todos estamos igual

martes, 10 de junio de 2008

El más grande, el más joven

(Otro punto de vista sobre el Aniceto de Favio

Por Eduardo D. Benitez

En 1993 coqueteó paseando su cámara arriba de un ring con Gatica, el mono. Salió ileso. En 1999 el experimento con la televisión lo llevó a la construcción de un relato épico sobre “una historia de amor que parió el movimiento popular más importante de América Latina”; nadie más que él podría describir al peronismo con esa mirada profundamente enamorada de lo que filma, mirada que atraviesa todo el metraje de Perón, Sinfonía del sentimiento. Ahora Leonardo Favio, el cineasta más grande de la historia del cine argentino, vuelve con Aniceto, versión danzada de Este es el romance del Aniceto y la Francisca… (1966).

Aniceto es la muestra fiel de la vitalidad de su autor, es una obra jugada y única, inmersa en un contexto de estrenos argentinos más bien tibios como Leonera o Cordero de Dios. Favio asume todos los riesgos, y convierte el drama popular del Aniceto original en un ballet filmado por el cual circulan, por ejemplo, notas de Di Sarli y De Angelis de la mano de Iván Wyszogrod.

Ya desde su primer largometraje Favio hizo gala de su irreverencia, de una manera exquisita, para apropiarse de elementos pertenecientes a la cultura alta. Así como en Crónica de un niño sólo retrataba la vida de Polín en la villa y en el reformatorio utilizando música de Vivaldi, hoy cuenta las pequeñas miserias de un pueblo con pasos de ballet. Equilibrada desmesura… los films de Favio pueden pensarse bajo la lógica del oxímoron. Y su última película también puede leerse así: poblada de elementos (sentimientos) que se enfrentan. Los personajes bailan, sienten, declaran su deseo con efusión y algarabía, y lo que sigue es un andar cansino, una desesperanza, una derrota que pesa en el rostro.

Hasta el espacio fílmico mismo está puesto en tensión. ¿Por dónde circulan los cuerpos del Aniceto, de la Francisca, de la Lucía? Los planos de una puesta en escena propiamente cinematográfica entran en conflicto con otros planos que nos reenvían directamente a los decorados de un espectáculo coreográfico. Tanto la disposición del espacio como la iluminación convierten al pueblo en una zona onírica, espectral. El espectador tendrá que ir reconstruyendo el espacio como pueda.

Aniceto no es un musical. Es un film que actualiza el del 66 con una variación: los personajes, de repente, bailan. Es evidente que Favio no eligió azarosamente la película que iba a versionar. Este es el romance del Aniceto... es un dramón ideal para que los personajes dancen su relato: los diálogos son escasos y suceden cosas verdaderamente intensas. La de Aniceto es una historia literalmente contada con el cuerpo. Que ocurra de esta manera es un lujo y una experiencia única. Allí donde todo el “artificio” de la danza se hace presente en plano general, es donde Favio da un paso más (más que en el resto de su filmografía) para provocar emociones fuertes. Emoción que tanto se le reprocha al cine moderno haber dejado de lado. Tal vez esa sea la apuesta más política del film.

Leonardo Favio es ese señor de 70 años que invierte su energía para brindar al público algo de esa pasión que sólo su cine sabe dar. Es el más joven de los cineastas argentinos. Ese que aparece en las fotos con gorrito naranja y una mano abierta saludando a cámara. No puede traducirse de su mirada sino: ternura, la misma ternura y sinceridad con que marca sus films. Esos films que hacen que uno pueda elegir al Cine como un lugar para vivir, para pensar. Films que también prueban que el Cine es una cosa viva, sujeta a constantes redefiniciones. La atracción por esos cambios es lo que hace que sigamos ahí, frente a la pantalla, para que nuestra previsibilidad sea interrumpida.

Es una lástima que parte de las críticas de los grandes medios sigan reflejando esa reticencia perpetua a aceptar la novedad, ese regodearse en el placer de lo conocido. Sobre todo cuando, para comentar un film, se tiene que llegar al punto de deslizar gorilismos innecesarios, como en el sitio http://www.otroscines.com/: “el personaje de Favio me resulta hasta simpático, con su mística populista, su épica solitaria contra la falta de productores, su mirada old-fashioned y ya casi demodé” (Diego Batlle). Una crítica que poco dice de la película y mucho de los vicios más recurrentes del periodismo cultural.

¿Habrá que sentirse joven como Favio para devolverle a su cine el discurso crítico que se merece? Es decir: por lo menos tener la amabilidad de pensar sus películas antes de emitir juicios de valor automatizados por la industria del decir del crítico especializado.

17 comentarios:

julieta eme dijo...

recién vi el trailer y la verdad es que dan muchas ganas de ver la película. hay algo que no puedo dejar de decir (ustedes sabrán comprender): por dios, qué fuerte que está piquín!

julieta eme dijo...

Cito de otro blog:

"Después de una cantidad de números entre aburridos y cómodos, la revista Haciendo Cine se despertó con una excelente idea, que merece celebración: Pedirle a la brillante directora Lucrecia Martel un reportaje a Leonardo Favio. Aunque podía ser todavía mejor, el reportaje está muy bien, vale la pena leerlo. Es el encuentro entre dos personajes que, por los propios méritos, pasaron ya a la mejor historia del cine local. Un poco arbitrariamente, selecciono algún párrafo de la entrevista

Martel: Cuando habló del pudor en el cine, usted dijo que no había que filmar con pudor. Y justamente cuando uno ve el cine de Leonardo Favio, eso es lo primero que uno puede decir, aun sin saber nada: este hombre no tiene pudor.

Favio: Es porque el cine es amor, tenemos una relación amorosa con él. Por eso duele tanto, por eso uno queda tan vacío cuando se termina y hay que pasar urgente a otro proyecto.

Martel: Pero me gustaría entender a qué se refiere cuando habla de pudor en esa instancia.

Favio: Todo es bueno para lograr la emoción, el cine no es otra cosa que lograr la emoción. En última instancia somos beduinos contando un cuento en el desierto. Si tengo que filmar una escena clásica yo no tengo ningún problema en decir que quiero fotografiarla como lo hacía tal o cual director y, aunque me digan que no, yo insisto: "hacela y después vemos." Eso es no tener pudor. Cuando uno hace el amor con su pareja y es feliz, ¿por qué se va a privar? No somos ángeles, somos seres humanos. Salvo, claro, en cuanto a las limitaciones morales, sobre todo, en cuanto a no dañar al otro. El cine es lo mismo. Si veo algo que a mí me gusta de determinada película no la voy a calcar, pero puede ser el disparador de una escena descomunal. Qué me importa si dicen que se parece a Nilsson o que es muy Truffaut, si logro la emoción, ya está. No hay que preguntarse tanto. Siempre aplico la frase de San Agustín, "Ama y haz lo que quieras."

Martel: Sí, pero también entiendo el pudor en otro sentido...me refiero a que si yo tengo que elegir (lo digo como un defecto y no como una virtud), entre todas las posibilidades que ofrece un diálogo: el llanto, el grito, y el momento en que no se sabe cómo comenzar con todo eso, yo elijo este último momento. Porque lo otro me inhibe un poco. Me inhibe a mí. Pero cuando lo veo al diablo llorando en Nazareno...no lo puedo evitar y lloro. Pero cuando tengo que plantear la escena, elijo siempre el momento en que los sentimientos están más enmascarados".

http://seminariogargarella.blogspot.com/2008/06/favio-x-martel.html

Saludos.

Anónimo dijo...

Qué dos Julieta , que fuiste a encontrar! Una maravilla...Yo vi la película hoy. No he estado bien y solo puedo salir temprano . Menos mal que estaba ésta para ver.
Es muy emocionante y lloré todo el tiempo cosa que me pasó con la primera versión. Quizás haga un trabajo de cine comparado. Chau. Martha Anécdota: Favio dijo que quiso ponerlo en su e´poca a Palito Ortega porque necesitaba un cabecita. Luppi no daba en ese sentido.Pero no lo consiguió.martha

Anónimo dijo...

hola martha! espero que te pongas bien del todo muy pronto, así nos vemos en LA TRIBU.

yo todavía no vi la peli.

un beso grande. julieta.

Anónimo dijo...

Claro que voy a ir a La TRIBU de rompedora. Espero que haya aunque sea un braserito, eso sí.
En cuanto a la peli de Favio, hay que ir al cine para que no la bajen de un hondazo . Semejante obra de arte. Voy a ir de nuevo en cuanto pueda.
Pensé francamente- no soy una entendida - que iba a chocarme el baile pero es sumamente natural la transición hacia la danza. Me encantó. Incluso ese cortejo, esa declaración de amor inicial es más creíble. Allí sí que es "dónde mueren las palabras/empieza la música".
Además , hice las averiguaciones del caso y son unos capos, Piquín internacionalmente incluso. Estuvo en el programa de Roberto Quirno y es re buen mozo. Lo que no sé decirte es si tiene o no pareja.
Ahí estuve medio floja. Martha

Anónimo dijo...

Otra sobre la de Favio: Oscar me decía que el trío de la peli original le parecía insuperable, o sea: Luppi,María Vaner y Elsa Daniel. Creo que tenía razón en lo de la Vaner. No olvidaré nunca la escena de ella recogiendo agua en el barrio humilde como quién se siente que no pertenece y que le asquea todo.Yo lo que extraño de esta versión es la escena del teatrito popular con el Deus ex machina al que se le ven bien los hilos, estilo teatro popular y cirquero, tan de Leonardo.
Qué vecino me mandé ( Pueyrredón al 700) Un día me aparezco a tomar mate con bizcochitos con grasa. Martha

Anónimo dijo...

Se vá la tercera :
Qué bien que escribe Eduardo Benitez.
Existe o es una entelequia?
Salu!

Martha

Oscar Cuervo dijo...

Martha: sí,yo creo que el trío es insuperable. María Vaner sacando agua de la canilla, extraordinaria. Pero también Elsa Daniel, que da esa candidez bonachona de la Francisca y el propio Luppi, en el mejor papel de su carrera, haciendo un Aniceto inseguro, frágil. Es más creible que el Aniceto de Luppi caiga en la perdición por la Lucía. El caso de Piquín da un tipo semidiós (como diría Julieta), un ganador, un fauno al que cuesta más verlo en el personaje caído del cuento.
también creo que la aridez franciscana del Romance del año 65 potencia los elementos, el carácter elíptico de la narración, el peso descomunal de los silencios y que en la versión nueva la belleza es demasiado suntuosa, muy seductora por cierto pero menos... voy a decir la palabra prohibida... menos... verdadera. (Oh, la dije).

Y en cuanto a Eduardo Benítez, sí escribe muy bien y es un Eduardo plenamente real, de carne y hueso. Una valiosa adquisición de La Otra.

saludos

Anónimo dijo...

Hola Benitez: Muy bueno lo tuyo pero no te detengas en el chico exitoso de LN, con su aire de perdonavidas.Seguro que se fue promediando la película porque lo he visto hacer eso y después escribe sobre ella. Un tipo así para quien un genio como Leonardo es un viejito pasado de moda, no debe ser atendido porque no tiene entidad, no puede hacer otra cosa que proporcionar datos fríos, pero está inhabilitado para efectuar un juicio estético.
No mezclo a nadie: ésto lo digo yo porque conozco el paño.Chau,Salud! Martha

Anónimo dijo...

Me encantó el artículo de Eduardo Benitez, es de una profundidad y seriedad profesional poco vista, pero....lo perdonamos un poco a Battle? coincido en la apreciación de pensar a Leonardo como un ser atemporal y que se rehace constantemente....a veces los años son crecimiento, no vejez!!!

Anónimo dijo...

Qué gran talento, el de Favio indiscutibleeeeeeeeeee...y el de Eduardo con sus claros comentarios Impecables!!!
Me gustaria leer alguna otra pelicula comentada por Benitez, pero que sea mas comercial...puede ser???? o es demasiado intelectual Don Eduardo?

Anónimo dijo...

Qué gran talento, el de Favio indiscutibleeeeeeeeeee...y el de Eduardo con sus claros comentarios Impecables!!!
Me gustaria leer alguna otra pelicula comentada por Benitez, pero que sea mas comercial...puede ser???? o es demasiado intelectual Don Eduardo?

Anónimo dijo...

A veces es imposible definir ciertos genios como Favio y hacer una pintura literaria tan ceñida a la realidad.....increíble ambas cosas: la peli y el comentario de Eduardo....me gustaría leer algo más de Benitez.......

Anónimo dijo...

Hola Martha, gracias. He leído tu cobertura del festival de teatro y también me gustó mucho.
En relación al señor de LN, era necesario referirme a él porque su nota fue realmente miserable. No por su juicio estético que, ya sabemos, es más bien pobre; sino porque aprovecha el estreno de Favio para pararse políticamente pero sin querer hacerse cargo de eso. Como si fuera una pura inocentada.
Batlle pretende definir a Favio como “místico populista” y que le salga gratis. Total la acumulación de información cinematográfica diaria de su página web hará que esas frases poco felices vayan siendo sedimentadas, olvidadas. Si el tipo no se toma un segundo para pensar lo que escribe habrá que recordárselo. Por suerte muchas personas le dejaron comentarios sobre esto, fue interesante el debate en su página.
Con respecto al amigo/enemigo, pariente, fan, persona contratada, etc., que deja 4 comentarios de un furor esquizofrénico: no será demasiado? Merecen su desconfianza tantos elogios. Y no!!!, no lo perdonamos a Batlle. Saludos. Eduardo.

Anónimo dijo...

Hola Eduardo. No, no , somos rencorosos.
Chau. Nos vemos. Martha

Oscar Cuervo dijo...

Bien, Eduardo, parece que tus comentarios estàn gustando mucho, asì que la gente te pide que comentes con más frecuencia. Ahora a la que no entiendo es a Rebecca que quiere que comentes algo más comercial, oponiendo ese adjetivo a "intelectual". Pero yo lo comercial no lo opondrìa a lo "intelectual" (no creo que Favio sea intelectual, sino a lo hecho de corazón, o al menos con todo el cuerpo. Lo comercial es lo que se hace por dinero.

Anónimo dijo...

Si Oscar, un poco confuso el comentario de REBBECA. Igualmente gracias por lo de "Don Eduardo", rebeca. ¿Si escribiera sobre un film "más comercial", como seguiría esta escalada de respetabilidad???