vemos a dónde está llegando, y no sabemos hasta dónde puede llegar aún.

Un error corriente que se ha venido cometiendo es haber creído tantos, israelíes y judíos, y no judíos y no israelíes, que la supervivencia a la shoá justificaba la existencia del estado de Israel. No la justificaba ni la justifica. La explica, pero explica también la brutalidad de que es capaz el brazo armado de ese estado. Lo que en cambio resulta increíble es que tantas buenas conciencias, tantas almas bellas puedan pensar que haber sobrevivido a la shoá es aleccionador de bondad, de buen corazón, como si la shoá hubiese sido un gran experimento moral edificante, en el que el sufrimiento habría vuelto bondadosos a los sobrevivientes. Y es que el sufrimiento, la humillación, abren el camino en espiral a nuevos sufrimientos y humillaciones. Que las víctimas puedan convertirse en victimarios, aunque no sea una ley cíclica de la condición humana, forma parte privilegiada de las posibilidades indeterminadas del alma.

Entonces, negarle a Israel el reconocimiento, amenazarla con la desaparición, asediarla y acosarla con violencia, son formas seguras de provocar su brutalización más extrema. Es lo que está ocurriendo en estos días, y no disminuye un ápice la criminalidad de las acciones israelíes, ni es razón para asignar una mayor responsabilidad a sus enemigos.

No puede haber paz en el Medio Oriente si los israelíes y el conjunto del pueblo judío no comprenden (como muchos no lo hacen) que los palestinos han sufrido injusta e indeciblemente como consecuencia de la instauración del estado de Israel, y que han sido exiliados y masacrados.

No puede haber paz en el Medio Oriente si los palestinos no comprenden (como muchos lo hacen) a los israelíes judíos como un pueblo que volvió del exilio y sobrevivió al exterminio.

La naqba no es equivalente ni homologable a la shoá. Tampoco su consecuencia mecánica. Son dos tragedias diferentes, cada una inconmensurable con la otra, ninguna pensable o rememorable desde estos años sin la otra.

Debemos condenar sin reservas ni mezquindades, sin falsas lealtades ni intimidaciones la violencia brutal, despiadada y criminal que los israelíes han perpetrado y perpetran contra el pueblo palestino. Ninguna otra condición es más deletérea para la supervivencia del pueblo judío en la actualidad que el inmenso daño perpetrado contra los palestinos por judíos en nombre del judaísmo. Si Hitler no consumó el exterminio físico del pueblo judío, habrá de ser la crueldad brutal infligida a los palestinos la que vacíe de todo sentido a la actualidad de la condición judía como tal.

A la vez, es necesario luchar contra el antisemitismo. El odio hacia los judíos no es suscitado por lo que los judíos hacen sino por lo que los judíos son, o han sido. Repudiar con justicia lo que los judíos hacen demanda palabras que no signifiquen condenarlos por lo que son o han sido. A tal fin es necesario respetar las memorias del pueblo judío y de la shoá, para repudiar los crímenes perpetrados por los judíos del presente en nombre de los judíos inocentes del pasado. La preservación del legado ético del pueblo judío requiere ese repudio inequívoco.

Lo dilemático es que si la oposición radical a la violencia criminal perpetrada por Israel no se deslinda del antisemitismo, entonces se contribuye a consumar la voluntad exterminadora que el nazismo ejerció contra el pueblo judío. Quien dibuja una svástica junto a una estrella de David, con conocimiento o sin él, con odio antijudío ostensible o inconsciente, adhiere al ciclo interminable de violencia y odio que en la historia han mortificado y perseguido a los judíos. De esta manera sólo se conseguirá la prosecución del horror, no la difícil construcción de la paz. Habrá que comenzar a preguntarse si quienes condenan la violencia israelí con saña antisemita lo hacen por compasión con los palestinos o por odio a los judíos. A esto alude el poeta palestino Majmud Darwish en su intervención en la película de Godard, "Notre musique". Es una pregunta que hoy mismo se impone.

Necesitamos oponernos a las acciones criminales de Israel sin profanar la memoria de la shoá. Para ello contamos con un instrumento precario y frágil, el corpus de los derechos humanos, instituido en su forma y legitimidad actual como consecuencia del horror de la Segunda Guerra Mundial, que incluyó la shoá como emergente radical del mal. Esa tenue plataforma es lo único con lo que contamos para luchar por la justicia en lugar de atizar las llamas del odio y la violencia.

Hagámoslo, por difícil y débil que sea. Usemos el único recurso posible frente a la desesperación.