todos estamos igual

viernes, 29 de agosto de 2008

Fernando Cabrera



Por Maximiliano Diomedi

El 2 de agosto del presente en Patologías Culturales (programa 188) tuvimos el privilegio de charlar telefónicamente con Fernando Cabrera, inmenso músico uruguayo. Aquí transcribimos una parte de la entrevista. (La entrevista completa en el blog de Patologías culturales).

- Escuchando tus discos pareciese que la canción tuya tiene dos momentos: por un lado el de la composición y por otro lado el de los arreglos, algo a lo que se nota le das mucha importancia. ¿Es errada esa impresión o está bien?

- Está bien. Es más, te diría que no sé si los arreglos son algo separado de la canción o forman parte de ella. Yo me imagino la canción, casi desde el momento de la composición, con una cantidad de elementos arreglísticos que le son consustanciales. Todo forma parte de ella, porque después en el resultado uno escucha todo junto. Para el oyente que no es muy especialista o que no está en la música, la impresión auditiva es una sola: la batería, la trompeta, el cantante, el chelo, el ritmo, todo junto recibe ¿no? Entonces para mi es todo un poco indisoluble. Y también te digo que yo tengo un costado arreglístico. A mi siempre me gustó la parte de los arreglos, porque incluso te diría que antes de dedicarme yo a la canción, cuando tenía 15 años, 16 o 17, no pensaba que iba a ser un cantante, lo que yo quería ser era un arreglador o un compositor de música instrumental. Me vino el asunto de las canciones un poquito después.

- Vos decías recién que el oyente recibe todo como un bloque a través del parlante de la radio. Sin embargo, ustedes los músicos están años –como es tu caso- tratando de encontrarle un sonido a la canción o un arreglo. ¿El tiempo que vos te tomás entre disco y disco últimame tiene que ver con eso, con la búsqueda de un sonido que lleva tiempo encontrar o con otra cuestión?

- Con varias cosas. Una, eso que tu dijiste. Otra, la pérdida paulatina a lo largo de mi vida –y lo digo como una cosa afortunada- de la ansiedad, del apuro por editar o por hacer cosas. Otra, el aumento paralelo de la responsabilidad y del temor, y del miedo también, a no repetirse. Pero sobre todo la pérdida de la ansiedad. Yo cuando tenía 20 años o 25 no se porqué, quién me puso en la cabeza, creía que tenía sacar un disco por año o algo así. Hoy en día lo considero un horror. No creo que nadie sea capaz de hacer doce o quince canciones buenas por año, excepto Calamaro (risas). Entonces bajé el ritmo por eso ¿viste? Para tener más cuidado por el producto. ¿Quién me apura? ¿Quién me apura?

- ¿Y cómo manejás eso? Porque uno de afuera ve muchos músicos que se repiten y a su vez sabe que es algo en lo que no querrían caer jamás? ¿Es manejable?

- Depende un poco de tu autocrítica y tu humildad, parámetros más bien psicológicos, no creerte que sos infalible, saber ver los defectos y las repeticiones. Yo le tengo mucho terror a la repetición, cosa que, por otra parte, es muy difícil de evitar, porque inevitablemente está el estilo y la personalidad, pero no me gusta repetirme. Incluso he intentado en mis discos –con suerte despareja- que las canciones individuales mayormente sean diferentes unas de otras, que es un poco la impronta de Los Beatles.

- Hace un rato nosotros presentamos el disco nuevo de Pedro Aznar –Quebrado- que consta de dos partes: un disco donde hace temas propios y otra donde hace versiones de músicos que en su infancia, su adolescencia y su formación como músico lo influyeron mucho. Hay en eso un lazo afectivo que me parece que es parecido a lo que vos mencionabas recién con lo que estás por hacer ¿no?

- Y claro. Pedro es un hombre que yo asemejo a Fito Páez o a Andrés Calamaro. Es gente que ha sido muy respetuosa y que ha investigado mucho su pasado musical, no es la clase de gente que piensa que todo comienza cuando ellos nacieron; establecen un puente con el pasado. Y Pedro es una persona muy formada que tiene mucha información sobre la música uruguaya y brasilera, del pasado argentino, de todo ¿no? Son los músicos que a mi más me gustan, no rompen sino que arman puentes.

- Uno de los discos de Pedro lleva por título Cuerpo y alma e incluye una versión de ese tema y otra de Tunguelé, ambos de Eduardo Mateo. Y esto me lleva a preguntarte cómo tomás vos a los músicos que hacen versiones de temas tuyos, una de ellas Liliana Herrero.

- ¿Y cómo querés que lo tome? Lo que hace Liliana conmigo desde hace varios años es impresionante. Yo siempre digo –no en broma sino en serio- que le voy hacer un monumento a Liliana. Estoy juntando canillas de bronce y todo eso porque ella me ha hecho tanto bien y me ha beneficiado tanto. Y además el cariño personal que nos tenemos. Las versiones que hace de mis temas son formidables. Yo te voy a decir algo, capaz que esto para alguno de los oyentes suena un poco loco, es muy personal ¿no?: Yo considero que Liliana Herrero está haciendo una de las músicas más contemporáneas y modernas de la Argentina, así nomás te lo digo. Es casi vanguardia, a pesar de que trabaja –es evidente- con materiales relacionados con la música criolla y todo eso. Ahora, su enfoque es de lo más moderno que está pasando en Argentina.

- Liliana es ejerce un modo de cantar pocas veces visto, desarma y vuelve a construir las canciones a su antojo. Ella se apropia de las canciones. Eso es lo que hace con El tiempo está después, esa canción tuya tan hermosa.

- Exactamente. Ahora hizo otra en su último disco La casa de al lado.

- Si, hace poco la fui a ver cuando presentó su disco Igual a mi corazón en el Coliseo, e hizo toda una referencia hacia tu persona muy afectiva. Se nota que te tiene mucho cariño y que le gusta mucho lo que hacés.

- Si, nos tenemos mucho cariño. Nos conocemos hace mucho, yo conozco a su familia, ha sido muy generosa conmigo.



- Hace un rato escuchábamos el disco que vos hiciste con Eduardo Mateo en el Teatro del Notariado en 1987. Imagino que en la construcción de la canción Mateo también ha dejado una huella imborrable en vos ¿no?

- Si, sin duda. Cuando yo era un chiquilín, tenía unos 14 o 15 años, Mateo ya era una leyenda acá, una leyenda no masiva, no popular, pero sí entre los entendidos, los músicos. Ya en esa época había demostrado una cantidad de cosas increíbles, luego siguió trabajando muchos años más. Ningún músico en Uruguay está libre de la influencia de Mateo. Yo incluso me animaría a decirte que hasta de sus letras aprendía algunas cosas, se habla más bien poco de la parte letrística de Mateo. Y después muchas cosas más: la libertad, el coraje de escaparle siempre a lo estándar, lo cual te hace la vida más difícil –por supuesto- porque tu música va a ser menos fácil de colocar, y no vas a ganar plata y no vas a ser famoso. Y bueno, él siempre fue así. En Uruguay eso es un impronta bastante general: escaparle a la moda, a lo repetido, y tratar de ser original. El siempre fue muy corajudo en ese aspecto. Y después están las cosas de Mateo que son imposibles de imitar y asimilar porque son su verdadero talento y su genialidad, hablo de su dominio rítmico, su swing, Esas cosas uno las puede admirar pero es difícil que las pueda copiar. Era un verdadero superdotado.

- ¿Fue una sola noche esa del Teatro del Notariado?

- Una sola noche pero dos funciones, una atrás de la otra. Después seleccionamos las mejores versiones. Quedamos muertos. (continúa)

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