todos estamos igual

jueves, 6 de marzo de 2008

MI FUNERAL


El crimen desorganizado
entra y sale de mi casa o van a la casa de al lado.
Todos mis amigos son iguales
y los que no son iguales son tan diferentes
que somos ausentes.

Hace poco un amigo volvió arrepentido a su casa,
y ya por acá ni pasa,
ni el teléfono atiende.
¿Serán las indicaciones del psiquiatra?:
"seguí con el Rivo

pero ni te juntes con el músico furtivo..."
No lo culpo, a mí me pasó algo muy parecido.
Y me desintoxiqué, engordé
y desayunaba al mediodía,
cinco minutos de felicidad... ¿la verdad?
Es que a veces mataría por otros cinco minutos más.

¿Y qué más?
El resto de la vida...
¿La vida? ¿Cuál vida?
La mía te asustaría.
A mí que la vida me gusta también me asusta.

La verdad es que tengo momentos de debilidad.
Y quiero ir al cine, ir a cenar a lo de una pareja de amigos,
hablar de Jarmusch y Abel Ferrara,
y ninguna mañana rara.

Miro a los otros que son como yo …mala vida.
Si no se suicidaron ya, fue por cobardía.

Cómo quisiera ser tan diferente
¿qué habré recibido a cambio de ser un solitario del carajo?
¿un buen trabajo? ¿facilidad musical? ¿violencia intelectual?
¿fama? ¿respeto? …no está mal.
Pero la herida es mortal.



No estoy solo, de verdad, me acompaña mi propia soledad.
De verdad, me acompaña mi propia soledad.

¿Nadie sabe lo que pasa con la gente diferente?
El bohemio se pudrió mucho antes del milenio.
¿Y el reo? Queda feo en un mundo grasa,
¿Qué pasa con los vagabundos y los borrachines y los soñadores?
Yo te digo qué pasa: se quedan sin casa
y la vida moderna los arrasa, los pasa por arriba y se los morfa,
se los come, o los encierra bajo dieta de Cindor y cocaína,
o les lame el orto esperando que terminen arrastrándo... se.
No lo sé.
A mí me parece claro como el agua podrida.
C'est la vida. C'est la vida.

Interminablemente se vuelve uno decadente,
y en una sociedad que engorda mostrar los huesos,
¡esos huesos! ¡ese abandono!
¿Será la capa de ozono? No lo sé.
A mí me parece claro como el agua estancada,
no pasa nada.

A mí me parece claro como el agua podrida,
así es la vida.


ANDRÉS CALAMARO

17 comentarios:

Estrella dijo...

Ayer leí a las apuradas el post sobre Amy. Realmente me interesó y volví para recorrer todos los comentarios.
Me encuentro con esta letra de Calamaro que sigue diciendo, como si entrara en didálogo con Amy, con Juan, con vos, con Julieta.
Le queda bien el fondo negro.

Oscar Cuervo dijo...

Salud, Stella matutina!

Juan Gonzalez del Solar dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Juan Gonzalez del Solar dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

segundo intento (el comment anterior no quedò)
Juan: te decìa que la musica de calamaro es grotesca, farsesca; pero si leès la letra sola, claro es tràgica, por eso hay que escucharla con su musica correspoendiente.
Ah, y me emocionaste con el mensaje que querias borrar, no te escondas, es muy bello.
Silvia (Isabelina)

Cece dijo...

El suicidio es el acto más civilizado que conozco.

Si por suicidio entiendo un acto voluntario, pensado y calculado, una decisión tan íntima como implacable que se interpone en ante lo dado, un quiebre fatal en el cauce natural de las cosas, el punto límite de la autodeterminación, entonces es el acto más civilizado que conozco. Nadie decidió nacer: ¿no podríamos entonces, al menos decidir si continuar con ésto? Todos, inexorablemente estamos cada vez más cerca de la muerte, esto es una verdad cronológica; algunos, se topan frente a frente, a medida que las vueltas, cada vez más profundas, los van dejando sin respuestas.

El suicidio es un hecho que no se tolera sin velos, por eso los analistas lo llaman “fantasía”, en una sociedad que esconde sus muertos pero que exhibe los cristos, el único aspecto visual que se le concede a la muerte. Dejar de sufrir, dejar de ser un héroe o simplemente decir basta. La gente le tiene terror al suicidio porque en el fondo casi todos desprecian sus vidas.

¿y ustedes, cuánto dolor son capaces de soportar?

Anónimo dijo...

¿Y vos por qué no te suicidás, ya que es el acto más civilizado que conocés?
Es la única respuesta (que es en realidad una pregunta) para tu pregunta (que es en realidad una blasfemia), pólvora en chimangos.
En cuanto al dolor que soy capaz de soportar, en lo que a mí respecta, seguro que ni de lejos, pero ni de muy muy muy lejos, podrías llegar a imaginarlo. Y sin embargo yo estoy mucho más lejos de despreciar mi vida y de despreciar la tuya.
En mi carta a Julieta, no sé si quedó claro que ni el aire que respiramos es nuestro y que no hay nada nuestro que no nos haya sido dado. Y ni siquiera tenemos la cortesía de decir gracias. Es más fácil ser transgresor de pacotilla que empezar a querer acercarse en serio y aunque sea apenas, a lo que, como decía Oscar en otro lado, es el amor.

Cece dijo...

Tatiana,
¿por qué estás tan enojada?

Anónimo dijo...

Estoy tan enojada porque si se pudiera medir el sufrimiento y el coraje que hay que tener para soportarlo e incluso llegar a ser feliz, a pesar de él, y se sintiera una especie de agradecimiento por todas las posibilidades que nos han sido dadas, no estaríamos haciendo, como a diario hacemos y vemos hacer, todas estas apologías (larvadas o no) de la muerte. Y nos pondríamos manos a la obra para oponer un poquito de bien a tanto mal que nos va cada vez más catapultando. Estoy tan enojada porque (como González del Solar) trabajo dando clases a chicos adolescentes e incluso a padres de familia y veo como se revientan la vida y se la revientan a las generaciones que los van sucediendo. Veo cuánto amor necesitan y cuánto se lo niegan porque los que deberían darlo eluden el deber y miran para otro lado. Veo cómo son capaces de robar cualquier porquería para comprar el dulce veneno que los hace sentirse dioses mientras sus chicos no tienen ni qué comer. Veo cómo los llevan esposados con esas caritas hermosas y angelicales que ninguna fianza (por más que la pagues) logrará rescatar. Veo criaturas que quedan sin padre antes de poder llorarlos porque cuando ya no le quedaba ni un miserable sitio en los brazos se inyectaban en la panza sin parar hasta que fueron a parar en la morgue. Todo eso veo y vi. No son efusiones literarias, estimado pólvora en chimangos. Como dice la canción, es la vida que me alcanza. Y no te hablo de la mía personal, porque sería para varios tomos (igual que las otras), pero ya no tengo tiempo.
Un gran abrazo.

Cece dijo...

Tatiana, tenés razón, no pierdas tiempo describiendo lo que ya todos vemos.

¿Qué vida no alcanzó momentos de patetismo? ¿Desde dónde tu ubicás para suponer que podés salvar a alguien; o que podés juzgar incapacidad de amar de los demás?. ¿Acaso tu Dios no castiga la soberbia?

Amor, palabra tan “usada”. Para vos es una cuestión de "responsabilidad", un "deber". Condenás a la gente que vive otra realidad, diferente de la tuya, a los que no pueden dar todo el amor que vos sí das. Pero mirá cómo son las cosas, ahí nomás, en tu condena, aparece el límite de tu propio amor, tan frágil. El límite de eso que exigís en los demás.

Qué ideas raras se te ocurren! ¿Cómo va a existir un “medidor” del dolor del alma, cómo se va a poder medir lo irreductible? Aunque entiendo que es una maniobra sumamente efectiva. El que no haya chantado el propio dolor en la cara del otro, que tire la primera piedra ¿Verdad?

Con respecto al suicidio, me refería a la mentira que significa negar la posibilidad concreta de poner fin a la vida de modo voluntario. Me refiero a negar la convivencia con esa posibilidad. Y creo que uno no nace en la sala de partos, sino cuando se da cuenta de esta posibilidad, y aún decide seguir en pie.

En este sentido fue conmovedora la nota que escribió un tal Juan creo; que veo, hoy decidió borrarla.

Pero en fin Tatiana, mi Dios no me dicta lo que tengo que pensar; y mucho menos, lo que tengo que sentir. Y cuando doy amor, no me quedo esperando las gracias.

Un abrazo.

Oscar Cuervo dijo...

Queridos lectores:
ay ay ay, con qué dolor veo que algunos de ustedes deciden borrar lo que ha escrito.
Les rogaría que no lo hagan, me parece que es una pena que se pierda lo que escribieron en algún arrebato.
Uno tiene derecho a cambiar su pensamiento 70 veces 7, pero creo que no hay derecho a silenciar al que antes fuimos. Decir: "lo que dijo el que yo era ayer es una boludez, o está totalmente equivocado" pero borrarlo... es un acto de crueldad. Tengan en cuenta a los otros lectores, que quizá se engancharon con algo de lo que dijeron y que de pronto encuentra que su interlocutor se ha borrado.

La posibilidad tecnológica de borrarse a sí mismo está, pero el efecto de ese borramiento en una comunicación autocensurada. Y eso a mí me parece feo, muy feo.

Obvio que pueden seguirlo haciendo, pero cómo desearía que no lo hagan.

Anónimo dijo...

Lo mínimo que se puede hacer en un diálogo que no sea de sordos (sordos espirituales, se entiende) es que no se tergiverse lo que el otro dice. En primer lugar, no dije que el dolor se pudiera medir. Dije: "si se pudiera medir", lo cual significa exactamente que es absolutamente inconmensurable. En segundo lugar, no me ubico en ningún lugar elevado y no pretendo salvar a nadie, puesto que no sé ni siquiera si puedo salvarme a mí misma, y mucho menos condenarlo. Si el dolor que siento por los chicos de los que hablé, te sonó a condena, lamento ser tan inútil para expresarme bien. Además, me gustaría que me aclararas en qué momento hablé de algún Dios que me dictara lo que tengo que pensar y sentir, porque no creo haberlo mencionado ni una sola vez. Tampoco dije que había que esperar las gracias, sino que no teníamos la cortesía de darlas a la vida. También aclaré en otro lado que adhería a cada de las palabras conmovedoras del "tal Juan". Y por último, a lo que yo contesté es a tu afirmación de que el suicidio es el acto más civilizado que conocés. Ahora vos estás cambiando el discurso, y sería muy necio de mi parte negar la convivencia con la posibilidad del suicidio porque conviví con ella muchas veces y elegí estar de pie aunque, en cierto sentido, no pueda estarlo.
Como dice el pricipito de Saint-Exupéry, es muy fastidioso tener que estar dando explicaciones todo el tiempo. Y más en un blog en que no sólo no se ven corazones, por más que intentemos, sino ni siquiera las caras. Mi intención no es la que me adjudicás. Mi intención es la que pide La Otra, la que quiere mucho, la del amor y el odio.
Te mando un beso.
tatiana

Cece dijo...

Tatiana,

si la vida me hace desgraciada... ¿a quién tengo que darle las gracias?. Esta frase podría ser el nombre de un tema de Palito Ortega.

Lo dicho por vos me obliga a repetir lo que para mi es obvio, y en tus oídos es vacuo; de ahí la reticencia en contestarte.

Por suerte, Julieta me alivianó el trabajo, y te recordó lo altisonante de la palabra “blasfemia”, que vos escribiste. Es a partir de ahí que hablo de tu Dios, el que te condena por pensar lo “impensable”, el que te señala con el fuego de infierno los límites de lo decible.

No cambié de discurso, lancé una afirmación provocadora para abrir la discusión. Está claro que los que abogan unilinealmente por el suicidio, ya están suicidados. Lamento no seguir tu consejo de que me suicide, pero por el momento, me interesa pensarlo desde esta orilla; ya que desde la otra, dudo que pueda hacerlo.

En todo lo demás, estamos de acuerdo.

Un beso.

Cece dijo...

Siento que no sirve de mucho escribir en este post, que está más abajo que no sé qué; gracias a la euforia que le agarró a Cuervo de postear maníacamente todos los días.

Oscar, no sigas esta lógica de mercachifle, qué te importa la cantidad de lectores que te leen. Fijate en la calidad. Y si querés, echame.

Oscar Cuervo dijo...

Gracias por los consejos, Pólvora, voy a tratar de hacerte caso y lograr el nivel que me requerís. Quizá dentro de algún tiempo lo logre. Ni pienses en que te eche, tus consejos son imprescindibles.

¡Ay! Acabo de postear otro...

Arqueck dijo...

con el invierno se terminaron
los renglpnes de mi cuaderno

Anónimo dijo...

fa! loco que buena letra.
¿Como se le habrá ocurrido?